24 de abril de 2004

El Dolor de España, Dolor del Mundo

CLAVES Nº 126 ABRIL 2004

El dolor de España fue el dolor del mundo y viceversa. El terrorismo no tiene patria y por tanto no tiene fronteras; ataca en cualquier parte a cualquier hora. Pero posee objetivos y métodos precisos y, por lo general, alguna causa motora. Luego del 11 M, parece conveniente considerar todos los aspectos que involucra un accionar terrorista de tanta envergadura, no solo lo que se ve en la superficie.

Qué se sabe, a ciencia cierta.

Los atentados del 11 de septiembre en territorio norteamericano, a más de tres años y medio de ocurridos, han tenido personas razonablemente implicadas en ellos. Sin embargo hay aspectos que aún permanecen en nebulosa. No han faltado quienes pusieron en tela de juicio los móviles de ese suceso, las conexiones locales, las fallas de inteligencia y hasta la propia explosión en el Pentágono. Se dirá que son típicas reacciones hollywoodenses en un país afecto a ello, pero escrito está al respecto. Al Qaeda, sea lo que sea ésta y quienes la dirijan, se adjudicó responsabilidad en esos operativos y así quedó para la conciencia colectiva.

Los atentados en Madrid –igualmente siniestros por lo artero, impactantes por lo inesperado, brutales por el resultado- lograron el objetivo de atemorizar a la población española, aunque no obstó el comportamiento ejemplar del pueblo que aumentó su participación en las urnas tres días después. Aterrorizar a la gente y enfrentarla por la sospecha, es un resultado inmediato en esta clase de acciones. Cerca de Semana Santa amenazaron nuevamente a España -y a Europa en general- con otro ‘baño de sangre’, del que no se salvaría ni Francia a causa de la prohibición del uso del velo a las niñas musulmanas en las escuelas públicas (argumento bastante menor frente al de sostener tropas en Irak). Finalmente no pasó nada, pero de esta manera manejan los tiempos y el humor colectivo. ¿Quiénes han sido los responsables de esas otras amenazas y cuánto tiempo se puede soportar esa clase de zozobras?.

Sobre llovido... el sábado 4 de abril cinco sospechosos de la autoría de los atentados del 11 M, decidieron masacrarse cuando estaban a punto de ser detenidos en el suburbio de Leganés, al sur de Madrid; entre ellos Abdelmajid Farkhet, sindicado como el cerebro organizador. Eran personas jóvenes de Túnez y Marruecos, mimetizados desde hacía tiempo en la vida diaria de la capital española. Esas muertes fueron un indicio más claro todavía de la relación de los atentados con grupos islámicos radicales y posiblemente Al Qaeda.

Ahora, tanto en este caso como en el del 11 S, la investigación parece diluirse con la muerte de los presuntos autores. Por cierto, los servicios de seguridad e inteligencia deben seguir trabajando en ambos a tiempo completo, aunque sea improbable que el gran público conozca a mediano plazo qué otras pistas hay y, en definitiva, a dónde conducen.

En otra ocasión comentamos que la comunidad internacional tiene desde hace tiempo incorporada en su agenda la cuestión del terrorismo (v. CLAVES nº 73 sept./ 98). En el marco de Naciones Unidas se ha trabajado bastante pese a que se haya concretado poco; es difícil que las agencias de inteligencia estén dispuestas a compartir toda la información que poseen y hasta cierto punto es lógico: preservar la información implica preservar la seguridad nacional, según la lógica de los estados axiales desde la Guerra Fría. Pero el caso español es particularmente grave por la forma en que un grupo no español opuesto a una política externa logra incidir en la política interna. Antes de los ataques, la ventaja del PP sobre el PSOE rondaba los tres puntos,  descontándose el ajustado triunfo de su candidato Mariano Rajoy.

La próxima España de Rodríguez Zapatero

Un remezón de los atentados madrileños ha sido la confrontación entre dos posturas, enredadas en mutuas acusaciones y suspicacias, que preanuncia duros debates sobre la situación interna de España y de su estabilidad política futura. La opinión pública se ha preguntó si no fue el terrorismo el verdadero ganador de las elecciones del 14 de marzo, planteo que roza peligrosamente la cuestión de la legitimidad. Los bandos se ubicaron en posiciones casi irreductibles: para unos, el Partido Popular fue castigado por el electorado al haber achacado la responsabilidad del atentado a ETA; los otros consideraron que hubo una hábil acción psicológica montada por importantes medios de comunicación vinculados al socialismo (léase Jesús Polanco y el Grupo Prisa, SER -Sociedad Española Radiodifusora- y Canal Plus).

