24 de julio de 2007

Brasil: inalcanzable...


CLAVES nº 161 - Julio 2007

El mensaje es para todo el mundo: nadie va a frenar a Brasil de cumplir con su papel histórico. No seremos sumisos para atender a los otros y no tomar en cuenta los intereses de Brasil (del presidente Da Silva, ratificando en el Centro Tecnológico de la Marina su apoyo a la construcción de un submarino nuclear, martes 10 de julio).
  
Picando en punta

Tres días después, Lula no pudo inaugurar los Juegos Panamericanos en el estadio Maracaná por la silbatina ensordecedora que inesperadamente le dedicó el público carioca. Aunque ese hecho tenga explicación, Brasil es así, puro contraste. Pero motiva esta nota otra noticia, que, pese a la poca repercusión en los medios, suponemos habrá dejado al gobierno argentino más confundido que con un tres a cero en un encuentro de fútbol definitorio: el 4 de julio, en reunión bilateral celebrada en Bruselas, la Unión Europea decidió conferir categoría de socio estratégico a nuestro vecino-pesadilla. Lo peor fue que los socios del Mercosur se enteraron por los diarios y de inmediato pasaron a reclamar razones; “Eso demuestra lo mal que están las cosas en el bloque. Algunos países vinieron a pedirnos explicaciones a nosotros en vez de llamar a sus socios brasileños”, comentó no sin ironía un reservado funcionario comunitario (“Bruselas apuesta a la seducción de Brasil”, La Nación, Comercio Exterior, 03/07/07, p. 4). Este duro golpe de real politik es, en todo caso, culminación de un proceso e inicio de otro que tendrá a nuestro gigantesco vecino como  protagonista estelar.

Nos guste o no, hace rato que Brasil baila con su propio ritmo cadencioso. Le sobra talla, en verdad; y ese andar líbero se advierte sea analizando las posturas de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, sea por la forma de negociar en la Ronda Doha de la OMC liderando el G 20, por ejemplo. Luiz da Silva proclama urbi et orbi tres consignas para penetrar en los cinco continentes, en particular África,  buscando oportunidades de la mano de una fina diplomacia heredada de la Casa de Braganza: multilateralismo, respeto a la diversidad y defensa de la democracia.

En este contexto, la descompasada política exterior argentina no está en condiciones de equilibrar relaciones de poder en América Latina. Los cortocircuitos de Lula con Chávez son sobreactuaciones de ambos para tomar distancias de los embelesos primigenios, cuando ambos estaban muy fresquitos en sus sillones. Queda Méjico, otro emergente, verdadero contrapeso histórico de Brasil, con el cual ahora convergen periódicamente nada menos que en las reuniones del G 8. Repasando el informe “América Latina: sociedades en cambio”, de febrero del 2004, investigadores del CELAM advertían cierta tirantez entre Brasil y Méjico por obtener el liderazgo, lo que no se entiende sino en función de sus respectivos relacionamientos con la Casa Blanca; no se trata de una diferencia ideológica sino de “perspectivas”, del interés nacional en suma. Tal vez la tensión esté cediendo porque ambos países transitan la misma senda, la de ser considerados “países axiales” según la categorización de Paul Kennedy.

Números recientes

La economía de Brasil creció sostenidamente a un promedio del 5 % anual en medio siglo a partir de 1930. De 1980 a la finalización del gobierno de Itamar Franco las tasas de crecimiento fueron bajísimas, hasta que Fernando H. Cardoso empezó a introducir una serie de reformas que dinamizaron el aparato productivo en especial con los denominados “fondos sectoriales”, que los hubieron para petróleo y gas, telecomunicaciones, transportes, informática, aeronavegación y biotecnología. Esa política se resume probablemente en el Fondo Verde Amarelho, cuyo objetivo central era promover la imbricación entre universidad y empresa: las universidades están a disposición del desarrollo científico, agropecuario e industrial porque se invierte el 1 % del PBI en investigación (v. Arturo Prins, “¿Brasil, primer tigre latinoamericano?”, La Nación Line, 5/10/04).

Hace poco, la economía brasileña ya se afirmó como una de las diez primeras del mundo, en algo más de una década desde que Cardoso, siendo ministro de hacienda, pusiera en marcha el Plan Real en 1994. Aparte de autoabastecerse de petróleo, se halla a la cabeza de la producción de biocombustible (que le permitiéndole estrechar los vínculos con el gobierno norteamericano); ocupa el tercer lugar mundial en el coeficiente reservas/producción de hidrocarburos y está sexto en materia de producción de petróleo; la fábrica de aviones Embraer es tercera exportadora del mundo; en quince años se transformó de importador neto en mayor productor y exportador mundial de carne vacuna; es primer productor de café, de azúcar y naranjas, de siderurgia y etanol; la cosecha de granos pasó de 78.4 millones de toneladas en la campaña 96/97 a los 131 millones de ahora. Al finalizar el segundo mandato de Fernando Henrique (1999-2002), las exportaciones anuales alcanzaban los u$ 50 mil millones de dólares contra u$ 130 mil millones al empezar da Silva su segundo período (2007-2010). A partir de 2.003 y 2.004 la economía brasileña comenzó a  tener superávit en la cuenta corriente, por tanto el no depender del capital extranjero para cerrar las cuentas le permitió cancelar su deuda con el FMI en 2005. En 2002 el riesgo país era de 2.300 puntos, ahora no llega a 145 (Luis Esnal, “Brasil acumula más records”, La Nación, Sec. Economía, 24/6/07, p. 7).

