La peste ya está para quedarse un largo tiempo afligente, con todos los lazos –familiares, sociales, comunitarios- puestos a prueba. Y todavía no llegó lo peor.
Ocurrió sí el terremoto; preparémonos para un tsunami de consecuencias inimaginables. Más allá de contagios y muertes, que tanto dolor ocasionarán, lo dramático será levantar una economía devastada no solo por una enfermedad sino por gobiernos y dirigencias que no estuvieron a la altura del mandato conferido, incapaces de construir un proyecto nacional aglutinador y de largo alcance. Los responsables circulan también como el coronavirus.