24 de septiembre de 2013

El Consejo Económico y Social, herramienta para la geoestrategia



Revista Claves nº 223 - septiembre de 2013

"No hay vientos favorables para el marinero que no sabe qué rumbo poner" (Séneca)

El martes 3 de septiembre en la sede del COPAIPA, por su iniciativa y la del Círculo de Legisladores y FEPUSa, hubo un acto de apoyo a la sanción de la ley de creación del Consejo Económico y Social (CEyS)[1], órgano consultivo incorporado a la Constitución de Salta, en la reforma de julio de 1986. En la ocasión se homenajeó a las Cámaras de Comercio e Industria y de Comercio Exterior, al grupo GEICOS, Fundación Salta y a Pro Cultura, entidades de larga trayectoria en nuestro medio.

Plenitud de tiempos

No es momento para reproches sino de celebración… y cauto optimismo. Pero algún día sabremos en detalle por qué los principales actores políticos de la Provincia demoraron 27 años en aprobar esa ley. Una respuesta sincera –y quizás contrita- a este requerimiento servirá para garantizar la supervivencia y eficacia del nuevo ente público no estatal, cuya vigencia han reclamado sin pausa los sectores sociales intermedios en diversas oportunidades y de muchas maneras. [De lejos abruma una sospecha: en la política vernácula, pequeña y hostil, el uso y abuso de lo coyuntural continúa siendo pingüe negocio de filibusteros]. 

La sanción a mediados de agosto ocurre en un contexto inauditamente propicio: el Gobierno provincial cuenta desde 2009 con una Secretaría de Planificación Estratégica y la Fundación Salta -con apoyo oficial y de la Universidad Austral- aportó un Plan de Desarrollo Estratégico SALTA 2030, empeñosamente elaborado. Finalmente los planetas se alinearon y hoy es ahora o nunca.

Corresponde en breve la no menos difícil tarea de reglamentar la ley, de modo que su representatividad –clave de proyección futura- sea lo suficientemente amplia y un legítimo reflejo de la manda del resucitado art. 77 de nuestra Constitución, para que el CEyS no se canse en partidas. Pero no haré acá una crítica de algo perfectible como todo corpus jurídico; propongo analizar al Consejo como herramienta geoestratégica[2].

Dice la norma que consultarlo es obligatorio para los poderes públicos, lo cual implica que de acá en más será ineludible pensar políticas de estado en función del mediano y largo plazos. Y entiéndase bien: se trata de un órgano de consulta inhibido de competir –y menos remplazar- ningún poder estatal, e inscripto en la democracia participativa que las sociedades están reclamando en casi todos los países del mundo, según se está viendo. Los planes económico-sociales, que en adelante genere con la contribución de los sectores productivos y del trabajo, mejorarán el perfil productivo y económico-social salteño.

Planificación y geoestrategia

¿Por qué geoestrategia y no geopolítica? En la anterior ocasión expuse lo siguiente: 

“Si la geopolítica consiste en la interpretación de una realidad en función de los elementos que integran su objeto (política, población, espacios físicos), la geoestrategia se ciñe más a la geografía, es decir, refiere a la incidencia de la geografía en un diseño político. No es, empero, la geoestrategia una especie dentro del género sino que acota su interés a un contexto témporo-espacial determinado”[3]

De tal modo reservemos para la Nación en conjunto la proyección geopolítica; aquí pensemos aportar una visión particular, geoestratégica, básicamente salteña pero en función de nuestros más genuinos intereses nacionales.

Por lo demás, quede claro también que geopolítica y geoestrategia requieren de la planificación estratégica. Utilizan geopolítica y geoestrategia las unidades nacionales y subnacionales con vocación de liderazgo, abiertas al mundo y con sensata autoestima, que saben lo que quieren y les conviene y cómo lograrlo. Abunda bibliografía al respecto, y de la buena.

La planificación constituye una tarea elemental para actores públicos y privados, en cualquier sociedad que pretenda funcionar bien. Cada acción de gobierno necesita planificarse con el concurso de los sectores intermedios a fin de resolver cuestiones de coyuntura, como por ejemplo el tránsito vehicular en una circunstancia concreta; o problemas de mayor envergadura relacionados al sistema de transporte; o de largo plazo, si se trata de definir los accesos a una ciudad de medio millón de habitantes y su articulación con los de localidades vecinas. La planificación, pues, resulta indispensable para que las obras necesarias se hagan de la mejor manera, al menor costo y tiempo posibles, dado que la chapucería y su vieja pariente, la corrupción, son su contracara. Igual de imprescindible es planificar cuando deban encararse propuestas de escala mayor, por la inversión requerida: si en tres décadas hubiésemos sabido exigir el aprovechamiento de las aguas de nuestros grandes ríos, Bermejo por caso, para la incorporación de más hectáreas productivas o para el riego de campos, evitaríamos que dos o tres años de seca (que se sabía iban a ocurrir) tuviesen el impacto devastador que estamos conociendo. ¿Qué hará el poder público si el CEyS le eleva un plan al respecto: lo archivará por inviable o procurará los fondos?

