24 de abril de 2012

Señales en el cielo: entre oportunidades y amenazas(*)

Revista CLAVES nº 208 Año XXI – Abril de 2012



No hace falta mucha perspicacia para percibir las señales en el cielo, basta prestar un poco de atención. ¿Nubes de tormenta o solo nubarrones?, ¿lluvia pasajera, granizo grueso, tornados, arreboles de esperanza? En verdad todo depende de quién observe y dónde esté parado, aunque oportunidades y amenazas vayan parejas.   

Hipótesis de trabajo (casi comprobada): las secuelas de la crisis mundial, que arrancó con las hipotecas fallidas, están lejos de superarse, pues habiendo nacido financiera devino económica y afecta por ende a la producción y al comercio mundiales. ¿El “modelo” capitalista tampoco da para más o se trata de otras ondas de N. Kondratiev? El cuasi derrumbe del welfare state afianzado en la porción “norte” del planeta, ¿es causa o efecto de los desbarajustes europeos? Esta pregunta puede resultar estrambótica para los habitantes de Mali,  Níger y Sudán, Afganistán o Yemen (más de 115 millones de personas a la deriva, sumando todos esos países hoy en situación desesperada), como igualmente ajena a los habitantes de los bolsones de pobreza, que proliferan en los países en vías de desarrollo y aún en aquel primer mundo, desbordado de indignados que escarban basura como la madrileña cuya foto dio vuelta al mundo a inicios de abril, o los que directamente optaron por el suicidio según ocurrió en Italia y Grecia para la misma época.

Tal hipótesis se enmarca en un escenario ya tratado en esta columna. En nuestra nota sobre el cambio epocal[1], referíamos cómo se está disputando un nuevo orden político y un esquema de seguridad mundiales, en los cuales la novedad está dada por el surgimiento de nuevos actores estatales y no estatales -amigables y no amigables- que se disputan las posiciones privilegiadas. También referimos en otra ocasión que las grandes potencias de hogaño, Estados Unidos en particular, nunca cederán protagonismo y -mucho menos- porciones de poder real por más golpes internos o externos que reciban. El presidente Obama fue por demás explícito en su histórico discurso en el Parlamento Británico, en mayo del año pasado[2].


Desde la firma de los tratados de paz de Westfalia para adelante, una élite de “naciones civilizadas” fijó rumbos y manejó los destinos del mundo, alternándose en la supremacía convencidas de cierto compromiso histórico de responsabilidad en tanto ejes de la comunidad internacional. España, Francia, Inglaterra, Prusia, Rusia, Estados Unidos, China, Japón y pocos más, jugaron entre sí con dados cargados durante los siglos XVIII, XIX y XX. Dados cargados por lo general, pero también a la ruleta rusa según como lo demuestran feroces guerras en el teatro europeo y en todos los confines donde vieran amenazados sus intereses. La lista es demasiado larga. Pues bien, a nuestro criterio, las reglas de juego[3] inventadas por necesidad a partir del surgimiento del estado moderno son insuficientes para abordar las problemáticas de la globalización, que -en ceñida síntesis- pasan por cómo evitar nuevas masacres por el control, aprovechamiento y distribución de los recursos naturales.

Una característica que marca esta primera década del nuevo siglo que hemos transitado es la afirmación del multilateralismo, entendiendo por tal un sistema de acuerdo que sustituya al unipolarismo norteamericano, y está impulsado básicamente por China y Rusia (que compartirán el gasoducto de Altai[4] para garantizar a la primera economía mundial 68.000 millones de m3 de fluido para no depender de los socios de Occidente), grupo al que se suman gustosos Brasil, India y ahora Sudáfrica. Frente a desafíos globales perfectamente identificables, la tendencia será a evitar, pues, los conflictos derivados del uso y mal uso de los recursos naturales, los daños ambientales, epidemias, endemias y pandemias, población y seguridad en foros intergubernamentales. Lo cual, dicho sea de paso, no implica necesariamente que en cada conferencia diplomática se creen nuevas organizaciones internacionales; siempre será más práctico replantear total o parcialmente las existentes. 

