Claves nº 212 – agosto 2012
"Encasillarse es la trampita: si me dices izquierda o derecha, yo te digo que soy de abajo. Aquí hay un nacionalismo integrador que busca unir la Nación y desarrollar al país, unir al Perú. Pónganme el mote que quieran” (OH, declaraciones a la prensa al cambiar gabinete en diciembre de 2011)
El autor de esta columna visitaba Lima cuando Ollanta (el Guerrero que todo lo ve en quechua) cumplía el primer año de su presidencia. En julio de 2011 nos habíamos preguntado “¿Cuál Humala asumirá la presidencia?”, atento a los antecedentes del ex militar -devenido en político de meteórica carrera- y en función de sus propuestas de campaña. La frase del epígrafe lo define, aunque la gestión no discurra por cauce tranquilo. El caso peruano merece seguirse con atención pues es como una síntesis de todas los amenazas que presionan a nuestra región junto, también, a todas las oportunidades de redención a nuestro alcance.
Ollanta
Moisés Humala Tasso bajó su popularidad a los seis y a los doce meses de
asumido[i],
y en ambos momentos debió cambiar dos presidentes del Consejo de Ministros: en
diciembre cayó el empresario Salomón Lerner (conciliador y dialoguista,
designado para calmar a un empresariado prevenido) por el militar retirado Óscar
Valdez, antes Ministro del Interior, un mano dura remplazado ahora por el
Ministro de Justicia y Derechos Humanos Juan Jiménez Mayor. Tales cambios no
fueron fáciles ni gratuitos[ii].
A
esta altura del mandato, los antecedentes de Humala no pesan tanto frente al
desafío de desactivar 178 conflictos sociales desparramados por todo el
territorio. Mientras, la gente espera la concreción de la principal consigna de
campaña, la Gran Transformación, pensada para achicar asimetrías en un cuerpo
social agobiado por la pobreza, corrupción, baja calidad institucional,
narcotráfico, guerrilla. No obstante, está aceptada cierta visión que percibe
un proceso político sostenido por las sucesivas gestiones: la macroeconomía despegó
con Alejandro Toledo; luego un “renovado” Alan García tuvo su segunda
oportunidad y apuntaló esa tendencia con un fuerte crecimiento del comercio
exterior. Paradójicamente, ambos se fueron con popularidad por el piso. Le
tocaba, pues, a OH disminuir la inequidad mediante un Ministerio de la Inclusión
Social, en cuyas bambalinas opera con sagacidad Nadine Heredia[iii],
su agraciada esposa, a su lado desde la insurrección de Locumba (departamento
de Tacna) contra el régimen de Fujimori, en octubre de 2000, protagonizada por
Ollanta y su hermano Antauro[iv].
Una
de las grandes apuestas de Perú para el largo plazo era la minería[v],
pero tal como acontece en varios países
de la región, numerosas poblaciones se han levantado en su contra. Hoy por hoy,
la producción minera es decisiva para el país. ¿Cuánto tiene que ver en el
actual ánimo colectivo los siete muertos de la revuelta de Cajamarca?
Yanacocha
es el emprendimiento más grande de Suramérica para extraer oro en la región de
Cajamarca, por medio del Proyecto Conga. Intervienen como accionistas
principales la norteamericana Newmont Mining Corporation y la peruana Compañía
de Minas Buenaventura. A pesar de las consabidas audiencias públicas, no se
logró el apoyo de los pobladores de las provincias de Cajamarca, Celendín,
Hualgayoc y otras. La tensión fue in
crescendo al no poder justificarse el posible uso de la Laguna Azul: entre
agua y oro la gente optó por lo primero. La revuelta popular fue indetenible y
la región declarada en estado de emergencia por el gobierno central a
principios de julio, instalando en ella tropas del Ejército.
