Causó revuelo la nota de investigación “Desde el Parlasur afirman que la Zicosur está desnaturalizada”, publicada el 27 de enero pasado, informando cuestionamientos de parlamentarios del Mercosur oriundos de provincias del Norte Grande Argentino, respecto del rumbo de la Zona.
El periodista Antonio Oieni blanqueó una situación preocupante para distintos estamentos, verificando un par de datos objetivos: 1– el gobernador Manzur excede el tiempo previsto para las presidencias pro tempore (cuatro años contra dos que corresponden -art. 14 del Estatuto-); 2 – durante su gestión se incorporaron miembros ajenos a la región del centro oeste suramericano.
Por mi parte, en una nota del 2 mayo de 2019 -“Zicosur, oportunidad para Salta”-había procurado advertir sobre la metamorfosis política e institucional derivada de su ampliación, que la desencuadra de su estrategia geográfica original.
La Zona de Integración del Centro Oeste Suramericano funciona hoy condicionada por la pandemia y su impacto en las economías regionales. Eso no es bueno para Salta, ni para el NOA ni para la RNGA. Esta nota se centrará, entonces, en algunos aspectos que debieran atenderse cuanto antes.
La Zicosur surgió en Antofagasta en 1997 para integrar “unidades subnacionales” (provincias, estados, departamentos o regiones, según cada denominación nacional) de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Perú, abarcando originariamente 4.178.234 km2 con casi 43 millones de habitantes. Su entramado de intereses abarca partes de Argentina y Brasil y todo Paraguay, miembros plenos del Mercosur; y áreas de los otros tres países que participan solo como asociados al mercado común. Asimismo, nuestro país, Bolivia, Brasil y Paraguay (más Uruguay) integran el Tratado de la Cuenca del Plata.
A los 49 miembros subnacionales registrados en el Estatuto anexo al Protocolo de Campo Grande (vigente desde noviembre de 2005), se sumaron -en la gestión Manzur- Córdoba, Paraná, Río Grande do Sul y 19 departamentos uruguayos (datos disponibles en http://zicosur.co/integrantes/ y en http://zicosur.co/wp-content/uploads/2019/ 11/Zicosur%2011-19.pdf). De los 80 actuales, Santa Catarina y Santa Fe estaban ya incorporados en aquel Estatuto. Los estados de Paraná y Río Grande, al igual que Santa Catarina, son costeros del Atlántico; Córdoba integra la región central de nuestro país y Uruguay la rioplatense. La presencia santafesina podría justificarse por la pertenencia al Gran Chaco Argentino de sus tres departamentos norteños, incorporación no prevista en el Estatuto para ese nievel. Así las cosas, ¿qué consideramos “centro oeste suramericano”?
Después de años de reuniones, la Zicosur original se institucionalizó en 2005, toda una complejidad jurídica por la condición de sus miembros. El art. 1 del Estatuto –Origen y objetivos- es claro: “[…] promover la integración regional con el fin de propender al desarrollo sustentable, logrando la inserción de la subregión en el contexto internacional desde el punto de vista competitivo, desarrollando el comercio exterior con los mercados internacionales, mediante la articulación de ejes de comunicación”. Desde ese momento, y dado el carácter internacional del foro, los gobiernos subnacionales fijan la agenda, que no necesariamente coincide con la del empresariado y actores sociales, sus primeros promotores y destinatarios.
Por otra parte, el art. V del Protocolo de Campo Grande prevé que el Plenario de Autoridades -órgano superior de Zicosur- se expida mediante decisiones o declaraciones adoptadas por consenso; por ende, no se vota. Siendo la membresía asunto delicado para cualquier institución, no hay registros en el sitio web oficial acerca de los fundamentos de las sucesivas incorporaciones y si hubo debates al respecto. Probablemente se encuentren en los archivos de alguna secretaria pro tempore.
El aspecto más delicado para considerar se refiere a la compatibilidad de intereses. Varias veces sostuve en estas páginas que la Argentina está partida por una franja territorial que integra el “cuerno de oro” suramericano (y del Mercosur). Su porción austral abarca desde Montevideo, Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, hasta Santiago de Chile. En esa área existe una fuerte concentración económica, de infraestructuras y población de los tres países involucrados.
En el tramo argentino, cinco distritos definen tranquilamente una elección presidencial: Buenos Aires, CABA, Córdoba, Mendoza y Santa Fe representan 2/3 de la población radicada en apenas 27% del territorio nacional. Suman 142 de los 257 diputados del Congreso Nacional (55%), el 76% del PBG nacional, 77% del empleo privado, 76% de las empresas privadas, 76% de las exportaciones y el 83% de los depósitos privados.
La Zicosur representa, pues, una oportunidad para equilibrar el enorme desfasaje entre la región central argentina, el Norte Grande y la Patagonia, y a la vez integrar la Nación. Con las nuevas incorporaciones aquel objetivo fundacional queda comprometido, en tanto la pampa húmeda y sus puertos pueden, como siempre, imponer su peso por simple cuestión de escala.
Las provincias de la RNGA, miembros originarios de la Zona, están realizando un gran esfuerzo para reconstruir esta región clave de la Argentina. Compatibilizar la agenda nacional/regional con la regional/subnacional es ardua tarea; las especulaciones políticas no pueden afectar a ambos conjuntos ni resentir la participación de los demás miembros. Tampoco ninguna unidad subnacional debiera trasladar internas nacionales a los socios extranjeros.
Los acuerdos se cumplen e interpretan de buena fe; por ende, no se trata de impugnar a nuevos miembros, mientras acepten el sentido histórico-geográfico de la Zicosur y el papel de la RNGA en ella para contribuir al equilibrio político- económico argentino. No olvidar que los miembros originarios de la Zona, por diversas razones, son áreas de menor desarrollo desatendidas por sus respectivos gobiernos centrales.
Existe una propuesta de reformar el Estatuto, con el criterio de suponer que los problemas y desafíos se resuelven con fórmulas jurídicas. Sí podría mejorarse el actual sistema de ingreso y retiro de partes, y establecer las categorías de miembro “observador” o “asociado” para unidades ajenas a la zona geográfica fundacional. O sea, no cerrar la Zicosur, pero sí despejar toda duda respecto de su objetivo unidad suramericana mediante la vertebración del centro oeste continental, sin perjuicio de emprendimientos superiores, atendiendo a los respectivos intereses nacionales. Tal aspiración se enmarca en la visión geopolítica de la Argentina Peninsular, marítima y antártica.
Paradojas de la pandemia, la imposibilidad de reuniones presenciales fue remplazada por citas virtuales, muchas e intensas durante 2020. Esta realidad permitirá potenciar trabajos, formar consensos y tomar decisiones con participación activa de las partes sin menoscabar la esencia de la Zicosur.
En esa idea, a los salteños nos toca contribuir a la consolidación del eje Santa Cruz de la Sierra-Salta-Antofagasta, como núcleo geohistórico de tal proceso. Llueva o truene.
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