Como si lo señalado no bastara, en ocasión de visitar el Centro Experimental Aramar en la ciudad de Iperó, cerca de San Pablo (precisamente donde la Marina construye el submarino), da Silva anunció también una partida de u$ 526 millones para producción de uranio enriquecido destinado a alimentar reactores de potencia dentro de una inversión de u$ 3.600 millones que incluye al sumergible y una tercera central nuclear en Angra dos Reis (“Lula liberó fondos para el plan nuclear”, El Tribuno, Sec. Internacional, 11/7/07, p. 17), justo un día después en que G. Bush (h) anunciara una reaproximación a América Latina.

Tener o no tener  un proyecto, esa es la cuestión

Promediando la mitad del primer mandato de Lula, ya empezaban a verse los  resultados de políticas implementadas con más praxis que ideología, especialmente en el campo social, lanzando una guerra sin cuartel contra el hambre y un plan de becas y de farmacias de dudosa eficacia; tanto que el antecesor fustigó duramente al sucesor indicándole que los programas habían entrado a la historia “como ejemplo de pobreza conceptual y de incompetencia operativa”, permitiéndose sugerirle que “quizá se deba hablar francamente al país sobre el mejor rumbo para que del crecimiento del PBI se derive un desarrollo que fortalezca a la ciudadanía y amplíe la igualdad de oportunidades” (F. H. Cardoso, “Brasil, a marcha forzada hacia la insensatez”, Clarín 12/12/04, p 32). A partir de 2005, da Silva se desprendió de sus conmilitones más extremistas, expurgó los primeros atisbos de corruptelas y comenzó a tejer nuevas alianzas con  sectores en condiciones de soportar esos golpes de timón con mirada puesta en la reelección, que finalmente logró en segunda vuelta el 29 de octubre de 2006 (60,8 % contra 39,2 % de Geraldo Alckmin del PSDB) (v. “Con una aplastante victoria, Lula logró la reelección en Brasil”, Clarín, 30/10/06); él había ganado su primera presidencia en la primera vuelta, con más del 60 % de los votos.

Mientras Brasil siga creciendo en todos los aspectos, más difícil será seguirle el paso. Lo de la UE es un baldazo para el Mercosur. ¿Negociará el apoyo a su banca como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, a cambio de no postergar su destino latinoamericano, como alguna vez proclamara Cardoso? “La Argentina y Brasil se necesitan mutuamente -señalaba hace unos meses Miguel A. Espeche Gil-. [...] El accionar internacional, concertado bilateralmente en pos de objetivos compartidos, ha demostrado dar mejores resultados que las acciones emprendidas separadamente” (v. M.A. Espeche Gil, “Brasil en el Consejo de Seguridad”, La Nación, Sec. Notas, 10/11/06, p. 21). ¿Será esto posible?

La última vez que dedicamos esta columna a Brasil fue en mayo de 2005 (nº 137 “¡Ay Brasil, Brasil!”), ocasión en que informábamos sobre la definitiva integración brasileña al grupo BRIC (Brasil, Rusia, China y la India; ahora se van agregando a esa lista Indonesia y Méjico), que pilota el grupo inversor Goldman Sachs. En esa nota intentábamos repasar el destino histórico y geoestratégico de la República Federativa de  Brasil, que, tal vez para sacudir nuestra pereza intelectual, calificamos de “unívoco”. Por cierto que hay disonancias (de hecho, la izquierda no ha recibido con beneplácito el estrecho contacto con la UE), pero existe una línea histórica de la cual los sucesivos ocupantes del Palacio de Planalto no se apartan demasiado. Sin perjuicio pues de la hipérbole, constatable con datos precisos, lo cierto es que nuestro socio mayoritario está en el lote de las naciones líderes de la política mundial dentro de una generación, pese a los desafíos, amenazas y dificultades que Brasilia deberá sortear hasta entonces. Existen serios problemas (violencia, corrupción, pobreza generalizada) que justifican otro comentario, lo que se hará en el próximo número.

Tampoco será ésta la última vez que escribamos sobre Brasil; mas bien debiera ser una práctica más generalizada y constante. Tenemos razones suficientes que lo justifican, vinculadas al interés nacional propio según lo interpretamos. Y desde luego que eso va bastante más allá del fútbol. Mal que nos pese...

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