Revista Claves nº 172 – agosto 2008
El 15 de agosto Fernando Lugo (San
Solano, 1951) asumió la presidencia del Paraguay. Su triunfo en las elecciones
del pasado 20 de abril al frente de un conglomerado de fuerzas políticas
heterogéneas, puso fin a 61 años de omnipresencia del Partido Colorado.
Acompañado por casi todos los presidentes de la región, el nuevo ciclo político
recibió un apoyo explícito para derribar los factores del atraso en esa suerte
de isla verde mediterránea. Paraguay ha comenzado así una etapa esperanzadora
pero compleja.
La
democracia en latinoamericana reconoce -a trazos gruesos- dos grandes
“variantes” durante los largos años de la Guerra Fría: a) la alternancia de un partido militar con un partido civil; b) la preponderancia de
partidos institucionales, autogenerándose
y sucediéndose sin rubores. Luego del estallido de la URSS, la onda expansiva
de ese fenomenal suceso aflojó el control del alineamiento estratégico,
permitiendo a cada país recuperar el estado de derecho en procesos más o menos
limpios y más o menos cruentos.