24 de julio de 2003

La Diplomacia del Presidente Kirchner, en Movimiento

CLAVES 121 – JULIO ‘03

La Cancillería le organizó al presidente una agenda diplomática inicial de tres etapas, de menor a mayor en relación con la envergadura de los interlocutores. Está claro que Néstor Kirchner privilegia la relación con los vecinos del Mercosur, aunque posiblemente consciente de que –perdón por la tenue metáfora- el bacalao se corta en otras partes. La primera etapa ya sucedió, con los viajes a Brasil, Chile y Paraguay, comentados el mes pasado (Claves nº 120 - junio 2003: “La política exterior del Presidente Kichner...”). La segunda, europea, abarcó Gran Bretaña, Bélgica, Francia y España, en ese orden, entre el 13 y el 18 de julio. La 3ª etapa, nada menos que visita a la Casa Blanca prevista para septiembre, se adelantó a pedido de George Bush (h), quien por razones de agenda –se va de vacaciones- quiere conocer ahora a nuestro jefe de estado. La fecha de cierre de esta columna impedirá comentar el resultado, por cierto el más relevante por la significancia del interlocutor.

Partamos de una hipótesis de trabajo: Argentina carece de significancia en los asuntos internacionales. Esta apreciación, quizás chocante, posee un aspecto positivo: entender de una vez que ni el mundo está en contra nuestro ni somos su ombligo. En tal escenario, el ascendente “Huracán” Kichner saborea el gusto de jugar en ligas mayores y, con lo que vivió hasta el momento, habrá tomado conciencia de la importancia que tiene para la política externa la coherencia en todas las líneas de gobierno. NK paseó su des-garbo por Londres, Bruselas, París y Madrid, ciudades que conoció por primera vez. Posiblemente su calculada imagen de chico-simple-de-provincias le aportó réditos frente a sus tonudos interlocutores. Habló con ellos casi de igual a igual y con mucha franqueza, procurando aceitar las relaciones personales, de comprobada eficacia en las relaciones bilaterales.

El patrocinador del tramo londinense fue Anthony Giddens, teórico de la Tercera Vía, quien aconsejó a Tony Blair integrarlo a la Cumbre de Políticos Progresistas; en ella participaron por antigüedad y mejor derecho Ricardo Lagos, Lula y otros 11 mandatarios socialdemócratas. Tanto el presidente como la primera dama tuvieron destacada actuación en los debates (Cristina Fernández pronunció un discurso muy aplaudido), que giraron en torno de la pobreza estructural, las cuestiones ambientales y educativas. NK explicó a sus interlocutores “que hay un marco diferente en Argentina”. Entre los contactos informales pero significativos, figura el de Gerhard Schroeder, que le prometió hablar con Horst Köhler las veces que sea necesario para avanzar en lo económico; no es poca cosa, habida cuenta que en el FMI muchos dudan que NK tenga el poder y voluntad política necesarios para sustentar un plan económico. Pero lo destacable fueron los contactos con el anfitrión, garantizando en adelante un diálogo fluido... si Tony no se cae. NK habló de la soberanía sobre Malvinas -y detrás el tema pesca en la plataforma continental-, lo que no sorprendió a Blair por lo acontecido hace poco en el Comité de Descolonización de la ONU.

La siguiente escala fue Bruselas, donde se entrevistó con Romano Prodi actual presidente del Consejo de Europa. Acompañado por el ministro de economía y el embajador Remes Lenicov, NK planteó aspectos de la relación con la Unión Europea en conjunto. Las conversaciones no fueron tan cálidas y debió soportar reproches sobre trato discriminatorio hacia empresas europeas; se habló duro sobre tarifas de servicios públicos, transgénicos y compensaciones a bancos. Ya en París decidió no correr riesgos innecesarios: la indigestión de Bruselas le decidió a eludir un desayuno de trabajo con empresarios. Estuvo, por supuesto, R. Lavagna pero no pudo atenuar más reproches ni la sensación de desaire que le expresaron. Con Jacques Chirac le fue mucho mejor; de hecho, los jefes de estado o de gobierno palmean confianzudos las espaldas, los empresarios patean sin piedad. El presidente francés prometió apoyo en las negociaciones con el FMI, un aumento de las inversiones francesas y el envío a Buenos Aires de su ministro de economía. Pero no se olvidó de mencionar el caso Astiz y el escozor que éste causa en la sociedad francesa.

Esta 2ª etapa concluyó en Madrid con amistosas recepciones por parte de sus majestades y del jefe Aznar. Allí se repitió el esquema francés: cordiales plácemes oficiales y el encontronazo más duro de la gira con los empresarios, en una reunión a la que NK concurrió dispuesto a expresar sin remilgos sus puntos de vista sobre las privatizaciones y la realidad económica argentina. Estuvieron, también, sobre el tapete los pedidos de extradición del juez Garzón. En general, en todos los casos el temario giró siempre en torno de los sofocones económicos de Argentina, expresados en embargos de cuentas y bienes en el Viejo Continente, en el reclamo constante reglas de juego claras y seguridad jurídica para las inversiones.

En suma, si el saldo fue -pese a todo- positivo lo dirá el tiempo cuando sepamos qué se prometió a cambio en este permanente toma y daca que son las relaciones exteriores de los estados. En materia diplomática muchas veces las formas escamotean el fondo de los asuntos. La visita de NK no fue nota de tapa en los medios europeos; los ingleses, por caso, ni lo mencionaron. De modo que ¿cuánto de lo que hizo no estuvo pensado más para el frente interno?. La única forma de comprobarlo es con resultados concretos, o sea, si empiezan a aumentar las inversiones, si el acuerdo con el Fondo no se traba, si Bush no lo aprieta en Washington. Entonces, sí, se podrá decir que la gira fue un éxito.

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