24 de mayo de 2003

¿Y Ahora Qué?

CLAVES Nº 119 - mayo de 2003

  
1. En los últimos días las buenas conciencias se conmovieron nuevamente ante la seguidilla de atentados perpetrados por atacantes suicidas en Arabia Saudita, Marruecos e Israel-Palestina, en ese orden. Primero fue el ataque a barrios residenciales de Riad, donde suelen habitar ciudadanos norteamericanos; siguieron los ocurridos el viernes 16 de mayo en Casablanca cuando se realizaba, precisamente, una reunión sobre terrorismo entre delegados de Marruecos y Estados Unidos. El domingo 18 a la madrugada dos comandos suicidas se inmolaron en sendos atentados en el sector este de Jerusalén y, cerrando esta columna, dos kamikazes continuaron la orgía de sangre al día siguiente en el norte de Israel y en la Franja de Gaza. Resultado de todos ellos: decenas de muertos y heridos. Consecuencia: Ariel Sharon ordenó el cierre total de las zonas palestinas de Gaza y Cisjordania y suspendió un viaje a Washington, congelando el apenas iniciado plan de paz cuatripartito. Los especialistas han visto la mano de Al Qaeda en los dos primeros, por la sincronización y forma en que se llevaron a cabo; el segundo y tercero serían de Hamas.
                                                          
2. A ese tenebroso raid, se agrega otro acto terrorista ocurrido en Chechenia, un país de mayoría musulmana no árabe. El jueves 15, en la ciudad de Iliskhan-Urt, una mujer -viuda de un combatiente muerto por tropas rusas- detonó explosivos ocultos en sus ropas, intentando llegar a un alto funcionario de la administración pro-rusa, que se salvó de milagro. (Las mujeres ya están incorporadas de lleno a las acciones suicidas). Por esos mismos días, Australia, Nueva Zelanda, EUA y Gran Bretaña habían puesto en alerta roja a sus fuerzas de seguridad anunciando posibles atentados que, finalmente, no ocurrieron en sus territorios sino a miles de kilómetros de distancia.
                                                          
3. Paul Krugman, en el interín, advertía -desde The New York Times- una guerra civil en Irak. Han pasado los días, Saddam Hussein derrocado (aunque inhallable como Osama Bin Laden) es lo único concreto que puede exhibir el Sr. Bush (h); pero el mundo todavía aguarda alguna definición en torno del recurrente ‘nuevo orden’ que debe emerger cada vez que se guerrea contra Irak.. Si la perfomance norteamericana va a ser allí parecida a lo ocurrido en Afganistán, nada alentador se puede esperar. En este país la situación política es grave y, ante el vacío de poder y de ideas, las principales tribus recrudecieron sus enfrentamientos internos: los señores de la guerra han asumido el (des)control del territorio afgano... ¿previo acuerdo con la Casa Blanca?, ¿bajo qué términos?, ¿el negocio del opio?.

4. ¿Cómo hacer que se comporten ‘democráticamente’ pueblos de cultura e idiosincrasia tan diferentes a la occidental?. Irak, pese a todo, cuenta con práctica al respecto: salvo la etapa de descomposición final del régimen, la historia iraquí desde los años ‘50 así lo indica. No obstante su furia democratizadora, las fuerzas de ocupación observan con aprensión la vuelta del ayatollah Al-Hakim, líder de la mayoría chiíta, cuyo retorno triunfal a Basora el 10 de mayo, luego de 23 años de exilio en Irán, revivió el regreso de Ruollah Khomeini a Teherán. Al-Hakim reclamó un estado islámico moderado, elegido por los iraquíes y sin presencia extranjera. (Bendita coincidencia: un día antes EUA había planteado en Naciones Unidas que Irán, justamente, posee un plan nuclear secreto que urge desmantelar). Corroborando tal vez el pronóstico de Krugman, ya existió un conflicto anticipatorio que enfrentó a chiítas y sunnitas en ocasión de elegirse el consejo vecinal de la ciudad de Karbala. Ahora no parece haber intención de permitir que esa mayoría -decisiva en Irak- participe en elecciones libres por sus posibilidades ciertas de acceder al poder. Esta falta de claridad lo único que hace es alimentar al terrorismo, que irá esparciendo ataques indiscriminados por todo el mundo. Hasta el mismo Henry Kissinger se está alejando del concepto de “guerra preventiva”, desconectado de un centro de debate como la ONU.
                                                          
5. Todos los atentados de los últimos días, incluido el de Chechenia, están relacionados a la cuestión de la legitimidad. Tanto palestinos como chechenos coinciden en la pretensión de su independencia total, pero, a la vez, carecen de un mínimo e imprescindible canal de diálogo que no les enajene la consideración pública de su guerra sin cuartel. Más imposible aún es implementar una instancia que erradique definitivamente la violencia de esos sitios. Lo procuraba, por ejemplo, el reciente plan que los EE.UU, Rusia, la Unión Europea y la ONU entregaron a Sharon y Mahmud Abbas (el nuevo interlocutor palestino, ‘válido’ para Washington y Tel Aviv), tendiente a erradicar la intifada, congelar la colonización judía en territorios ya ocupados, establecer un estado palestino hacia 2005 a más tardar... y cerrar parea siempre el ciclo de Yasser Arafat. La “hoja de ruta” –como se le llama- se está haciendo añicos al igual que los cuerpos de las desprevenidas víctimas.
                                                          
6. Los conflictos existentes en Medio Oriente son de diversa índole y, si bien cada estado tiene su problemática, entre ellos hay un hilo que los enlaza y podría denominarse, genéricamente, la “cuestión árabe” en contraposición a la visión occidental -en general- y norteamericana -en particular- de los asuntos mundiales. Por eso, cuando las cosas no salen como los centros de poder apetecen, surgen los “choques de civilizaciones”, “ejes del mal” y cuanto galimatías se les ocurra para no cambiar nada. Los actos terroristas repercuten en la política interna de cada país en que se producen, se extienden como reguero de pólvora a los estados vecinos y proyectan su negatividad más allá de la región. Todo esto implica una legitimidad internacional que, en el fondo, ambos Bush no lograron imponer o sencillamente no quieren. Las actitudes unilaterales impiden que mecanismos multilaterales se pongan en cabal práctica en resguardo de Naciones Unidas y del derecho internacional.

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