4 de noviembre de 2014

Rogelio Frigerio, El Tapir


Rogelio Julio Frigerio nació en la ciudad de Buenos Aires el 2 de noviembre de 1914 y murió también allí el 14 de septiembre de 2006, con todos los achaques imaginables y completamente alejado de la política.

Frigerio fue de honestidad personal e intelectual intachables y un maestro autodidacta, lo cual parecía una minusvalía para los economistas "académicos", que jamás leyeron nada de él y muchos de los cuales nos llevaron casi a la ruina.

Con los hermanos Sábato supo militar en una variante juvenil del comunismo genérico creando el grupo Insurrexit, que de a poco fue abandonando por dos razones: su vocación nacionalista refractaria a la visión de las "internacionales", y su percepción de la potencia del surgente peronismo.

A mediados de los años "40 revisó sin rubores su base ideológica y con desilusionados de igual porte -como Baltazar Jaramillo, Narciso Machinandiarena, Arturo Sábato- fueron armando un nuevo pensamiento político- económico, cuyos postulados volcaron en la legendaria revista Qué sucedió en siete días, desde agosto de 1946, con Frigerio como subdirector. Se alejó de ella cuando la publicación asumió una postura de antiperonismo cerril y por eso clausurada en 1947. Reaparecida en 1956 como Qué a secas, Frigerio dirigió plumas como las de A. Jauretche, R. Scalabrini Ortiz (quien lo sucedió en la dirección) y Dardo Cúneo.

La usina estratégica
Rota la unidad de la UCR, Frigerio y un brillante grupo de diverso origen social y político (entre otros, Marcos Merchensky, Ramón Prieto, Juan José Real, Blanca Stabile, Arturo Sábato, Isidro Ódena, Oscar Camilión, Carlos Florit, Eduardo Calamaro) se sumaron al gobierno frondicista y luego constituyeron la famosa "usina" de Av. Córdoba y Talcahuano. Coincidían en el desarrollismo como plataforma política y electoral para el tiempo de posguerra, una plenitud de tiempos aprovechada por Brasil y México y desaprovechada en Argentina por el golpe de estado de marzo de 1962. Es increíble que, aún hoy, el progresismo vernáculo pase por alto esa afrenta institucional. Así nos fue.

Conoció a Arturo Frondizi en casa de Machinandiarena y a instancias de éste; el ex presidente solía decirnos que "ese día había nacido el desarrollismo" del cual Frigerio fue el partero, sin dudas. Su aporte en la construcción del triunfo electoral de la UCRI fue el pacto con Perón, en virtud del cual se devolvió la CGT a los sindicatos. Fue suficiente para ganarse la antipatía de los militares, que en una de las tantas asonadas de aquellos años- pidieron su cabeza a fines de 1958. Para no complicar las cosas, salió del gobierno pero sigo siendo su ideólogo. Frigerio fue prolífico autor de una treintena de libros, no solo de economía y política sino también de poesía popular y tango, dos debilidades que compartía con su amigo Ernesto Sábato.

A los efectos de este recuerdo, tres libros marcaron a muchos de mi generación, Las condiciones de la victoria (1959), Estatuto del Subdesarrollo (1967) y Economía Política y Política Económica Nacional (1981), obras paradigmáticas de lectura imprescindible para el análisis del proceso económico, político y social argentino. Sintetizo su pensamiento con esta impecable síntesis de Guillermo Gasió, extraída de un ensayo de su autoría escrito a los 40 años de publicado el primero: "Según Frigerio, el problema básico de la Argentina radica en la ubicación del país frente a la división internacional del trabajo, y en la estructura que se ha conformado a partir de ese hecho. Conforme su análisis, el rasgo esencial del subdesarrollo argentino es cualitativo y no cuantitativo: la insuficiencia de su estructura productiva para generar un crecimiento autosostenido con los resultados del comercio exterior. Para Frigerio, desarrollo implica una estructura productiva integrada vertical y horizontalmente; una estructura que incluya los sectores industriales básicos y se implante de manera armónica en toda la geografía nacional. Para ello, es necesario dar prioridad al desarrollo y a la integración nacional por sobre la integración regional y las diversas formas de apertura de la economía. La formación de capital, como problema básico del desarrollo, implicaba para el caso argentino, entre otras medidas, fomentar la inversión extranjera, la libre empresa (protegiéndola en particular del monopolio financiero "que por su magnitud exceda o esté próximo a los niveles del poder financiero del propio Estado''), y liberar precios y salarios. [...] En la concepción de Frigerio no cabía ni el espontaneísmo ni el gradualismo: el ritmo es condición primordial del desarrollo en el mundo contemporáneo".

El desarrollismo nos interpela

Cometió errores cuando su jefatura del MID pues, como buen tapir, embestía, pero jamás descuidó la vocación nacional de sus propuestas. Generó discusiones apasionadas e inconclusas, fue implacable con la partidocracia, pero el balance de su positiva vida se advierte a la hora de los reconocimientos póstumos, incluso de parte de quienes fueron en su momento implacables con él y con Frondizi. En estos días habrá varios actos conmemorativos y muchos dirigentes políticos lo recordarán, lo elogiarán, lo invocarán. Nada garantiza, sin embargo, que realmente quieran/ sepan/ puedan aplicar políticas verdaderamente desarrollistas.

Los sucesos del último tramo del siglo pasado pusieron el mundo en otra dirección. Hoy desarrollismo implica sobre todo innovación científica y tecnológica. RF no hubiera soportado que la dirigencia argentina no sepa leer los tiempos, siga pensando en vivir de las comodities y no haya invertido un céntimo en lo otro.

El paso del tiempo permite sacar conclusiones desapasionadas, varios sentimos que don Rogelio merece estar en la cumbre del pensamiento nacional. Y por derecho propio.

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