30 de abril de 2010

Malvinas, otra vez en la agenda

Claves nº 188 – abril 2010

Recuperar la iniciativa
Una vez más se comprueba que, desde 1982, el n° 10 de Downing Street lleva la iniciativa. El traslado de una plataforma of shore para buscar petróleo en el subsuelo, sacudió la argentina rutina de estériles enfrentamientos facciosos. Malvinas son de las pocas causas que nos pueden sacudir la modorra, a pesar del alto nivel de “desmalvinización” denunciado con razón por los ex combatientes.

Asimismo, la sola movilización del artificio marca las diferencias cualitativas de los proyectos de uno y otro bando. El ex secretario de energía Daniel Montamat calculó una reserva de 3.600 millones de barriles en el Mar del Norte (la nuestra es de 2.600 millones), que la economía británica consumirá en una década (“El potencial petrolero de Malvinas”, Clarín, 15/02/10). El agotamiento de esa cuenca provocó la búsqueda por estas latitudes.

Si bien el objeto de este artículo no es la situación energética argentina, una acertada política petrolera puede abrir líneas de acción que apunten a destrabar el conflicto. No olvidemos que la política externa de un país es reflejo de su política interna. En un trabajo titulado “Análisis del Sector de Refinerías en Argentina con el Modelo MESSAGE” (I. Torino Aráoz, G.A. Barbarán y D. Maur, Boletín Energético nº 21, CNEA, 1er. semestre 2008), sus autores prevén la inminente conversión de Argentina -el 80% de nuestro consumo energético primario proviene de combustibles fósiles- en un importador neto de petróleo y derivados; los números son fácilmente verificables: bajado la extracción y no hay inversión en exploración (D. Kokogian, “Las reservas de petróleo y de gas”, Revista Petrotecnia, abril 2004; J.C. Pucci, “Situación de las cuencas marinas de la República Argentina”, Revista Petrotecnia, abril 2006). ¿Acaso hallar 30.000 millones de barriles en su subsuelo marino ha sido una pura suerte brasileña? Años especializándose en la construcción de plataformas conducían a tal resultado. 

El Foreing Office no pudo disimular su asombro por el apoyo que 32 países -incluidas las cinco ex colonias británicas caribeñas- brindaron a la Argentina en la “Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe”, reunida en febrero pasado en Playa del Carmen, para crear un nuevo ente de la fusión entre el Grupo Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe. Después de la reunión multilateral, la ofensiva diplomática continuó en la OEA y en Naciones Unidas, un expreso pedido de mediación de EUA –“neutral” en la disputa- por parte de Cristina a Hillary, lográndose apoyos explícitos como el del presidente Lula. Mientras tanto, el pliego de José Nun -intelectual respetado, pero ni diplomático de carrera ni experto en Malvinas- espera el acuerdo de un Senado enmarañado en la coyuntura.

La recorrida por foros multilaterales es útil y necesaria pero insuficiente, pues nuestro país carece de una agenda bilateral activa y, más importante aún, no promueve políticas internas que construyan verdadero poder nacional.

El petróleo cambió el enfoque
Hacia los años ‘60, el petróleo de Malvinas modificó el libreto. Ian Jack considera que el fluido “coloreó” la relación argentino-británica desde que en 1969 se comprobó la existencia de depósitos en la plataforma isleña (“El disputado petróleo de las Falklands tiene una larga historia”, The Guardian, 27/02/10); entonces la actitud del Foreign Office fue encarpetar las pruebas para no agravar la disputa con Argentina. Sin embargo, la recordada expedición de Edward Shackleton de 1975 dio un viraje en la política británica al advertir que el error de su gobierno había sido dejar las Islas en manos de las Falkland Islands Co., cuyos empleados vivían resignados de la esquila de 600.000 ovejas. La investigación concluyó que los recursos para asegurar el futuro de Malvinas no estaban en las islas sino en los espacios que la rodean.

Después de la guerra los kelpers fueron admitidos en la categoría de ciudadanos británicos plenos, con un nivel de vida mejorado sustancialmente -u$ 40.000 anuales per cápita en 2006- provenientes de regalías por captura de calamar concedidas a Corea, España, Japón y Taiwán. El nivel de autonomía del gobierno de las islas se comprueba en que allí se conceden las licencias de pesca e hidrocarburíferas. En 1998, un informe de la Geological Society of London cubicó el reservorio probable en 60.000 millones de barriles, pero a u$ 20 el barril era poco rentable la extracción. Con los u$ 70 actuales cambia el panorama, pese al costo de perforación calculado entre 60 y 100 millones de dólares por pozo en esa zona.

