24 de julio de 2005

Inolvidable Reunión del G8 en Escocia

CLAVES 139 Julio 2005

La cumbre de las cumbres, o sea la reunión de los países del G 7 + 1 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón más Rusia), se realizó en la primera semana de este mes en Gleneagles, cerca de Edimburgo, Escocia. Como se sabe, el grupo está integrado por esos grandes países industriales-militares, cuatro de los cuales son potencias nucleares y a la vez miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho de veto. Estaban, así, los principales responsables del reparto de África en la Conferencia de Berlín (nov. 1884 – feb. 1885), dos de los cuales también destaparon la caja de Pandora en Medio Oriente con el acuerdo secreto Sykes-Picot (may. 1915).

Previamente, en Londres, la sesión preparatoria había coincidido con once conciertos en otras tantas ciudades del mundo, organizados bajo la consigna “Para pasar la pobreza a la historia”. Con la visión etnocéntrica de los países centrales, los conciertos pusieron la nota ‘conmovedora’, pues a raíz de ese reclamo las superpotencias se avendrían a condonar la deuda externa de 38 países del Tercer Mundo (categoría resucitada para la agenda internacional), mediante el irrisorio destino de un 0,7 % de sus ingresos para crear un fondo de ayuda, primero para África y luego Asia.

¿Qué papel juega el Grupo de los 7 en la política internacional? Si hubiera que trazar un esquema de dónde se juega el poder mundial, habría coincidencia de ubicar en pole position al eje Fondo Monetario Internacional – Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio y Organización del Tratado del Atlántico Norte. En esos organismos multilaterales siete de aquellos estados son socios mayoritarios: vendrían a ser entonces una ‘superestructura’, los que de última mandan en serio. Rusia aún no tiene el mismo status en FMI, BM y OMC y tampoco integra la OTAN, mas no puede quedar afuera de aquella por su extensión territorial, sus hidrocarburos y arsenales nucleares; aunque aún padezca los dramas de su reacomodamiento sistémico, al igual que a los futuros protagonistas de la política internacional a veinticinco años vista. No en vano fueron convocados a Escocia, los mandatarios de Brasil, China, India, Méjico y Sudáfrica, a los que se sumó el presidente de la Unión Europea (dato éste de especial significado).

Como sea, el Grupo se reúne formalmente desde hace más de tres décadas para monitorear los asuntos mundiales, no solo económicos sino todos los temas que requieran definiciones y acuerdos primigenios entre ellos. En esta ocasión, fueron variados y difíciles: la pobreza africana, el cambio climático, los subsidios agrícolas, el alza constante del precio del crudo, Irak, la proliferación nuclear y la economía china.

Finalmente, en su carácter de anfitrión, un conmocionado A. Blair anunció la creación de un fondo de u$ 50.000 millones, mitad para África mitad para el resto, la cancelación de las deudas de 18 países pobres y la fijación de una fecha tentativa (2010) para poner fin a los subsidios agrícolas. Tema especial fue el debate sobre el cambio climático, habida cuenta de que EEUU no ha ratificado el Protocolo de Kyoto -que debe concluir en 2012- siendo responsable del 25% de la emisión de dióxido de carbono. La idea del premier británico es lograr “un nuevo y genuino consenso” para esa fecha, que involucre además a las potencias menores invitadas, cuyos mandatarios sintieron que el precio de jugar en ligas mayores incluye ‘bajada de línea’. En fin, estas cumbres parecen concluir con resultados chirles y declaraciones de compromiso, pero a la larga termina sucediendo lo que allí se acuerda.

Y mientras los anarquistas antiglobalización desbordaron el impresionante operativo de seguridad con su violencia de primer mundo, el siniestro desparpajo del terrorismo de Al Qaeda golpeó justo donde sabe que duele: a inermes ciudadanos comunes yendo o viniendo a sus casas o trabajos en los transportes de la capital británica. Así, a Buenos Aires, Nueva York y Madrid (en orden cronológico) se sumó Londres, el mismo día en que la consagraban sede de los Juegos Olímpicos 2012. Fue un cachetazo para las grandes potencias, cuyos líderes –algunos devaluados, otros exhaustos- carecen hoy de respuestas políticas para este fenómeno. Pues, ¿qué tiene de nuevo el enfrentamiento de la periferia con las metrópolis? Las causas, por cierto, deben buscarse en otro lado: no es tanto cuestión de preguntar cómo ocurre sino porqué ocurre. Un grave problema mundial es la enorme concentración de riqueza. Los países ricos siguen siendo cada vez más ricos y los pobres más pobres, vaticinó Paulo VI en marzo de 1967. Y no se equivocó.

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