23 de octubre de 2014

El aborto también hace a la geopolítica



Diario El Tribuno, 23 de octubre 2014

Vox populi, vox Dei: pasado el vendaval del último fin de semana largo, El Tribuno del viernes 17 publicó una encuesta según la cual el 75,5% de las respuestas se expresó contra la legalización del aborto. Esta nota pretende sumar otra óptica, nunca considerada en el problemático debate. No obstante, si esta semana el Congreso Nacional aprueba el proyecto de la diputada Conti y concede jerarquía constitucional a la “Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer” (Belén do Pará, junio de 1994), el debate acá propuesto prácticamente carecerá de sentido.

La agenda “progresista” europea, implementada cuando los gobiernos socialdemócratas eran mayoría en plena construcción de la UE, se instaló en una Iberoamérica que había recuperado el estado de derecho. Por las razones que fuere (y hay varias), las dirigencias nativas se ahorraron el problema de pensar para el largo plazo comprando un enlatado sin beneficio de inventario.

Aquella agenda, entre tantos tópicos, refleja la mentalidad contemporánea en materia sexual, sustentada en un potente “combo” ideológico. La transformación de las conductas personales diluyó la trascendencia de una sexualidad enmarcada en la familia heterosexual-monogámica.

Las consecuencias sociales de esa matriz ideológica se expresaron en las revueltas de mayo de 1968 y su protagonista fue la generación de posguerra. Las consignas parisinas repudiaban los valores “tradicionales” imponiendo un drástico cambio en la perspectiva antropológica. La nietzcheana consigna de libertad hasta el paroxismo avanzó sobre áreas consideradas inviolables hasta la década de 1970: todo daba lo mismo, la Biblia y el calefón.

Los discursos académicos aterrizaron en la arena política y, entre tantas liberaciones, se instaló la cuestión del aborto. En realidad, cabe hablar del control de natalidad, dentro del cual el aborto es un capítulo.

En 1972 se había divulgado el Informe sobre “Los Límites del Crecimiento”, por pedido del Club de Roma integrado por un grupo de empresarios e intelectuales de diversos países, realizado por Dennis L. Meadows y un equipo del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Su impacto fue enorme, sobre todo por la relación entre el aumento de la población mundial con las necesidades alimentarias y sanitarias hacia fines de siglo.  

El superpoblamiento mundial fue la excusa para imponer métodos de control de natalidad, desde el uso de anticonceptivos a la redefinición de la familia clásica, pasando por la esterilización, el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido y la manipulación genética. Este otro “combo” condicionaba los aportes de organismos multilaterales; así operaba el Banco Mundial en tiempos de R. McNamara.

El famoso Memorando 200 “Implicancias del crecimiento de la población mundial para la seguridad de los Estados Unidos y sus intereses de ultramar” de 1974, inspiración del inefable H. Kissinger, planteó dos cuestiones a la geopolítica norteamericana: los cambios que en el equilibrio político mundial produciría la “bomba poblacional” y sus implicancias respecto del acceso a materias primas de uso industrial y militar. No obstante, el control de natalidad no debía aparecer como otra instancia del enfrentamiento norte-sur, sino camuflado en políticas generales de salud pública con las cuales la OMS tiene bastante que ver. Una profecía cumplida, si se observa que los países extensos y de mucha población están asumiendo un creciente protagonismo.

Una alarma saltó en Europa al activarse otra bomba, la del envejecimiento, por tres datos que señalamos en otra ocasión: 1 – para 2050 la cantidad de ancianos superará la de jóvenes, 2 – la desproporción repercutirá en la equidad intergeneracional e intrageneracional, 3 – la nueva realidad impactará en los planos económico (ahorro, inversión, consumo, trabajo, jubilaciones e impuestos), político (cambios en la representatividad política) y social (incidencia de la vejez en salud, vivienda y composición familiar). No es casualidad que, en su última gestión, J. Chirac aumentara las asignaciones para salir del esquema de familia corta; lo propio hizo China hace muy poco, en 2013, superando la política del hijo único vigente desde los ‘70.

El objetivo europeo de estabilizar la tasa de natalidad en 2,1 hijos por madre a escala continental (que garantiza el recambio generacional), aún no se logró. En la Argentina de 2012 el índice era 2,4 (contra 7 en 1912…) y con tendencia a 1,8 en pocos años, lo cual implica -para nuestras circunstancias- casi un suicidio colectivo. Somos la 8ª superficie territorial de la Tierra con muy baja población y encima mal distribuida, concentrada en apenas 1/3 del territorio.

El Programa sobre Población Mundial de Naciones Unidas prevé, para 2050, el siguiente orden poblacional: India, China, Estados Unidos, Pakistán, Indonesia, Nigeria, Bangladesh, Brasil, Etiopía y Congo. Rusia, México, Japón y Filipinas ya están en la lista que supera los 100 millones habitantes; Vietnam, Egipto y Etiopía lo harán pronto. Salvo los subrayados, ningún otro nos supera en superficie y sin contar la plataforma continental. Estamos actualmente en el puesto 32 y, de seguir así, descenderemos unos cuantos más, acotados al papel de exportador de materias primas. Para colmos el país vacío está desguarnecido, sin una mínima fuerza militar disuasoria para defender nuestros recursos. Mientras regresa la geopolítica, ¿dónde se diseña la nuestra?

Quien suponga que la baja población es una fortaleza debiera revisar sus fundamentos. Tratándose del principal recurso tangible de poder nacional, es imprescindible abrir las mentes y apuntar a otra dirección.

Todavía no son públicas las conclusiones de la comisión que trató los derechos sexuales y reproductivos, en las que se trabajó el aborto en el reciente Encuentro de Mujeres. Por averiguaciones realizadas a personas que allí estuvieron, esta visión de la problemática no existe. Los mismos clichés y cifras inconsistentes sustentaron un debate crispado y con maltrato a las disidentes. Si hubo honestidad intelectual, ella se debiera reflejar en el despacho final con constancia de la falta de consenso.

Estos encuentros apuntan a plasmar como política de estado la del control de natalidad en todas sus variantes, lo cual –aparte de torpeza histórica- sería inicuo. Siempre quedará la posibilidad de recurrir al referéndum para evitar mayorías automáticas, cerrazones ideológicas y también la corrección política habitual en muchos legisladores.

Bajo ningún punto de vista se puede negar la problemática del aborto, que abarca desde la violencia hasta la ignorancia, pero la perspectiva que proponemos acá -sin desconocer la necesidad de resolver las causas profundas aún intactas- apunta a la reconstrucción del tejido social argentino, priorizando erradicar el hambre y la miseria. Leamos los signos de esta época sin anteojeras ideológicas ni posiciones irreductibles. Con ellas, ¿a quién le hacemos el juego?

Nota final: dentro de poco abrirán las gateras y en abril estaremos eligiendo candidatos. Será imprescindible que éstos vayan sincerándose con la sociedad y sostengan con honestidad sus argumentos a favor o en contra. Salvo el PO, que en este punto al menos tiene las cartas sobre la mesa, ojalá el resto se defina pronto. El electorado no admitirá traiciones cuando deban sancionarse leyes esenciales.  

No hay comentarios: