24 de junio de 2012

La temperatura del Ártico: a propósito de las señales en el cielo


Revista Claves nº 210 – junio 2012

En el nº 208 de Claves esta columna se tituló “Señales en el cielo”, con el objeto de exponer sucesos y protagonistas del rediseño mundial. De entre tantos para observar y analizar en función de un nuevo orden internacional en marcha (aún con las prevenciones y limitaciones que ello implica), en el Mar Glacial Ártico se perciben roces. Los hechos están obligando a fijar posición a sus protagonistas principales -los países ribereños- y a otros actores de la comunidad internacional. Tire y afloje por espacios marítimos y recursos naturales: signo de estos tiempos.

Tormentas en el Ártico
En otra ocasión habíamos mencionado algo de la problemática  en el Ártico (“Tormentas en el mar”, Claves nº 168 – abril de 2008), un océano cuyas aguas bañan las costas de Canadá (Nunavut, Yukón y territorios del Noroeste), Estados Unidos (Alaska), Rusia, Finlandia, Suecia, Dinamarca (provincia autónoma de Groenlandia e Islas Feroe), Noruega e Islandia. Las de mayor extensión corresponden a la Federación Rusa, la más interesada en fijar sus pretensiones y por eso la que maneja los tiempos en esa región. Cuestión básica para los ocho: delimitar los espacios territoriales, marítimos y la plataforma que les corresponda para extraer recursos del mar y del subsuelo. Por cierto, a ninguno de esos países le ha pasado por la cabeza ofrecer al Mar Ártico entero como “patrimonio común de la humanidad”.

Sin embargo a la comunidad le debe importar, y mucho, cuanto allí suceda. Ártico y Antártida, dos regiones de enorme importancia estratégica, son zonas de tensión y a la vez laboratorios de las relaciones de poder princiseculares respecto de los modos en que han de encararse y resolver conflictos “globales”, por definición.

Lo que ocurra con ambos polos podría proyectarse a otros espacios sobre los cuales se avance “en interés de la humanidad”. Selvas, territorios vacíos, reservas de fauna, aguas, hidrocarburos, hoy bajo jurisdicciones nacionales, podrían llegar a ser susceptibles de algún tipo de control internacional aprovechando la incuria, desaprensión o incompetencia de los propios gobiernos.