Viendo pasar
Justo
mismo el martes 13 fui embarcado -con distinguidos historiadores salteños- por
los concejales objetores de la eliminación post mortem (valga la redundancia)
del Virrey Toledo, para exponer el punto de vista anticipado en mi nota “Concejal iconoclasta derrumba Virrey” publicada días antes.
De modo que repasar ese artículo será útil para comprender mejor este
complemento. Enterados de esa reunión, contraatacaron los concejales
anti-Toledo y su variopinto estamento de apoyo; afirmados en sus trece
(des)calificaron a los pro-dejenlascosascomoestán.
Por
cierto no soy historiador, mi speech buscó
enmarcar la debatida propuesta dentro de un escenario más amplio y con visión
de largo plazo. ¿Qué tiene que ver esa perspectiva con el cambio de nombre de
una avenida? Lo tiene, en tanto sostengo hace rato que se están reacomodando las
piezas en el tablero mundial y el nuevo orden internacional que se avecina será
liderado por países que sostengan proyectos
y no modelos. Para tener “proyecto”
es imprescindible haber logrado una síntesis que resuma lo mejor de cada
historia nacional sin negar lo malo sucedido. De modo que urgen coherencia,
unidad, responsabilidad, generosidad, patriotismo, para no quedar al margen. Lograrlo
en esta Argentina de tiempo de bicentenarios parece misión imposible. Me sumo a
los que reclaman seriedad y humildad en la búsqueda de esa síntesis superadora
que erradique la lamentable división actual, producto de la épica fundacional de quienes actúan como
si la historia empezara cuando ellos llegaron. Así habrán razonado,
precisamente, Moctezuma I y Pachacútec, Cortés y Pizarro, y tantos más de
distintas latitudes y épocas.