24 de agosto de 2012

Ollanta Humala al cabo de año


Claves nº 212 – agosto 2012

   "Encasillarse es la trampita: si me dices izquierda o derecha, yo te digo que soy de abajo. Aquí hay un nacionalismo integrador que busca unir la Nación y desarrollar al país, unir al Perú. Pónganme el mote que quieran” (OH, declaraciones a la prensa al cambiar gabinete en diciembre de 2011)

El autor de esta columna visitaba Lima cuando Ollanta (el Guerrero que todo lo ve en quechua) cumplía el primer año de su presidencia. En julio de 2011 nos habíamos preguntado “¿Cuál Humala asumirá la presidencia?”, atento a los antecedentes del ex militar -devenido en político de meteórica carrera- y en función de sus propuestas de campaña. La frase del epígrafe lo define, aunque la gestión no discurra por cauce tranquilo. El caso peruano merece seguirse con atención pues es como una síntesis de todas los amenazas que presionan a nuestra región junto, también, a todas las oportunidades de redención a nuestro alcance.


Ollanta Moisés Humala Tasso bajó su popularidad a los seis y a los doce meses de asumido[i], y en ambos momentos debió cambiar dos presidentes del Consejo de Ministros: en diciembre cayó el empresario Salomón Lerner (conciliador y dialoguista, designado para calmar a un empresariado prevenido) por el militar retirado Óscar Valdez, antes Ministro del Interior, un mano dura remplazado ahora por el Ministro de Justicia y Derechos Humanos Juan Jiménez Mayor. Tales cambios no fueron fáciles ni gratuitos[ii].

A esta altura del mandato, los antecedentes de Humala no pesan tanto frente al desafío de desactivar 178 conflictos sociales desparramados por todo el territorio. Mientras, la gente espera la concreción de la principal consigna de campaña, la Gran Transformación, pensada para achicar asimetrías en un cuerpo social agobiado por la pobreza, corrupción, baja calidad institucional, narcotráfico, guerrilla. No obstante, está aceptada cierta visión que percibe un proceso político sostenido por las sucesivas gestiones: la macroeconomía despegó con Alejandro Toledo; luego un “renovado” Alan García tuvo su segunda oportunidad y apuntaló esa tendencia con un fuerte crecimiento del comercio exterior. Paradójicamente, ambos se fueron con popularidad por el piso. Le tocaba, pues, a OH disminuir la inequidad mediante un Ministerio de la Inclusión Social, en cuyas bambalinas opera con sagacidad Nadine Heredia[iii], su agraciada esposa, a su lado desde la insurrección de Locumba (departamento de Tacna) contra el régimen de Fujimori, en octubre de 2000, protagonizada por Ollanta y su hermano Antauro[iv].

Una de las grandes apuestas de Perú para el largo plazo era la minería[v], pero tal como acontece  en varios países de la región, numerosas poblaciones se han levantado en su contra. Hoy por hoy, la producción minera es decisiva para el país. ¿Cuánto tiene que ver en el actual ánimo colectivo los siete muertos de la revuelta de Cajamarca?

Yanacocha es el emprendimiento más grande de Suramérica para extraer oro en la región de Cajamarca, por medio del Proyecto Conga. Intervienen como accionistas principales la norteamericana Newmont Mining Corporation y la peruana Compañía de Minas Buenaventura. A pesar de las consabidas audiencias públicas, no se logró el apoyo de los pobladores de las provincias de Cajamarca, Celendín, Hualgayoc y otras. La tensión fue in crescendo al no poder justificarse el posible uso de la Laguna Azul: entre agua y oro la gente optó por lo primero. La revuelta popular fue indetenible y la región declarada en estado de emergencia por el gobierno central a principios de julio, instalando en ella tropas del Ejército.

El presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos Guerrero, del Movimiento Nueva Izquierda (el más importante del país en esa ideología), es la principal oposición a Humala. La mitad de Perú reclama el cese de la emergencia, pero todo indica que seguirá prorrogándose, no obstante la intervención de dignatarios católicos como facilitadores del diálogo... que ambos bandos bloquean de algún modo.

La irreductibilidad de Santos Guerrero destapó una debilidad institucional, ya que no están claros los límites de la autoridad regional. Así lo declaró el propio presidente del tribunal Constitucional de Perú, Ernesto Álvarez, para quien hace falta introducir en la Constitución un mecanismo de  control político sobre los gobiernos regionales, que no es poca cosa.

Al igual que Bolivia, en Perú también fue necesario descentralizar el poder formal y mayor autonomía a las distintas jurisdicciones políticas. El art. 43 de la Constitución Política del Estado establece un gobierno unitario, representativo y descentralizado. Esto último tardaba en concretarse, hasta que se encaró con una ley de regionalización. En la actualidad hay 25 regiones, que coinciden con los 24 departamentos (equivalentes a nuestras provincias) y la provincia constitucional de El Callao. Tal proceso fue puesto en marcha con la reforma constitucional de 1979, en tiempos de Morales Bermúdez. La iniciativa se frenó por el autogolpe de Alberto Fujimori en abril de 1992, hasta que en la presidencia de Toledo  se convocó por vez primera a elecciones regionales. Hasta hoy el sistema no termina de adaptarse a las necesidades político-institucionales del país.

Sin perjuicio de las protestas sociales (cada vez más habituales en Perú y el resto de Iberoamérica), nada hace suponer que el presidente modifique 180º el rumbo trazado por sus antecesores. Por eso,  en la campaña OH prefería ser comparado con Lula antes que con Hugo Chávez. El impresionante crecimiento de la última década se frenará por los conflictos sociales, por la situación de la economía internacional y, para colmos, por los efectos deletéreos del Fenómeno del Niño, que ocasiona trastornos climáticos obviamente inmanejables e inciden en la actividad productiva.

Lo cierto es que, sea por los conflictos sociales, por el comportamiento imprevisible de la corriente marítima del Niño o por la desaceleración de la economía mundial, los años que le restan a OH no serán nada fáciles. Y el guerrero que todo lo ve, parece estar mirando más el árbol que el bosque.


[i] La desaprobación popular llegó al 51% en julio de 2012 (47% en diciembre anterior), muy alta si se compara con el 52% de votos que obtuvo la alianza Gana Perú en la segunda vuelta del 5 de junio de 2011. Tuvo un repunte en enero-febrero y la desaprobación bajó al 36%. La crisis de Cajamarca lo mantiene en la actual encerrona.
[ii] Por caso, la crisis de diciembre se llevó el apoyo de Perú Posible, partido cuyo líder, el ex presidente Alejandro Toledo, decidió sacar del gabinete a dos de sus representantes que ocupaban las carteras de Defensa y de Trabajo.
[iii] Nadine da para una nota entera. Tenía 24 años cuando lo de Locumba. Desde entonces es el sostén de la carrera política de su marido. El tiempo dirá si se transformará en una Eva o una Hillary.
[iv] El episodio parece lejano, sin embargo fue el inicio de la proyección política de los Humala. Los hermanos tuvieron suerte, pues Fujimori cayó cuando ya no tenían cómo sostener su insurrección. Ollanta fue conocido en todo el país y quedó como salvador del honor del ejército. Para sacárselo de encima, en tiempos de Toledo fue enviado como agregado militar a Francia y Corea. Pasó a retiro en diciembre de 2004, en 2006 ya era candidato presidencial por el Partido Nacionalista Peruano, compitiendo entonces contra Alan García, que le ganó en la segunda vuelta. Toda una performance.
[v] Perú es el primer exportador mundial de estaño, oro, plomo y zinc, segundo en cobre y plata.

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