Por esa razón, Guillermo Makin -profesor en la Universidad de Cambridge- propuso sin ambages la consigna de dificultarles la explotación petrolera: “Hay que hacerles incómodo el statu quo a los isleños y a los británicos, que es lo que más les conviene y en lo que ha fallado la Argentina” (“Hay que dificultarles la explotación petrolera”, entrevista de H. Alconada Mon, Sección Enfoques, La Nación, 28/02/10). Puede ser una táctica; otra la de asociación para tal fin con ellos y/o terceros países, dejando a buen resguardo la cuestión de la soberanía hasta instalar o restaurar la confianza con los isleños. Aparte de la empresa Desire Petroleum, que contrató la Ocean Guardian para explorar ocho pozos a 150 km de Malvinas, otras tres han obtenido licencias -la Falkland Oil & Gas Ltd., Rockhopper y Borders & Southern Petroleum- y empezarán sus tareas en poco tiempo.

Como reacción al anuncio de la instalación de la plataforma, la Presidente Fernández de Kirchner dictó el decreto nº 256 (16/02/2010) mediante el cual deberán contar con un permiso especial todos los buques y “artefactos navales” que naveguen entre puertos continentales argentinos y puertos ubicados en las Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur; a los que pasen por aguas jurisdiccionales con ese destino y a los que carguen mercaderías hacia tales destinos en forma directa o indirecta.

Para el ex embajador J. A. Lanús fue “una buena medida, pero tomada en el vacío” (Clarín, 25/02/10). Y el vacío obedece, según él, a que desde hace tiempo nuestra diplomacia cerró los canales de contacto con el Reino Unido. Considera un error haber denunciado sorpresivamente, en marzo de 2007, la “Declaración de actividades hidrocarburíferas conjuntas costa afuera en el Atlántico” del 27/09/95, porque dejó a los ingleses libres para cualquier iniciativa; justo pocos meses de que el Tratado de Lisboa (otra vuelta de tuerca al de Maastricht) declarara a las Islas región ultra-periférica de la Unión Europea. Es incomprensible que no se haya previsto esa movida política.

Por cierto las medidas resultarán siempre que puedan hacerse efectivas, y eso ya no depende solamente de nosotros: sin colaboración de Brasil, Chile y Uruguay el decreto es humo. El destrato gasífero que le propinó en su momento Néstor Kirchner a Bachelet, subyace en la propuesta del diputado chileno de la UDI, Marcelo Forni, de asociar la ENAP con la Falkland Oil & Gas Ltd.: "Se molestarán -declaró- tal como nosotros estábamos molestos cuando incumplieron el protocolo del gas de 2004 y nos cortaron el suministro… Si los ingleses nos están invitando a participar de un negocio como éste, la obligación de ENAP es estudiarlo y evaluarlo” (“La derecha chilena aceptaría buscar petróleo en las Malvinas”, La Nación, 11/12/09). Solo una diplomacia ágil y coherente permitirá reorientar los capitales y la logística de esos países, que tienen sus propias necesidades, en nuestro provecho. ¿Qué les daremos a cambio? 

El decreto 256 nos remite a otra cuestión sensible de la política interna, que también hace a la ponderación de nuestras futuras acciones internas y externas: carecemos de disuasión militar y de seguridad. El desguace paulatino e irresponsable de las Fuerzas Armadas nacionales de tierra, aire y mar -con espíritu de venganza antes que por una transformación acorde a las necesidades de los tiempos- y la falta de una política de seguridad estratégica, limitan nuestra capacidad operativa y negociadora debido a la brecha existente con los recursos de poder de nuestros contrarios.

Jugando a la perinola
La problemática en torno a la escasez de los recursos naturales en el mundo marca una suerte de plenitud tiempos e indica la necesidad de pensar en otras variantes. El toma todo del juego -soberanía y recursos, en el caso- no está dando resultados y “el tiempo se le está escapando a la Argentina”, según entiende E. Cichello Hubner -profesor en la Universidad de Oxford-, y conspira en nuestra contra. “Pretender que la totalidad de las relaciones entre Gran Bretaña y la Argentina -dice- gire en torno a discusiones sobre la soberanía ocasiona mucho más daño a la Argentina que al Reino Unido” (“La diplomacia lateral”, Newsweek Argentina, nº 188, 10/03/10). Tanto él como Lucio García del Solar -representante especial para la reanudación de las relaciones bilaterales con el RU en la época de Alfonsín- sostienen la necesidad de un gran debate en el Congreso Nacional y en la sociedad argentina misma. Es muy cierto y elemental, pero ¿en el clima de estos días? Las Islas requieren una ejemplar predisposición de espíritu. Y no solo ellas, pues el complejo “combo” incluye pesca, turismo, plataforma continental y la Península Antártica misma, en la que nuestro dominio se superpone con la pretensión chilena y el reclamo británico.