Los ejemplos expuestos saludan a los planes estratégicos, que no son sino el hacer las obras como corresponde y en el momento oportuno. Cualquiera sea el gobierno de turno, sus urgencias y necesidades, las acciones que realice deben responder a la planificación, la cual, por su naturaleza, presupone además la previa definición de prioridades para evitar la improvisación siempre costosa, desviaciones o sobreprecios.

Sobre la meta/visión

¿Qué papel juega la geoestrategia? Básicamente procurar que la sumatoria de los objetivos convenientemente planificados converjan en una meta o visión histórica, que exprese en este caso el papel histórico que Salta en conjunto ofrece a la Nación: un proyecto provincial para el largo plazo, solidario, responsable, transparente. En suma, definir la meta/visión con el concurso de todos los actores públicos y privados y -en función de ella- trazar los objetivos primarios y secundarios, lo cual implica a su vez otra lectura previa y desapasionada de los signos del complicado tiempo que nos toca vivir[4]

En aquella nota citada arriba, he planteado sin ambages lo que considero la meta o visión en cuestión: Salta –sexta extensión territorial y octava en población de Argentina, provincia fundante que cargó en sus espaladas una parte sustancial de la independencia, consciente de su matriz indoamericana y apoyada en tres límites internacionales y seis provincias hermanas- debe asumirse como núcleo geohistórico en concurso con las provincias involucradas en el Norte Grande, bisagra de esa vastedad geográfica ubicada en la periferia del cuerno de oro del Mercosur, lejos de todo pero no de Dios por suerte, puente además de integración con áreas vecinas de países del Atlántico y del Pacífico. Pero, sobre todo y en función del encastre nacional, Salta tiene la misión de abrir otra “puerta de la tierra”[5] antes de que concluyan los Bicentenarios, para equilibrar el injusto, frustrante y desnaturalizado esquema de poder de la Argentina de los últimos 100 años, en todas sus expresiones. ¿Podrá logarlo una Provincia cuya tercera parte de paisanos vive bajo la pobreza y lacras asociadas, con números globales que no alcanzan un magro 3% en la mayoría de los casos?

A modo de conclusión

Saber describir el escenario, distinguir cada árbol del bosque, es un arte que requiere preparación, esfuerzo y honestidad. ¿Es necesario aclarar que el CEyS no resolverá nuestras pasadas y pesadas rémoras? Antes bien contribuirá a resolver problemas –cuanto antes mejor- pensando en las generaciones venideras y sin desentenderse de la “cuestión” nacional, pues eso sería suicida. El CEyS es un instrumento, una herramienta que bien usada ha de producir resultados formidables. Pero así como será de vital importancia para (re)construir, igualmente puede ser muy útil para diseñar el proyecto de Provincia en dirección de la meta anhelada, expuesta en este trabajo.  

Pocos son los distritos donde, con mayor o menor eficacia, funcionan órganos similares; ni todos tienen rango constitucional. Los hay en la Ciudad de Buenos Aires, en Chaco, Córdoba y Tierra del Fuego, y de a poco empiezan a aparecer iniciativas tendientes a instalarlos. Salta se agregó a la lista y eso refuerza el compromiso de que nuestro Consejo empiece a funcionar pronto. 

La tarea no será fácil ni sus frutos se cosecharán como las brevas, pues así sucede con los cambios culturales; y de eso se trata. De acá en más todo depende de la lucidez de la dirigencia e intelectualidad salteñas, de sus fuerzas vivas, del conjunto social. Si no sabemos aprovecharlo, el juicio histórico será drástico e inapelable.


[1] A la fecha de escribir esta nota, la ley aún no había sido promulgada; ello ocurrió el 24/09/2013.
[2] Para entender mejor esta nota, léase “Un proyecto estratégico para Salta” (Claves nº 176, diciembre 2008), con la cual inicié varias notas sobre la geopolítica y geoestrategia en perspectiva provincial.
[3] Cito otra vez a H.O. Gómez Rueda en Teoría y doctrina de la Geopolítica, p. 89, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1977; y al francés Pierre Clerier, que aborda la geoestrategia desde una óptica militar en Geopolítica y geoestrategia, Ed. Pleamar, Buenos Aires, 1983.
[4] Puede ayudar un repaso de “Cambio de época, ¿cambio de paradigmas?: resultados inciertos”, Claves nº 205 – noviembre 2011.
[5] Ver “Abriendo máspuertas”, Claves nº 189, mayo 2010.

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