17 de junio de 2016

Para reivindicarlo hace falta bastante más que un feriado

Iruya.com, 17 de junio de 2016

¡Pobre General Martín Miguel de Güemes! 195 años después llegó un reconocimiento tardío, plasmado en un feriado nacional antes que en los manuales para escolares. La reivindicación adquiere mayor sentido pocos días antes de festejar el Bicentenario de la Independencia.
 
El presidente Macri zafó de la infidencia de la vicepresidenta (que anticipara un veto a la ley nº 27.258), apersonándose en la Guardia bajo las estrellas para cantar el himno y emocionarse –supongo- con el sobrecogedor toque de silencio por el corneta de la guarnición local.
 
La conspiración de comerciantes y hacendados hizo de Yacones zona liberada, y por allí penetró la partida que lo hirió de muerte. Los mismos reproches fenicios le vinieron pero de la CAME, cuyo secretario paseó por las radios porteñas despotricando contra un feriado sin sentido para un país que debe trabajar: la “requisa” esta vez obstaculizaba las ventas masivas para el día del padre. Los patriotas del turismo estarán contentos por los cuatro días que les tocó, imagino.
 
Por estos días escuchamos en los grandes medios nacionales tanta gansada junta y tan poco conocimiento de la historia de aquellos tiempos, que bien cabe preguntar si para conmemorar la gesta es suficiente con un feriado.
 
El artículo 2°de la reciente ley, manda que “El Poder Ejecutivo de la Nación, a través de los organismos pertinentes, desarrollará acciones de difusión tendientes a promover la reflexión sobre la personalidad del prócer nacional Don Martín Miguel de Güemes y su gesta en defensa de la libertad e independencia de la patria, por medios adecuados y con la antelación y periodicidad suficientes”. Ante semejante objetivo, seguro que será menester también una política de estado que reorganice y priorice los feriados.
 
De hecho, el tema es mucho más denso y complejo e implica despojarnos de una concepción de país ficticia y contraproducente, la cual -a 200 años de aquel  9 de Julio- sigue marcando dos Argentina que no terminan de entramarse.  Una,  geográficamente reducida y concentradora del bien y del mal, que quiere ser sus ojos, su cara su boca; otra “interior”, es decir interna como las vísceras.
 
Buenos Aires nunca superó la visión folklórica (con torpe colaboración salteña, dicho sea de paso) de la Guerra Gaucha que magníficamente describiera Leopoldo Lugones. En aquellos tiempos en que no había ejército, las urgencias de  la guerra necesitaban del paisanaje para formar milicias. Pero no eran gauchos guitarreros, era “toda la tierra en armas” como cantó el puntano León Benarós.
 
Nos tocó a nosotros pagar las consecuencias de aquel sino histórico “no pasarán”, y hasta hoy le cuesta muy caro a las provincias del NOA.
 
Güemes no es solo sus gauchos milicianos. Se lo entiende mejor por la dura polémica con el comisario político J.J. Castelli, luego de consolidar la victoria en la batalla en Suipacha – nov. 1810- gracias a una carga de milicianos de Tarija, y le costó el ostracismo en Buenos Aires, en donde conoció a San Martín. O con el Pacto de los Cerrillos -24 de marzo de 1816- con el incompetente Rondeau (derrotado meses antes en Venta y Media y Sipe Sipe), para asegurar el Congreso de Tucumán.
 
Casi dos siglos le costó a Güemes salir del paraíso clase B al que lo había arrumbado la historiografía oficial, unitaria, centralista, europeísta. De eso se trata, pues: dos visiones de país distintas, sordamente enfrentadas desde un principio, y que todavía no encuentran la bisagra unificadora de un proyecto nacional reivindicador de todo lo ocurrido en estas tierras desde 1816 hasta acá.
 
La gesta güemesiana constituye un aporte invalorable para mirar nuestra historia con amplitud. Su visión de la independencia apuntaba mucho más lejos, a la Patria Grande, y seguro que lo entendía mejor porque era de aquí, sencillamente. Ese Güemes no es solo patrimonio salteño, lo es tanto como jujeño y tarijeño. Es vallisto, andino y chaqueño, una muestra cabal de la diversidad cultural argentina, asentada sin complejos en la mezcla étnica y cultural que nos identifica y nos reclama.

No hay comentarios: