Con clara percepción de los intereses superiores de la Provincia, los senadores de Metán, Orán, Rivadavia y San Martín presentaron un proyecto de declaración (nº 14/2016) en la sesión del 7 de abril pasado. Bien por ellos… pero es insuficiente. En efecto, debieran involucrarse -sin mezquindades- diputados, intendentes, concejales y sociedad civil, en especial de los departamentos norteños. Sin involucramiento, corre riesgo otra oportunidad histórica.
El texto aprobado propone que el gobierno provincial “[…] a través del área que corresponda, arbitre los medios necesarios ante las autoridades nacionales, para que se incluya en el Plan Belgrano la realización de las obras y acciones tendientes al aprovechamiento múltiple del Río Bermejo”. No es la primera vez: en junio de 2014, la Cámara de Senadores había requerido obras de canalización cuando visitó Salta el encargado de la Oficina Comercial de Taiwán en Argentina.
Resulta un despropósito que la problemática del Bermejo esté ausente en el Plan Belgrano, pensado precisamente para beneficiar al Norte Grande Argentino. Más grave aún que esto no se debata.
La “cuestión” Bermejo, más allá del énfasis que cada gestión le imprimió desde 1983 en adelante, es decisiva para Salta. Lo corrobora una gran cantidad de documentos y estudios técnicos, gubernamentales o académicos, accesibles por internet. Pregunta ineludible: ¿por qué, entonces, el publicitado -y todavía brumoso- Plan Belgrano no la incluye? Con o sin este plan, ¿por qué nunca concretamos nada?
El Consejo Económico y Social (CEyS) puede y debe compaginar la información existente y dictaminar según lo faculta el art. 3 de su ley de creación (nº 7784/2013). Pero el “disparador” será siempre una solicitud del Poder Ejecutivo, el único que pone en marcha una consulta. Por suerte, el art. 2.4 de esa ley facilita las cosas ya que, en función de crear condiciones para el desarrollo provincial, el CEyS “podrá dictaminar sobre la actualización y ampliación del Plan de Desarrollo Estratégico de la Provincia de Salta (PDES 2030), aprobado por decreto del Poder Ejecutivo” (nº 2478/2012).
Pero en la Etapa de Formulación del PDES 2030 (capítulo Urbano, Ambiente y Turismo, apartado 3.2 Política y Gestión del Ambiente, pág. 127), hay apenas una mínima mención: “Proyecto Bermejo (COBINABE)”, sin ningún desarrollo o referencia, salvo la implícita remisión a las propuestas de la Comisión Binacional del Bermejo, que no contempla los legítimos intereses de las provincias que abarcamos el Chaco Gualamba, en toda su extensión.
Producido el dictamen del CEyS, intervendrían tres ministerios: el de Ambiente y Producción Sustentable (con cuatro de sus secretarías: Ambiente, Energía, Asuntos Agrarios y Recursos Hídricos), Ministerio de Infraestructura, Tierra y Hábitat (con Ambiente, Tierra y Bienes) y el Ministerio de Asuntos Indígenas y Desarrollo Comunitario. ¿Existe en esas instancias actuaciones específicas sobre el vasto asunto? En caso afirmativo, los salteños tenemos pleno derecho de saber de qué se trata.
Nicolás Boscovich es un experto en geoestrategia de la Cuenca del Plata, de la cual la del Bermejo es relevante tributaria. Analizó con detalle lo atinente a la integración nacional y regional a través de diseños fluviales claves y complementarios. En sus libros Geoestrategia para la Integración Nacional (Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1999) y antes en Geoestrategia de la Cuenca del Plata (El Cid Editor, Buenos Aires, 1979), dedicó varios capítulos al aprovechamiento integral de nuestro río emblema.
El Bermejo constituye un eje transversal de la hidrovía platina y atraviesa todo el “cono desértico”, que es la gran región chaqueña del centro-oeste sudamericano. Es muy aprovechable para la generación de energía hidroeléctrica, construcción de acueductos, presas reguladoras de crecidas y arrastres (sobre los ríos Pescado y Tarija), y, por cierto, de canales de navegación imprescindibles a la hora de vertebrar el espacio geográfico NOA-NEA con el resto del país.
Dentro del universo Bermejo adquiere singular importancia el Proyecto Zanja del Tigre, elaborado en mayo de 1975 por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación y Agua y Energía, ubicado en proximidades de Embarcación. En junio de 2012, la Provincia insistió su construcción ante la COREBE, calificándola “la obra madre, que permitirá desarrollar posteriormente la construcción de los canales del río para navegación”, cofinanciada entre la Corporación Andina de Fomento y la Secretaría de Energía de la Nación- Proyecto de Energías Renovables (enlace).
Hacia 1982 se hablaba de una central con potencia instalada de 234 MW, capaz de producir 945 GW hora por año, construible en cinco años con una inversión de casi u$ 180 millones. ¿Qué ocurrió desde entonces, para que esa aspiración no se concrete hasta la fecha? Aún con los ajustes, no es una obra faraónica.
Es importante recordar acá las dos concepciones “ontológicamente” distintas al respecto. El proyecto de la OEA, todavía prevaleciente en la agenta de COBINABE y COREBE, se inclina solo por un aprovechamiento hidroeléctrico y de riego en la alta cuenca. Por el contrario, y ya desde la creación de la entonces Comisión Nacional del Rio Bermejo (1957), el verdadero objetivo pasa por su múltiple aprovechamiento, o sea sumar a lo anterior –subraya Boscovich- los controles de crecidas, de sedimentos, provisión de agua potable, riego de cientos de miles de hectáreas y -en especial- la canalización para el transporte de mercadería por barcazas de empuje.
Esto debe quedar definitivamente claro, pues para los intereses permanentes salteños e incluso del país, la opción no es sino el uso integral. Recuérdese que en los 850 kilómetros de tramo argentino -de los 1.400 aproximados que tiene el río- se carga el 70% de las aguas; el 40% de ese recorrido está en Salta.
Mucho podría decirse sobre Zanja del Tigre. Está todo estudiado y escrito; pero están los que relativizan o cajonean el proyecto “por cuestiones técnicas” y estamos quienes lo reivindicamos en todas sus variables.
Para terminar, vale citar conceptos de Alberto Methol Ferré, cuando sostenía que en geopolítica las cosas obvias son tan evidentes que ni se las ve: “Si la política es la relación del hombre con el hombre tomado en su conjunto, es siempre una relación localizada en espacios concretos. […] Pero la historia no es tiempo, sino espacio-tiempo. Los tiempos solos o los espacios solos son muy abstractos. El espacio humano está siempre cualificado políticamente”.
En tanto pivot del centro oeste suramericano, por tamaño y ubicación geográfica, el destino de Salta como factor de equilibrio en un país desarticulado se juega minuto a minuto, según la convicción con que asumamos esas premisas. Quien quiera oír que oiga.
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