24 de julio de 2011

¿Cuál Humala asumirá la presidencia?


Claves nº 201 – julio 2011

El guerrero que todo lo ve (eso significa ollanta en quechua) triunfó por dos pelos. Keiko Fujimori peleó palmo a palmo en otro final de bandera verde, en el cual Ollanta Humala obtuvo un 51,25% de los votos contra el 48,74% de su contrincante. ¿Desequilibró la balanza la prédica de Mario Vargas Llosa convenciendo a los indecisos de las clases medias urbanas, acaso el explícito apoyo de Alejandro Toledo o es nomás la hora del presidente electo en esta su segunda incursión? Pero, ¿cuál Humala asumirá la presidencia el 28 de julio: el nacionalista irreductible de ayer o el progresista moderado de hoy? ¡Qué cosa Perú, qué cosa la zigzagueante dirigencia política de nuestra América Hispana!

Alan García concluirá el presente mandato mejor que su anterior aunque parecido al final de Toledo, esto es con prestigio personal en picada. Los peruanos aún no asumen que AT, enganchado a las reformas neoliberales de los años ‘90 promovidas por Fujimori padre, contribuyó a consolidar las bases macroeconómicas del Perú actual en progresiva evolución desde los ’80 del siglo pasado, luego aprovechadas por el “otro” García quien concluye la segunda presidencia con escasa popularidad y sin que, de nuevo, a la gente parezca importarle demasiado el fuerte crecimiento de la economía durante este quinquenio, que a su vez también aprovechará OH… si es que aprendió la lección de 2006. Corsi e ricorsi, que le dicen. ¿Qué buscaba, qué pretende aquel electorado?


En las elecciones del 9 de abril 2006 los máximos aspirantes fueron OH por Unión por el Perú, Lourdes Flores del Partido Popular Cristiano encabezando la alianza conservadora Unidad Nacional y AG por la legendaria APRA. Humala ganó la primera vuelta con el 30,9% de los votos, décimas por debajo del 31,72% que obtuvo en esta ocasión con Gana Perú (describimos aquel cuadro de situación en “Las elecciones en Perú”, Claves n° 147, abril de 2006). El discurso nacional-populista de Humala (nacionalizar recursos naturales en especial los hidrocarburos, revisar contratos con empresas multinacionales y controlar los sectores estratégicos de la economía) y un inoportuno abrazo con Hugo Chávez le jugaron en contra, suficiente para que los votantes decidieran darle nuevo turno a un García que entonces ganara en segunda vuelta -52,62% a 47,37%- sosteniendo exactamente lo contrario al discurso que le había permitido ganar, a los 36 años de edad, las elecciones de dos décadas antes. Muchos sostienen que el descalabro de su primera presidencia (1985-1990) fue la causa eficiente del fujimorismo, cuya continuidad vía Keiko implicaba para sus adherentes una suerte de revancha y para sus detractores otro salto al vacío, igual al pronosticado en 2006 si ganaba Humala. El ganador obtuvo los mejores resultados en el Perú profundo, en el sureste minero y empobrecido y algo menos en el noreste; la franja costera y urbana la prefirió a KF. Todo un dato para tener en cuenta a la hora de elegir su gabinete y dar las primeras directivas.

Con todo, para OH la referencia ya no es más el bolivariano sino el indiscutido y políticamente correcto Lula y ahora su continuadora, lo cual confirmó con la decisión de visitar primero a Dilma en la clásica gira antes de asumir que practican los electos; siguió después por Asunción, Montevideo, Buenos Aires (donde pidió a sus compatriotas el regreso a la tierra natal), Santiago, La Paz, Quito y Bogotá, postergando la escala en Caracas debido a la enfermedad de Chávez. Su pertenencia suramericana parece confirmada con ese periplo iniciático de dos semanas.

