Revista Claves nº 122 – Junio 2003
(... ¿ o la ardua tarea de transformar relaciones carnales en matrimonio blanco?)
Desde el surgimiento de los
estados nacionales, la vinculación entre ellos es imprescindible en una
comunidad internacional que, con el tiempo, se hizo heterogénea e intrincada.
La diplomacia –conjunto de órganos que instrumentan la política externa-
agiliza los contactos bi o multilaterales, permitiendo a cada gobierno
desplegar sus potencialidades tras objetivos concretos. Un viejo apotegma
sostiene que la política exterior de un país es el reflejo de sus políticas internas: lo que se hace adentro opera
hacia afuera; cuanta más coherencia alcancen tanto más eficaz será la actividad
fronteras afuera. ¿Cuáles políticas internas inciden más en la política
externa?; sin duda todas aquellas acciones que acrecientan los recursos de
poder del estado, tangibles e intangibles, las que a su vez requieren tener
bien identificado el interés nacional. Tal vez la percepción que el presidente
Néstor Kirchner posee del vacío patagónico le inspire en la tarea de
(re)construir una Nación desarticulada por los desaciertos del último decenio.
La persistencia de la violencia, las hambrunas infantiles que conmovieron al
mundo y ahora, por caso, los forcejeos en la Corte Suprema de Justicia,
describen nuestra situación actual mejor que cinco premios Nóbel o la calidad
de nuestros ganados y mieses.