Un indicio de esos nuevos tiempos indica que no es imprescindible ser potencia nuclear para integrar los grupos selectos. Dentro del originario y mezquino G 6 (reunido por primera vez en 1973), la mitad –Alemania, Italia, Japón- no poseen armas atómicas; tampoco las tiene Canadá (incorporada en 1976) sí Rusia, cuando el conglomerado pasa a denominarse a partir de 1998 G 7 + 1. Ahora ya hablamos de G 20, que incluye a nuestro país que carece de hidrocarburos y fuerzas armadas, pero está en condiciones de alimentar a 400 millones de seres humanos. ¡Qué mejor signo de los tiempos!

No puede desconocerse la incidencia en el orden cuestionado que aún poseen los principales organismos multilaterales en los cuales las grandes potencias occidentales tienen una evidente gravitación desde su creación desde el final de la Segunda Guerra Mundial en adelante –FMI, Banco mundial, OMC, OCDE- sin perjuicio de la subsistencia de privates lobbies del tipo Club de Roma, Trilateral Comission, Club de París, para no embrollarnos con las logias del submundo delictivo vinculadas al narcotráfico, tráfico de armas o trata de personas, cuyo dinero sucio circula de lo más campante por los mismos circuitos del dinero limpio. 

Las señales a las que haremos referencia en esta nota, son las que cualquier mortal halla disponibles en los medios de comunicación, de cualquier naturaleza y de cualquier parte del mundo. Algunas pueden parecer referidas a cuestiones de coyuntura, pero sin embargo tiene capacidad para incidir, al menos en el mediano plazo, en  el armado de ese mundo que se avecina y que nadie garantiza si será mejor o peor que lo conocido.

Veamos algunas. Hace poco Jeffrey Sachs, el incordio economista que nunca será premio Nobel por su afán de cancelar las deudas externas de los países más pobres, retiró su candidatura al enterarse que Barack Obama propuso para presidir el Banco Mundial al médico coreano –naturalizado norteamericano- Jim Yong Kim, a quien calificó de un “líder del desarrollo global”. Que lo diga un duro crítico del recetario del FMI es todo un dato, más si el gobierno de Estados Unidos ha tomado conciencia de “esta nueva realidad que asusta”. Según Sachs[5], “en los próximos 10 años problemas con el agua contribuirán a la inestabilidad de Estados que son importantes para los intereses nacionales de seguridad de Estados Unidos”. Si su mandante no lo impulsa, cabrá al resto de los países presionar por un nuevo diseño de desarrollo, lo cual implica definir a qué sectores se orientará la inversión. Más de un lector sonreirá con esta apreciación, sin embargo se trata de otro rasgo del multilateralismo finisecular: la mayoría de los organismos especializados de Naciones Unidas tiene una vida propia en muchos aspectos, pues han debido adaptarse a los tiempos, a las necesidades y reclamos que la propia realidad humana ha impuesto. La tendencia es que esos organismos cada vez sean menos dóciles a las digitaciones de las grandes potencias para ser más multilaterales e universales, precisamente. 

Otro dato que merece seguirse con atención es la más feroz disputa de poder habida en China con motivo del cambio de mando que debe producirse en octubre cuando se reúna el PCCh. No resultará fácil remplazar a Hu Jintao, que en su mandato de 10 años hizo a su país la  primera economía mundial. Se anuncia un choque cósmico entre el ala reformista desarrollista que lidera el que se va, con la aún fuerte facción ultraconservadora (es decir maoísta), cuyo líder y miembro del Buró Político BO Xilai fue obligado a renunciar mediante una maniobra que lo maltrató (se acusó a su esposa de participar en el asesinato de un empresario británico)[6].

En menor escala, la reelección presidencial en Francia, cuya primera vuelta ya habrá ocurrido cuando el lector tenga este ejemplar en su manos[7], implica un dato importante por la incidencia del eje Berlín-París en los asuntos europeos y en la presente crisis que amenaza principalmente a los países del Sur continental -Portugal, España, Italia y Grecia- pero que puede maltratar al resto.

Por lo demás, ¿qué está indicando el atolladero sirio? Lo que ocurre en Siria, y ya pasó en Libia, es otro indicio del reacomodamiento de piezas en el actual tablero mundial, pues lo que allí sucede  -réplica de lo acontecido desde la crisis de Túnez en adelante- es un experimento relacionado a una forma menos traumática de imponer la paz y seguridad mundiales, expresada en el concepto de la “responsabilidad de proteger” a los pueblos de los delitos contemplados en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, que está sacudiendo los cimientos del principio de no intervención y de jurisdicción exclusiva tan imbricados con los de soberanía e independencia política.