Por lo demás, las propuestas y variables no son nuevas, no hay nada que no haya sido pensado y considerado en círculos más o menos cerrados, y quien esto escribe no hace propuestas sino que solo describe la situación. El alquiler, el condominio, las tres banderas (de ambos países y la ONU), como fórmulas intermedias previas a la restitución definitiva, son para analizar del derecho y del revés, exhaustivamente, en función del interés nacional pero con plena conciencia de dónde estamos parados y qué nos falta.

Matthew Parris, iconoclasta columnista de la revista Time, aconsejaba en una nota (“Think of Hong Kong: give the Falklands back”, www.timesonline.co.uk, 27/02/10): “Debiéramos hacer un trato ahora con la Argentina para devolver las islas en 99 años y dividir los beneficios”. Considerando la belicosidad inglesa, hace un repaso de cómo se hicieron de Ascensión, Tristán da Cunha, Santa Elena, Georgias del Sur y Diego García. Tanto Parris como García del Solar (“La otra cara de Malvinas”, La Nación, 23/02/10) recuerdan el traslado masivo de la población originaria de esta última a Seychelles y Mauricio en los años ’70, para complacer las necesidades de la Casa Blanca. Los nativos expatriados, que han llevado su caso a la Corte Europea de Derechos Humanos y a la Cámara de los Lores, están a la espera de una solución. Con semejante antecedente, ¿cómo puede el gobierno británico apoyar la libre determinación de los kelpers? Nosotros tenemos argumentos sólidos para negarlo por el hecho de fuerza de 1833 y porque no se trata de un pueblo originario.

La población malvinense se halla en estos momentos en un estado de sensibilidad exacerbada y acusa a la Argentina -como parte de su discurso oficial- de querer asfixiarla económicamente con las recientes medidas de la Casa Rosada (Lisa Watson, “Las Falklands se hacen oír”, reproducido en www.es.mercopress.com, 22/02/10). Un componente esencial para nuestra diplomacia debe ser la relación con los isleños y no serán suficientes ositos Winni Pooh para hacerles cambiar de parecer. Maniqueos habrá siempre de uno y otro lado, pero algo hay que hacer con esos pobladores. Al fin y al cabo están a unos 600 km de nuestras costas.

A las cosas, pues
El compromiso con el derecho internacional implica la aceptación plena del principio de solución pacífica de las controversias; por ende no queda espacio para ultramontanos inveterados, halcones oportunistas y demagogia populista de civiles o militares.

Una de las enseñanzas de don Pero Grullo indica que toda negociación sobre cualquier asunto es en el fondo un juego de fuerzas entre las partes negociadoras y hay casos en que los intereses contrapuestos se equilibran pese a las diferencias. Sobran los ejemplos que demuestran que todos los países reconocen una línea que no conviene traspasar. Celestino del Arenal llamó “paradojas del poder no realizado” a aquellas situaciones en que una gran potencia cede porque no puede utilizar toda su fuerza. Detectar las “paradojas” británicas es imprescindible y ello no implica desmerecer los reflejos y dentadura del viejo león.

La cuestión Malvinas estuvo en la agenda de todos los gobiernos sucedidos desde la rendición militar, aunque con énfasis y resultados desparejos. Siendo cláusula constitucional, descuidarla es suicida para cualquier pretensión de supervivencia política. Son una referencia de nuestra impotencia para resolver problemas de envergadura, y paradigma de la incapacidad de la dirigencia argentina para pensar y actuar en términos de mediano y largo plazos. Si no actuamos presto, si se descubre un reservorio de petróleo de calidad que justifique su extracción, nos habremos alejado mucho más de una salida posible.

Alguna vez citamos un parlamento de la comedia El hombre del destino, que vale recordar ahora. G. B. Shaw -irlandés al fin- ponía en boca de Napoleón una drástica descripción de ese genio inglés que lo hace sentirse dueño del mundo: “[…] Combate por principio patriótico, roba por principio comercial y esclaviza por principio imperial… Su divisa es siempre el Deber, y no olvida nunca que una nación que permite a su Deber entrar en pugna con sus intereses está perdida”. En fin, regresar las islas al patrimonio nacional será tarea titánica; requerirá mucha paciencia y varias generaciones. 

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