El
presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos Guerrero, del Movimiento
Nueva Izquierda (el más importante del país en esa ideología), es la principal
oposición a Humala. La mitad de Perú reclama el cese de la emergencia, pero
todo indica que seguirá prorrogándose, no obstante la intervención de
dignatarios católicos como facilitadores del diálogo... que ambos bandos
bloquean de algún modo.
La
irreductibilidad de Santos Guerrero destapó una debilidad institucional, ya que
no están claros los límites de la autoridad regional. Así lo declaró el propio presidente
del tribunal Constitucional de Perú, Ernesto Álvarez, para quien hace falta
introducir en la Constitución un mecanismo de
control político sobre los gobiernos regionales, que no es poca cosa.
Al
igual que Bolivia, en Perú también fue necesario descentralizar el poder formal
y mayor autonomía a las distintas jurisdicciones políticas. El art. 43 de la Constitución
Política del Estado establece un gobierno unitario, representativo y
descentralizado. Esto último tardaba en concretarse, hasta que se encaró con
una ley de regionalización. En la actualidad hay 25 regiones, que coinciden con
los 24 departamentos (equivalentes a nuestras provincias) y la provincia
constitucional de El Callao. Tal proceso fue puesto en marcha con la reforma
constitucional de 1979, en tiempos de Morales Bermúdez. La iniciativa se frenó por
el autogolpe de Alberto Fujimori en abril de 1992, hasta que en la presidencia
de Toledo se convocó por vez primera a
elecciones regionales. Hasta hoy el sistema no termina de adaptarse a las
necesidades político-institucionales del país.
Sin
perjuicio de las protestas sociales (cada vez más habituales en Perú y el resto
de Iberoamérica), nada hace suponer que el presidente modifique 180º el rumbo
trazado por sus antecesores. Por eso, en
la campaña OH prefería ser comparado con Lula antes que con Hugo Chávez. El
impresionante crecimiento de la última década se frenará por los conflictos sociales,
por la situación de la economía internacional y, para colmos, por los efectos
deletéreos del Fenómeno del Niño, que ocasiona trastornos climáticos obviamente
inmanejables e inciden en la actividad productiva.
Lo
cierto es que, sea por los conflictos sociales, por el comportamiento imprevisible
de la corriente marítima del Niño o por la desaceleración de la economía
mundial, los años que le restan a OH no serán nada fáciles. Y el guerrero que
todo lo ve, parece estar mirando más el árbol que el bosque.
[i] La desaprobación popular llegó al 51% en julio de 2012 (47% en
diciembre anterior), muy alta si se compara con el 52% de votos que obtuvo la
alianza Gana Perú en la segunda vuelta del 5 de junio de 2011. Tuvo un repunte
en enero-febrero y la desaprobación bajó al 36%. La crisis de Cajamarca lo
mantiene en la actual encerrona.
[ii] Por
caso, la crisis de diciembre se llevó el apoyo de Perú Posible, partido cuyo
líder, el ex presidente Alejandro Toledo, decidió sacar del gabinete a dos de
sus representantes que ocupaban las carteras de Defensa y de Trabajo.
[iii] Nadine
da para una nota entera. Tenía 24 años cuando lo de Locumba. Desde entonces es
el sostén de la carrera política de su marido. El tiempo dirá si se
transformará en una Eva o una Hillary.
[iv] El episodio parece lejano, sin embargo fue el inicio
de la proyección política de los Humala. Los hermanos tuvieron suerte, pues
Fujimori cayó cuando ya no tenían cómo sostener su insurrección. Ollanta fue
conocido en todo el país y quedó como salvador del honor del ejército. Para
sacárselo de encima, en tiempos de Toledo fue enviado como agregado militar a
Francia y Corea. Pasó a retiro en diciembre de 2004, en 2006 ya era candidato
presidencial por el Partido Nacionalista Peruano, compitiendo entonces contra
Alan García, que le ganó en la segunda vuelta. Toda una performance.
[v] Perú es el primer exportador mundial de
estaño, oro, plomo y zinc, segundo en cobre y plata.
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