CLAVES 128 JUNIO 04
*
El Poder Ejecutivo salteño impulsó la derogación de la ley provincial de
hidrocarburos nº 6.646/91, apoyado en su cómoda mayoría legislativa,
mencionando en el mensaje de elevación ‘cuatro argumentos esenciales’ (sic)
para hacerlo. El primero se refería al carácter de legislación transitoria,
pues nuestra ley se había dictado hacia la misma época de privatización de YPF.
En segundo lugar se aludió a la ‘dudosa constitucionalidad’ de la prohibición del
art. 1; afirmaba, además, que la norma derogada ‘podría entorpecer la actividad
que la Provincia desarrolle en función de la futura Ley Federal de
Hidrocarburos’, y, por último, que la ley podía ‘obstaculizar posibles
emprendimientos hidrocarburíferos actuales’. Finalmente, y luego de arduo
debate, la Cámara de Diputados sancionó una especie de ley transitoria,
obligando a su presidente a asumir la defensa que la bancada del PJ no atinaba
ante los embates opositores.
* La industria petrolera es una de las
‘industrias de base’ que a su vez mueve las otras. No hay en la Argentina y
tampoco en Salta inversión suficiente para explotar lo que haya bajo suelo
salteño. El negocio exige conocimiento y especialidad: ¿estamos en condiciones de lanzarnos a la aventura así sea
para concesionar áreas secundarias?. En estos momentos el precio del petróleo
continúa en suba, pasando ya los u$ 40 el barril de crudo; la rentabilidad del
negocio será mayor cuanto mayor sea la escala en que se lo aborde.
Paradójicamente, la presente crisis energética revela la ausencia de políticas
y por ende la falta de inversiones de riesgo. En medio de acusaciones y
sospechas, que recrudecerán con las primeras licitaciones, hubiera venido muy
bien la consulta previa al aún inexistente Consejo Económico y Social previsto
en el art. 77 CS.
* De hecho, hasta tanto no haya una política
nacional de hidrocarburos, la tentación de invocar vacíos legislativos hará que
las administraciones provinciales avancen por su cuenta en una sensitiva
materia que debe privilegiar ante todo los intereses de la Nación. Esta postura
se acentúa en Salta pues en numerosas oportunidades los principales
legisladores justicialistas y funcionarios del gobierno justifican sus acciones
en la inacabable lucha contra “los intereses del Puerto”. Sin perjuicio de
asumir que hemos sido vaciados como país por una sumatoria de errores
políticos, económicos y sociales (innecesario de recordar: para esos están las
crisis que arrasaron presidentes y ministros), esta muletilla demodeé no
advierte el riesgo de jugar con fuego. En los
principales países la política hidrocarburífera es cuestión nacional, de
políticas de estado, y al respecto coinciden economistas, técnicos
especialistas y juristas. Atrás del oportunismo del provincianismo cerril,
utilizado ideológicamente como justificador de acciones, siempre se agazapa el
fantasma de la disgregación... o la sospecha de negocios pocos claros, según se
expresó sin tapujos en el reciente debate en Diputados.
* Existen tres tipos de áreas: un área principal en
explotación por concesión nacional, otra secundaria en explotación o abandonada,
y una tercera en trámite de transferencia aún no explotadas. Para llamar a
interesados para ese tercer grupo sin ley regulatoria había que derogar la ley
6646. El gobierno provincial puede ahora convocar a interesados con el
compromiso de informar cada dos meses a las cámaras sobre las concesiones de
explotación, almacenaje y transporte. ¿Es eso suficiente, necesario y
conveniente?. Lo que las provincias petroleras debemos
hacer es propiciar el dictado de una legislación nacional en vez de que cada
una apunte a su negocio particular. ¿A quién beneficia la dispersión de
esfuerzos? La fuerza común ya logró en otro momento el cobro de u$ 700 millones
en concepto de regalías retrasadas. Tenemos una seria responsabilidad histórica
y nadie puede menoscabarnos el derecho de vigilar y proteger los intereses
locales, pero no es lo mismo hablar de turismo que de petróleo y gas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario