CLAVES Nº 124 – DICIEMBRE 2003
La captura de un Saddam Hussein muy devaluado ha
servido obviamente para movilizar la formidable maquinaria propagandística de
la Casa Blanca, apuntando antes hacia el frente interno que externo. De todos
modos, en vísperas de Navidad, el presidente Bush ha tenido su regalo ¿Le será
suficiente para la reelección?
SITUACIONES LÍMITES
Estados Unidos
tiene harta experiencia en situaciones límites; durante el siglo XX numerosos
ejemplos lo corroboran. En estos últimos meses y a medida en que se agudiza el
atolladero de Irak, se lo compara bastante con el ‘precedente’ Vietnam. Sin
embargo, lo sucedido en la Península de Indochina, desde Dien Bien Phu (marzo
1954) hasta la retirada norteamericana en 1973, aunque tiene resonancias
comunes, el contexto histórico ha sido otro y eso marca las diferencias.
Por lo pronto,
en el primer caso, aquel país estaba dividido y con dos epicentros antitéticos
(Hanoi al norte y Saigón al sur). Indochina había también padecido la ocupación
colonialista y gran parte de sus problemas se arrastraban desde entonces. Luego
del endoso francés del problema a los
EE.UU, el territorio vietnamita devino en pantanal político pues, ante la
imposibilidad de remplazar napalm por armas nucleares, la victoria militar se
hacía cada vez más ilusoria. Luego de la salida de las tropas de ocupación, la
reunificación sobrevendría tarde o temprano. El Vietcong tomó Saigón en abril
de 1975 y un año después la unidad se expresó en una Constitución única.
En el actual
caso de Irak, se trata de una sociedad manipulada y fragmentada por un régimen
despótico, que durante sus más de 20 años de gobierno generó graves
resentimientos sociales y políticos internos y se ganó la desconfianza de la
comunidad internacional. En ambos casos la coincidencia es, sí, total en cuanto
al repudio de los respectivos pueblos hacia la fuerza agresora de ocupación,
atentatoria de la dignidad y el destino de sendas naciones. Consecuencia: cruentos
episodios diarios de sangre con pronóstico de agravamiento imposible de
controlar. La resistencia insurreccional no es privativa de paisajes
selváticos.
Extrayendo
elementos de la experiencia vietnamita posiblemente aplicables a Irak, está
claro –por lo pronto- que Estados Unidos jamás admitirá una derrota militar y
tampoco aceptará que pueda sobrevivir algo de la estructura política de Sadam
Hussein (lo cual ahora es más improbable, según se pudo preciar con su
detención). Al igual que en Vietnam, es probable que una retirada
norteamericana sea gradual a partir del afianzamiento de un proceso de cambio
político-institucional al gusto de la Casa Blanca, con el agravante de una
carga adicional: quiera o no, el gobierno norteamericano será responsable de la
integridad territorial de Irak, cuestión no menor habida cuenta de las ingentes
reservas petrolíferas, de la cuestión kurda y de las tensiones recurrentes que
el país tiene con Irán y Kuwait. Entonces, ¿cómo hará el Sr. Bush (h) para
atenuar las calamidades de la posguerra, por otra parte muy previsibles?
Como
hipótesis de trabajo al menos, el objetivo real que justifica la permanencia
norteamericana son los negocios petroleros y la ‘reconstrucción’ de Irak. Este
dato es imprescindible para vislumbrar un rumbo, ya que ni las armas de
destrucción masiva, ni el terrorismo de Ben Laden, ni la tiranía de Hussein
pueden sostenerse con seriedad a esta altura. Mientras tanto siguen las muertes
y no solo en territorio iraquí: los atentados ocurridos en la isla de tunecina de Yerba en abril de
2002, la masacre ocurrida en Bali (octubre 2002), los de Yakarta y Riad de
agosto pasado, el ataque contra dos sinagogas en Estambul asumido nada menos
que por Al Qaeda, están vinculados a la ocupación de Irak. En Bagdad, y nada
más que en un par de meses este año, ha sido volado el cuartel central de la
ONU y la sede de la Cruz Roja. El golpe contra la base militar italiana en
Nasiriya ha tenido un efecto psicológico duro en la opinión pública europea.
Casi simultáneo a la detención, un ataque suicida contra un destacamento
policial en Jaldiya mató 17 iraquíes. Y la escalada seguirá en aumento.
KISSINGER DIXIT
El ex secretario de estado norteamericano
Henry Kissinger publicó un artículo (Clarín, 6/11/03, pág. 25), titulado “La democracia
en Irak no es sólo tarea de Estados Unidos”. El Dr. K, negociador de la retirada en Vietnam y del restablecimiento
de las relaciones de EE.UU con China, propuso un ‘retorno al multilateralismo’.
La nota no tiene desperdicio por el rigor del análisis y su concepción
ideológica, fundada en la óptica norteamericana de la más rotunda teoría
realista del poder.
Kissinger
pondera la Resolución nº 1.511 del Consejo de Seguridad, fechada el 16 de
octubre pasado, como ‘un extraordinario logro de la diplomacia estadounidense’.
Por cierto, diría el criollo, se cura en sano, pues está asumiendo que si
Estados Unidos no se retira de Irak el estallido popular se generalizará,
agravando todos los focos de tensión existentes en el mundo islámico.
