CLAVES nº 157 – marzo 2007
MP3 es un programa electrónico utilizado para acopiar
música con asombrosa capacidad de
almacenamiento. El reproductor de MP3, del tamaño de una barra de chocolate,
puede también conectarse a una computadora y cumplir funciones que traspasan la
usual reproducción musical. Diríamos sin exagerar que representa la quinta esencia de la globalización
tecnológica, una especie de aleph en donde convergen todas las melodías
del universo. Una de las marcas más conocidas es la que provee la empresa Apple
iPod.
Con la creatividad propia de los años mozos, jóvenes europeos de entre 20 y 30 años han empezado a exponer sus cuitas como “Generación iPod”. También se los identifica como “Generación Y”, hijos a su vez de los baby boomers -la Generación X- (que integramos, por ejemplo, desde el ex presidente Clinton hasta el autor de esta nota, salvando distancias), es decir la de nacidos después de la Segunda Guerra Mundial, hoy cincuentones o sexagenarios. Ciertamente la problemática de los iPod conmociona más a los nacidos arriba de la línea del ecuador. Sucede también debajo de esa línea, pero en los bolsones de riqueza de países en vías de desarrollo (ciertos barrios de ciudades como Río, San Pablo, Buenos Aires, Santiago, México DF y similares de otros continentes).
La reconversión de la industria bélica en civil después de 1945, ayudada por la formidable inyección de dólares distribuidos para la reconstrucción europea mediante el Plan Marshall, generó uno de los mayores ciclos expansivos de la economía mundial y un boom de natalidad que celebraba la vuelta a la vida después de tanta muerte. Hastiados de pudencia, los babys se rebelaron contra la guerra de Vietnam o manifestaron su realidad vital pidiendo lo imposible en mayo de 1968, hasta que el sistema los (nos) fagocitó plácidamente. Caído el paradigmático muro y desguasada la Unión Soviética, los hijos de aquellos hijos están haciendo sentir su vacío existencial posmoderno de otra manera. Para ello han comenzado por lo elemental, que es identificarse.
Usufructuando la marca del aparatejo en cuestión, un joven iPod es aquel que carece de seguro social (insecured), vive presionado (pressured), sobrecargado de impuestos (overtaxed) y endeudado (debt ridden). La revista Newsweek, que no descuida estos fenómenos sociales, le ha dedicado una nota a “La juventud perdida de Europa” (edición argentina nº 32, 7/3/07, págs. 28-30), identificándola definitivamente con los usuarios del MP3. El análisis no deja de ser inquietante pues, aunque el artículo no lo explicite, la problemática se halla estrechamente vinculada al diseño político de sus padres y ha entrado en crisis tanto por los modelos económicos experimentados cuanto por las políticas sociales derivadas de ellos.
Es notoria la sensibilidad que generan las incertidumbres y no solo en los hijos de inmigrantes. Todavía está fresco el alzamiento juvenil contra el contrato del primer empleo hace exactamente un año (350 mil jóvenes despotricando por las calles de París), que permitía a las empresas a despedir sin causa a trabajadores menores de 26 años, justamente, en los primeros veinticuatro meses de relación laboral. Si bien Chirac dio marcha atrás en los primeros días de abril, proponiendo un sistema de inserción laboral para los más pobres, la herida quedó a flor de piel.
Esos muchachos y chicas por lo general tienen allá pocos hermanos, sus lazos de familia tienden a diluirse y están percibiendo que, cuando sean adultos, carecerán de los beneficios que disfrutaron sus padres: “en 1975, un francés de 30 años ganaba un 15 por ciento menos que uno de 50 años; ahora gana un 40 por ciento menos”; y eso siempre y cuando el interesado consiga un buen empleo: en ese mismo lapso la cifra de desempleados dentro de los dos años posteriores a la graduación universitaria ha trepado del 6 al 25 %. Esto hace que la adolescencia se haya prolongado, afirma el lugar común, ya que les cuesta salir de la casa paterna para bajar su nivel de vida. Al contrario, sus padres, apenas pasada las dos décadas de vida, ansiaban a vivir solos o en pareja y sin mayores compromisos. Con todo, la Generación X estaba más preparada e inclinada para las utopías gregarias; sus hijos tienen el sello de un individualismo nihilista. En varias notas publicadas en esta revista, hemos fundamentado nuestra preocupación por los problemas demográficos y su relación con el espacio territorial en la política internacional de nuestro tiempo.
Mucho del conflicto se relaciona con el diseño social de la Generación X. Por caso, el demógrafo Jacques Véron, director adjunto del Instituto Nacional de Demografía de Francia, en un trabajo titulado “Esperanza de vida y dinámica de las sociedades” (www.eclac.cl/publicaciones/xml/4), ha resumido la cuestión en la siguiente frase: “El aumento en la esperanza de vida, que provoca como respuesta una baja en la fecundidad, se plantea como un hecho tanto individual como colectivo, que conduce al envejecimiento poblacional. [...] En esta aproximación global de la prolongación de la vida, lo esencial es el futuro de las relaciones”. Presentado así, la cuestión no parece de abordaje imposible. Sin embargo cuando se encara el trabajo en dirección de un sistema de generaciones, cambia la óptica; los temas que menciona Véron son apasionantes y variados: “cantidad y calidad de vida; relativismo de la edad en que comienza la vejez; las diferencias de género; las inequidades entre generaciones; las edades de entrada y retiro del trabajo; la edad sicológica versus la edad cronológica; el papel solidario de la familia, el estado y el mercado”. En fin, cuestiones complejas que requieren políticas de estado para el mediano y largo plazos.
El trastrocamiento de valores ha repercutido de manera inquietante en el futuro de todos los jóvenes iPod, pues la seguridad social sencillamente no alcanzará. Chomsky, entre otros, lo está debatiendo en su país (“La crisis en la seguridad social en Estados Unidos”, en La Página de Chomsky, www.rebelion.org). Clément Pitton (23), líder de Impulsion Concorde[1] citado por la revista, responde con todas las letras: “Nosotros no pagaremos su deuda” a las preguntas ¿quién debe ocuparse de quién? y ¿quién debe pagar por quién? Los que tenían 30 años en 1995 estaban en condiciones de ahorrar el 18 % de sus ingresos; quienes alcanzaron la misma edad en 2001, apenas la mitad. El punto inquietante, entonces, consiste en saber si la generación que ha gozado del welfare state de la posguerra está dispuesta a compartir los beneficios con los nuevos reclamantes integrantes de la “Generación Precaria”, según la están denominando en Francia, o “Generación de Internos” en Alemania.
En muchos aspectos los jóvenes del mundo entero atraviesan su adolescencia y primera juventud con similares problemas comunes, aunque no en todas partes se los identifique, encare y resuelva con la idéntica premura y preocupación. Tal vez este comentario sirva para que empecemos a pensar con nuestros jóvenes qué país les estaremos entregando dentro de poco tiempo.
[1] Es una institución afiliada a la Fundación Concorde. Ésta fue
creada en 1998, para constituir “un círculo de reflexión de 2500 miembros que
funcionan a través de comités de expertos y diferentes comisiones de trabajo
con un objetivo común: hacer de Francia el país más próspero de Europa”. A Impulsion...
la integran personas de 18 a 30 años. Pitton es responsable de la Comisión
sobre la reforma de los estudios superiores.
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