Sin embargo, en ese momento todas las miradas convergieron sobre ETA, por dos aspectos básicos, la proximidad de las elecciones -buen momento para convulsionar España- por un lado y, por otro, el operativo policial en la ciudad de Cuenca, unos meses atrás, en el cual se le incautó explosivos en cantidad mayor a la utilizada en los trenes. Desarticulada como dicen que se encuentra, era posible esperar de ella un golpe semejante. Desmentidas posteriores de voceros del separatismo vasco parecen indicar que ETA fue ajena a los hechos, lo que no necesariamente implica que no haya habido alguna ‘conexión local’ para un operativo de tal envergadura por parte de ese grupo o algún otro que lo hiciera incluso por dinero.

Como sea, frente a la realidad de los cuerpos destrozados, las principales fuerzas políticas tienen escaso margen de maniobra ante a la dimensión desconocida de un terrorismo que golpeó una vez y en cualquier momento puede golpearles de nuevo. El comportamiento democrático de los españoles en medio de semejante dolor hoy no se redime solo con la ‘vuelta’ de España a Europa.

Finalmente José Luis Rodríguez Zapatero es el 5º presidente del gobierno español, y con toda seguridad estará consciente de la relación de fuerzas que indica el nuevo mapa político. Si bien el PSOE aumentó de 125 a 164 escaños en las Cortes y el PP disminuyó de 183 a 148, no ha podido alcanzar los 176 votos necesarios para formar gobierno sin ayuda ajena. Como sucedió en otras ocasiones, el socialismo debió recurrir a los votos de Izquierda Republicana, que en su versión catalana hizo muy buena elección, lo que implica una serie de compromisos riesgosos por las  relaciones que -se dice- existen entre esa agrupación y los movimientos radicales vascos.

Puesto que no fue un triunfo plebiscitario precisamente, RZ tendrá que enfrentar con sumo cuidado y a la vez el corto, mediano y largo plazos. En ese primer nivel, la prioridad será obviamente restañar las heridas de una sociedad aturdida, avanzando hacia el esclarecimiento total del atentado, a la vez de concretar la promesa del inmediato regreso de los soldados españoles. En el mediano plazo, el tema preponderante será el realineamiento español con la Unión Europea, especialmente con Alemania y Francia, y las consecuencias políticas y económicas que ese paso producirá en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos. El largo plazo coincidirá con las próximas elecciones generales dentro de cuatro años, fecha en la cual alguna definición habrá para la cuestión de las regiones. El PSOE ha propuesto nada menos que reformar la Constitución, prometiendo trabajar en tal sentido. Rajoy, ahora líder de la oposición, ya le anticipó su completa oposición.

Otra vuelta de tuerca

El cuadro de situación internacional que enmarca la decisión de la inmediata retirada española de Irak no puede ser más dramático, y se constatan los siguientes  problemas: el endurecimiento de Israel ante la situación de Palestina, que ha llegado a su exacerbación  con los asesinatos en poco tiempo de los jefes de Hamas. Estas muertes  totalmente imprudentes están llevando  la tensión a niveles insoportables, que ni el muro de contención logrará aplacar.  El otro eje dramático es la situación de Afghanistán de la que el gran público ni se acuerda, y que a raíz de los desaciertos norteamericanos se encuentra en un atolladero. Por último, obviamente, al cuestión en Irak, que ya no resiste el menor análisis, luego de demostrado que ese país no tenía vinculación con Al Qaeda ni poseía  armas de destrucción masiva. Si a ello se suma la resistencia Chiita que está recibiendo el acompañamiento de la facción Sumnita, un paso en falso implicará la guerra civil. Cabe agregar que no sería raro  que RZ reenvíe tropas en la medida en la medida en que éstas respondan al mando de Naciones Unidas, así sea a través del multilateralismo de la OTAN.

Y a todo esto, ¿Qué con Osama Bin Laden y Al Qaeda?   La reconstrucción de la vida de este personaje conduce a Arabia Saudita  y a los negocios, lícitos e ilícitos, efectivizados o frustrados. Por cierto que el clamor de los pueblos musulmanes  por el reconocimiento de su identidad e idiosincrasia se ve profundamente distorsionado por una prensa internacional que desinforma y por la incapacidad también  de vivir en tolerancia con los demás. La cuestión palestina  es el ejemplo paradigmático.

¿Cómo separar a Bin Laden de los negocios de su familia con la casa real saudita y por ende con las corporaciones multinacionales norteamericanas? ¿Cómo no considerar el papel de la CIA en al relación con Bin Laden cuando el enemigo común era el ejército soviético en Afganistán, la venta de armas, la ruta del opio, la explotación de petróleo y gas implican  elementos perturbadores que van más allá del mero fanatismo religioso. A veces se nos ocurre que Al Qaeda tiene algo de Spectre, la archienemiga del mítico James Bond.

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