Seguramente habrá influido su experiencia en Vietnam para proponer la sanción
de una nueva constitución y el establecimiento de ‘un gobierno surgido de
elecciones libres’, proceso al que le asigna una duración de dos años cuanto
menos. Y lo contrapone a la propuesta de sus aliados europeos que pretenden una
salida inmediata a través de una ‘entidad política soberana’ que conduzca el
proceso político. Esa resolución, consensuada por los 5 miembros permanentes,
procura la preparación de un texto constitucional antes del 15 de diciembre
próximo y un calendario electoral para someterlo a consulta popular (punto 7).
Además, determina que el Consejo de Gobierno -instalado por la Autoridad
Provisional de la Coalición- y sus ministros están investidos de la soberanía
del estado de Irak, correspondiéndole la transición ‘hasta que se establezca un
gobierno representativo, internacionalmente reconocido, y asuma las funciones
de la Autoridad Provisional’ (punto 4). Este Consejo es presidido por un
representante de la etnia kurda y por miembros de las comunidades chiítas,
sunnitas y otros sectores.
¿Por qué de
nuevo el multilateralismo?: porque el
unilateralismo norteamericano no ha
producido –ni mucho menos- los resultados políticos esperados; por ende, se
hizo necesaria la cobertura de la ONU, lo cual implica un reconocimiento
internacional del proceso de reconstrucción de Irak (eso es lo que pretende la
Res. 1511) o, lo que es lo mismo, una retirada honrosa de Estados Unidos.
Aunque considera la posición de Rusia, Francia -miembros permanentes- y
Alemania -miembro no permanente- un multilateralismo más de forma que de fondo,
Kissinger teme y advierte que la diferencia de enfoques con sus aliados
europeos, cuya alianza urge restablecer, no sea más que una pulseada contra ‘la
afirmación de la política clásica de equilibrio de poder disfrazada de
multilateralismo’. Gran estudioso y admirador de Metternich, HK no olvida que
la teoría del equilibrio de poder surgió por la necesidad que tenían las
potencias europeas de encontrar reglas de juego durante el siglo XIX, que
distendieran sus diferencias políticas y militares.
LA
CAPTURA DE SADDAM HUSSEIN
De
acuerdo a informaciones periodísticas, la compañía más importante que tenía
Saddam cuando lo sacaron de su agujero era una valija con dólares. Sin
teléfonos ni guardia pretoriana, muertos sus hijos y desmadrado el país, era
apenas una sombra. De modo que tal captura es apenas simbólica; en efecto, ante
la inexistencia de armas de destrucción masiva y de refugios los terroristas de
Osama Ben Laden, la tiranía de SH era la ultima
ratio. En estos momentos, ¿qué grupo domina Irak o controla su creciente
insurgencia?, ¿los restos del régimen derrocado, la mayoría chiíta, Al Qaeda,
los kurdos? Y al ya confuso panorama se agrega una nueva complicación: qué
hacer con Saddam.
Hay
una idea generalizada -de hecho razonable- que debe ser juzgado
‘imparcialmente’, pero por quién y dónde. Un tribunal como la Corte Penal
Internacional es imposible porque Irak no ratificó su estatuto. Aunque lo
acusen por crímenes de lesa humanidad, se plantearía el mismo problema inicial
del Consejo de Seguridad cuando decidió crear los tribunales penales para la ex
Yugoslavia y Ruanda: ¿se trataba de conflictos internos o internacionales? Si
se entiende lo primero, los tribunales serán obviamente iraquíes y la ley
aplicable la de ese estado más los pactos sobre derechos humanos y el derecho
internacional humanitario adoptados por Irak.
Habrá
otro problema si la legislación interna de Irak, sea de procedimiento o de
fondo, posee una labilidad tal que el de Saddam sea un remedo de juicio; lo
mismo ocurrirá si los jueces naturales no pueden o no quieren juzgarlo. Por
cierto, a la Casa Blanca no le sería difícil sostener que las políticas de SH
habían puesto en peligro la paz y seguridad internacionales: el aval de dos
resoluciones del Consejo de Seguridad lo corroboraría.
Lo más
probable es que finalmente se recurra al orden interno iraquí y le formen
causa. Considerando que las leyes aplicables resguardan el principio de
legalidad, el escollo será quién lo juzgará. Un tribunal natural puede ser
sospechoso de parcialidad para los EUA ¿Jueces designados por el Consejo creado
y monitoreado por las fuerzas de ocupación?, tampoco parecería asegurar
imparcialidad. ¿Un tribunal integrado con jueces de otros países?, afectaría el
principio del juez natural. En fin, complicaciones por donde se mire. ¿Se le
podrá aplicar la pena de muerte? Será muy difícil en el plano jurídico y
políticamente complicado. En el primer caso porque las tres cortes penales
existentes la prohiben; en cuanto a lo segundo, a nadie le conviene crear un
mito.
Y a todo
esto, ¿qué del pueblo iraquí? El gobierno norteamericano piensa que instalando
un gobierno interino, que respete la autonomía kurda y dé a la comunidad chiíta
un papel político más protagónico, las cosas se encauzaran razonablemente,
aunque ello implique mantener una fuerza militar al menos otros dos años. Pero,
mientras no se haga el esfuerzo de comprender la idiosincracia islámica,
mientras no se entienda que aún en la era de la globalización los pueblos
quieren ser dueños de su destino y exhibir dignidad nacional, Irak seguirá
siendo, y no sólo para los Estados Unidos, una trampa mortal.
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