24 de febrero de 2007

Estados Unidos: otra vuelta de tuerca

Revista CLAVES Nº 156 – Febrero 2007

Sin la atrapante intriga de esa joya de H. James, el triunfo demócrata en los comicios de renovación legislativa y de gobernadores del 7 de noviembre último, apuró otra vuelta de tuerca en la política norteamericana en una instancia ciertamente complicada para el gobierno de G. W. Bush, que empieza a recorrer la etapa final de su segundo mandato. Ya se sabe que, tratándose de la ‘República Imperial’, los cambios se proyectarán -y con suspenso- al plano internacional en los próximos meses.

No causó demasiada sorpresa que el Partido Republicano (PR) perdiera aquella elección. Tal vez no estaba en los cálculos el drástico cambio de manos en el Congreso, ahora de mayoría demócrata. Esto ocurrió en buena medida por el atolladero de Irak, que incluso se fagocitó a un obtuso secretario de defensa[1]. Rápido de reflejos, Bush no tardó en reconocer la contundente victoria del rival y de inmediato convocó a los nuevos líderes del Capitolio[2]. La popularidad y aceptación de este presidente no se compara al ápice de un par de meses después del 11 S (de un 75 % a un 30 %, aproximadamente). Pero no sólo la difícil coyuntura externa ha incidido en la derrota. Sin perjuicio de los vaivenes propios de cada electorado, venía in crescendo un sentimiento antiglobalismo en la sociedad norteamericana. Como el Partido Demócrata (PD) es preferido por los sectores progresistas, sus candidatos aprovecharon también aquel feeling impulsado de nuevo -tal sucediera con Vietnam- por la necesidad del repliegue, de una vuelta a casa. Es la histórica puja entre la dirigencia norteamericana desde fines del siglo XIX: vivir tranquilos dentro de un país-continente que lo tiene todo o salir al mundo y unificarlo tras las consignas liminares de democracia, derechos humanos y libre mercado. “Históricamente -dice Philip H. Gordon- la política exterior de Estados Unidos ha estado marcada por los habituales y a veces violentos vaivenes entre el internacionalismo y el aislacionismo”[3].