Pese a hechos de violencia e intolerancia absurda e indiscriminada, como la matanza de cristianos en el norte de Nigeria en plena celebración del domingo de Pascua, el mundo sigue ofreciendo más oportunidades que amenazas. 

¿Está nuestro país en condiciones de integrarse al grupo de naciones líderes que van a definir el mundo para el siglo XXI? ¿Podrá ser un “bric” más? ¿Corremos riesgo de la membrecía en el G 20, tal se dice en algún corrillo? Es posible que muchos gobernantes no quieran a la Argentina imprevisible sumarse al grupo de naciones previsibles. Sin embargo, no habrá riesgo mientras nuestro despoblado país esté en condiciones de alimentar a millones de personas. De todos modos, no es para andar corriendo riesgos.

Por lo pronto, hay que dejar de mirarnos el ombligo y observar el mundo enmarcado en un proceso de globalización como nunca antes ocurrió en la historia. Y por lo que hemos expresado antes, es obvio que las hasta ahora potencias centrales querrán seguir siéndolo y a la  vez se esforzarán a través de una diplomacia activa para que el Club de privilegiados no se constituya en una verbena. Por ende, en estos tiempos en que se están barajando las cartas para dar de nuevo, miremos también para adentro por aquello de que ningún viento es bueno si no se tiene claro el rumbo.

Hay un puñado de señales negativas para considerar. Por lo pronto, no se debe tomar a la ligera la molestia de 40 de los 187 países miembros de la OMC por las restricciones que nuestro país está imponiendo al comercio internacional. El gobierno nacional ha amenazado con represalias, por ejemplo a Méjico, al que restringirá la venta de automóviles. Queja similar planteó en Buenos Aires el embajador de India en nuestro país, anunciando que, al igual que en 2010 y 2011, ese país reducirá la compra de productos argentinos. A Chile, subcontratista de YPF, hubo que respetarle una de las áreas que la ENAP chilena explotaba en territorio chubutense, y a las apuradas antes del viaje de la Presidente a Santiago. El mismo reclamo hizo Dilma Rousseff por Petrobras, por el área de Veta Escondida en Neuquén. Los empresarios brasileños y uruguayos están saturados de las arbitrariedades del secretario Moreno, lo cual llegó a su ápice cuando el canciller uruguayo  comparó la presión argentina sobre el gobierno malvinense con el bloqueo norteamericano a Cuba. Esas cosas no se dicen por una mala noche de sueño. En materia de política exterior y diplomacia, lo hemos dicho hasta el cansancio, nadie regala nada.   



* Esta nota se terminó de escribir antes del anuncio presidencial acerca de la expropiación del paquete accionario de Repsol-YPF, por eso no se menciona en ella tan importante suceso. De todos modos hay que sumar el dato a los otros descriptos en el final, acentuando –lamentablemente- nuestra fama de imprevisibles.
[1] Ver “Cambio de época, ¿cambio de paradigmas?: resultados inciertos”, Revista Claves nº 205 - noviembre 2011.
[2] “El discurso de Obama en el Parlamento Británico”, Revista Claves nº 202 – agosto 2011.
[3] Las reglas a que nos referimos son los grandes principios de derecho internacional en que se basa el orden de las  Naciones Unidas, detallados en el art. 2 de la Carta y en la Resolución 2625 de la Asamblea General, de 1970.
[4] Otra muestra de la disputa por el acceso a los recursos naturales: la respuesta norteamericana ha sido el Gasoducto Transafgano, que involucra a Afganistán, India, Pakistán y Turkmenistán.
[5] J. D. Sachs, “Un gran candidato para el Banco Mundial”, La Nación, Sec. Economía, 01/04/12.
[6] “China ante su mayor crisis política”, La Nación, 08/04/12; “Extiende China censura ante grave cirsis política”, Notimex, 12/04/12, en www.zocalo.com.mx.
[7] Actualizado  este artículo para su inclusión en este blog, el dato importante no ha sido tanto la paridad entre Hollande y Sarkozy, ambos en el ballotage, sino el avance del Frente Nacional de Marine Le Pen, en consonancia con otros partidos similares de Austria, Finlandia, Hungría, Noruega y Suiza; todos anti UE.

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