¿Qué país recibirá Ollanta Humala? Según un informe del Banco Mundial -“Perú en el umbral de una nueva era”, conocido en marzo pasado-, su PBI creció en la última década a una tasa promedio del 3,8% en un marco de estabilidad macroeconómica. No obstante, la reducción de la pobreza sigue siendo –propio de nuestra región- una asignatura pendiente dados los niveles de desigualdad social y el consecuente ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres. En los sectores rurales el 66% vive en la pobreza y un tercio en extrema pobreza, a la vez que “[…] un alto porcentaje es vulnerable de caer en la pobreza”. El Índice de Oportunidades Humanas para medir el acceso igualitario a los servicios sociales, “[…] muestra al Perú en el puesto 13 de 17 países de América Latina. Una de las razones que explican el pobre desempeño de Perú en este indicador -sigue el informe-, es la diversidad regional. Una evidencia es lo que pasa con el saneamiento: solo el 68% de la población tiene acceso a este servicio, lo que sitúa al Perú en el puesto 23 de 26 países latinoamericanos”.

Ollanta y Keiko encontraron, pues, sustento electoral en aquellos sectores populares que todavía no tienen cabida en el modelo de acumulación afianzado durante la última década con los gobiernos de Toledo y García: OH prevaleció en el interior profundo, KF en los barrios bajos urbanos. Ambos recogieron votos antisistema y por eso en los últimos tramos de sus campañas apuntaron a ganar la confianza del empresariado y de las burguesías urbanas, incluyendo a las clases medias emergentes producto del singular proceso denominado capitalismo a la peruana. Esta es la realidad peruana, no muy diferente a la del resto de nuestros países; pero los sostenidos índices de crecimiento anual del PBI explican la estabilidad política y una previsibilidad institucional como garantía de continuidad para los inversores.

El economista Hernando de Soto publicó durante la primera presidencia de AG, un libro –prologado por Vargas Llosa- que impactó fuertemente no solo en Perú sino en el resto de nuestros países, titulado El Otro Sendero (Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1987), una especie de tratado sobre la informalidad en economía: "El hecho fundamental es que los migrantes del campo a la ciudad, convertidos ya en informales, han realizado a través del tiempo una larga marcha hacia la propiedad privada, avasallando a su paso al estado y a la sociedad formal” (de Soto 1987:61), decía refiriéndose a los miles de desatendidos por el Estado y por ende desplazados de la “formalidad”, que con los años mutaron su condición de campesinos expulsados de sus tierras por la de pequeños empresarios urbanos devenidos en dadores de empleos. Sin prisa pero sin pausa Perú logró incorporar miles de emprendedores a la economía formal para abastecer las necesidades del mercado sobre todo en el rubro servicios, entre ellos el transporte público. Este no es, por cierto el legado de un gobierno identificable sino el resultado de un proceso que sigue afianzándose en el tiempo. Es obvio no hay microeconomía que subsista sin una macro que la enmarque.

Pero no se trata solo del capitalismo popular y de las dificultades políticas para consolidarlo ya que la corrupción, como en el resto de la región, es un dato penoso insoslayable. La minería (Perú es primer exportador mundial de estaño, oro, plomo y zinc, y el segundo en cobre y plata), el turismo, petróleo y pesca aportan al PBI lo suficiente para que la economía peruana mantenga las expectativas que se le asignan.

Por lo demás, está a la vista que la dirigencia peruana parece haber superado la inconducente disputa retórica en torno de la apertura económica. Toledo había apurado tratados de libre comercio con la Comunidad Andina de Naciones, el Mercosur, Tailandia, más un Acuerdo de Promoción Comercial con los Estados Unidos; García potenció esa tendencia con Chile y México. Hoy participa en la APEC y está a punto ingresar como quinto miembro pleno al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (espacio creado por Brunei, Chile, Nueza Zelanda y Singapur, vigente desde enero de 2006). ¿Tiene el futuro gobierno margen político suficiente para modificar ese rumbo?

Cómo hacer que la necesidad de redistribuir más equitativamente la renta nacional no desmorone todo lo logrado, es lo que en hay que enfrentar y resolver. La tentación del populismo nacionalista de izquierda confronta con la correcta identificación del interés nacional, eterno dilema de nuestros gobiernos: continuar o refundar, esa es la cuestión. De allí que en adelante todo dependa de la perspicacia y decisión de Humala. Por eso insistimos con la pegunta inicial: ¿qué Humala asumirá la presidencia del querido Perú?

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