CLAVES
121 – JULIO ‘03
La Cancillería le organizó al presidente una
agenda diplomática inicial de tres etapas, de menor a mayor en relación con la
envergadura de los interlocutores. Está claro que Néstor Kirchner privilegia la
relación con los vecinos del Mercosur, aunque posiblemente consciente de que
–perdón por la tenue metáfora- el bacalao se corta en otras partes. La primera
etapa ya sucedió, con los viajes a Brasil, Chile y Paraguay, comentados el mes
pasado (Claves nº 120 - junio 2003: “La política exterior del Presidente
Kichner...”). La segunda, europea, abarcó Gran Bretaña,
Bélgica, Francia y España, en ese orden, entre el 13 y el 18 de julio. La 3ª
etapa, nada menos que visita a la Casa Blanca prevista para septiembre, se
adelantó a pedido de George Bush (h), quien por razones de agenda –se va de
vacaciones- quiere conocer ahora a nuestro jefe de estado. La fecha de cierre
de esta columna impedirá comentar el resultado, por cierto el más relevante por
la significancia del interlocutor.
El patrocinador del tramo londinense
fue Anthony Giddens, teórico de la Tercera Vía, quien aconsejó a Tony Blair
integrarlo a la Cumbre de Políticos Progresistas; en ella participaron por
antigüedad y mejor derecho Ricardo Lagos, Lula y otros 11 mandatarios
socialdemócratas. Tanto el presidente como la primera dama tuvieron destacada
actuación en los debates (Cristina Fernández pronunció un discurso muy
aplaudido), que giraron en torno de la pobreza estructural, las cuestiones
ambientales y educativas. NK explicó a sus interlocutores “que hay un marco
diferente en Argentina”. Entre los contactos informales pero significativos,
figura el de Gerhard Schroeder, que le prometió hablar con Horst Köhler las
veces que sea necesario para avanzar en lo económico; no es poca cosa, habida
cuenta que en el FMI muchos dudan que NK tenga el poder y voluntad política
necesarios para sustentar un plan económico. Pero lo destacable fueron los
contactos con el anfitrión, garantizando en adelante un diálogo fluido... si
Tony no se cae. NK habló de la soberanía sobre Malvinas -y detrás el tema pesca
en la plataforma continental-, lo que no sorprendió a Blair por lo acontecido
hace poco en el Comité de Descolonización de la ONU.
La siguiente escala fue Bruselas, donde
se entrevistó con Romano Prodi actual presidente del Consejo de Europa.
Acompañado por el ministro de economía y el embajador Remes Lenicov, NK planteó
aspectos de la relación con la Unión Europea en conjunto. Las conversaciones no
fueron tan cálidas y debió soportar reproches sobre trato discriminatorio hacia
empresas europeas; se habló duro sobre tarifas de servicios públicos,
transgénicos y compensaciones a bancos. Ya en París decidió no correr riesgos
innecesarios: la indigestión de Bruselas le decidió a eludir un desayuno de
trabajo con empresarios. Estuvo, por supuesto, R. Lavagna pero no pudo atenuar
más reproches ni la sensación de desaire que le expresaron. Con Jacques Chirac
le fue mucho mejor; de hecho, los jefes de estado o de gobierno palmean
confianzudos las espaldas, los empresarios patean sin piedad. El presidente
francés prometió apoyo en las negociaciones con el FMI, un aumento de las
inversiones francesas y el envío a Buenos Aires de su ministro de economía.
Pero no se olvidó de mencionar el caso Astiz y el escozor que éste causa en la
sociedad francesa.
Esta 2ª etapa concluyó en Madrid con
amistosas recepciones por parte de sus majestades y del jefe Aznar. Allí se
repitió el esquema francés: cordiales plácemes oficiales y el encontronazo más
duro de la gira con los empresarios, en una reunión a la que NK concurrió
dispuesto a expresar sin remilgos sus puntos de vista sobre las privatizaciones
y la realidad económica argentina. Estuvieron, también, sobre el tapete los
pedidos de extradición del juez Garzón. En general, en todos los casos el
temario giró siempre en torno de los sofocones económicos de Argentina,
expresados en embargos de cuentas y bienes en el Viejo Continente, en el
reclamo constante reglas de juego claras y seguridad jurídica para las
inversiones.
En suma, si el saldo fue -pese a todo-
positivo lo dirá el tiempo cuando sepamos qué se prometió a cambio en este
permanente toma y daca que son las relaciones exteriores de los estados. En
materia diplomática muchas veces las formas escamotean el fondo de los asuntos.
La visita de NK no fue nota de tapa en los medios europeos; los ingleses, por
caso, ni lo mencionaron. De modo que ¿cuánto de lo que hizo no estuvo pensado
más para el frente interno?. La única forma de comprobarlo es con resultados
concretos, o sea, si empiezan a aumentar las inversiones, si el acuerdo con el
Fondo no se traba, si Bush no lo aprieta en Washington. Entonces, sí, se podrá
decir que la gira fue un éxito.
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