Diario El Tribuno, 3 de febrero de 2016
El Tribuno ha dedicado crónicas,
reportajes y notas de opinión al muy anunciado Plan Belgrano, que el candidato Macri había erigido en consigna de
campaña para sus giras proselitistas por el gran norte argentino. Más información
está disponible en http://mauriciomacri.com.ar/propuestas/plan-belgrano.
La Región del Norte Grande Argentino
(RNGA) está constituida por las seis provincias del NOA y las cuatro del NEA,
constituyendo una superficie de unos 760.000 km2 y alrededor de siete millones
de habitantes, con cinco límites internacionales y los más variados climas, geografías,
recursos naturales e idiosincrasias. Sin embargo, también en conjunto, su PBI
anual no supera el 11% nacional (contra el 35% de la Prov. de Buenos Aires, por
caso).
La
RNGA fue creada por un Tratado Parcial Interprovincial suscripto en Salta -abril
de 1999- e instituyó un Consejo Regional compuesto por una Asamblea de
Gobernadores, una Junta Ejecutiva y un Comité Coordinador. Su página oficial -http://regionnortegrande.com.ar/-
informa sobre la actividad de los gobiernos provinciales, que no es mucha ni
actualizada, pese al evidente esfuerzo de sus encargados. Ya nos referimos a
esto en “Norte Grande: política, geografía, pobreza” (09/03/15),
a disposición de funcionarios, legisladores, concejales y de quienes deseen
involucrarse en esta problemática.
Es una región de pobreza ofensiva y de
las mayores necesidades, lo cual se constata dramática y asiduamente con las
muertes por desnutrición. Para ampliar, recomendamos leer “La fragmentaciónargentina: pobreza en el Norte Grande” (Revista Criterio nº 2361 de julio 2010) del
investigador Alfredo Bolsi.
Han pasado tres décadas de gobiernos
democráticos y el panorama no ha cambiado casi nada. La ausencia de inversión y
la imbatible lógica del mercado siguen postergándonos, tanto como nuestra falta
de visión estratégica de largo plazo. En fin, todo por hacer. Los pueblos del
Norte Grande no soportaríamos una nueva frustración histórica.
Cuando la victoria militar empezaba a
inclinarse a favor de los aliados, Estados Unidos y Gran Bretaña promovieron
-en junio de 1944- los acuerdos de Bretton Woods, cuyo objetivo principal era diseñar
la economía de posguerra y no repetir los errores de los acuerdos de Versalles,
en 1918. Una de sus propuestas fue el famoso Plan Marshall, monumental
inyección de más de u$ 10.000 millones destinados a rehabilitar la economía
europea, empezando por la indispensable reconstrucción de la infraestructura
ferroviaria, caminera, portuaria y aeroportuaria de aquellos devastados países.
De esa cantidad, un 85% correspondía a subsidios y el 15% restante a
empréstitos públicos. Ya sabemos cómo siguió la historia: Europa se puso de
pie, se integró y hoy constituye una de las tres principales economías del
planeta, pese a sus actuales claroscuros.
Diecisiete años después, la revolución
cubana precipitó una vieja idea promovida por Nelson Rockefeller un cuarto de
siglo atrás, que finalmente se concretó con la Alianza para el Progreso (ALPRO)
incluida en la Carta de Punta del Este, agosto de 1961. A diferencia del Plan
Marshall, la ALPRO puso énfasis en la asistencia social antes que en la reactivación
económica, y el gobierno norteamericano hizo exactamente lo contrario al otro
caso, asignando un 15% de subsidios y un 85% de empréstitos. Frondizi le
anticipó a J.F. Kennedy el fracaso del plan, pues el grueso de la inversión no
se destinaba a cambiar la estructura del atraso de América Latina. Dicho y
hecho: la construcción de viviendas, cloacas, hospitales, escuelas, no obstante
su necesidad, nunca revirtieron los indicadores del subdesarrollo económico.
Con tales referencias históricas y la
información a nuestro alcance, es difícil saber si el Plan Belgrano será como un
Marshall o una ALPRO, pese a que ya tiene asignado $ 16.000 millones destinados
–en principio- a obras de infraestructura por un lapso de diez años, lo cual
presupone el respaldo de sucesivos gobiernos.
En el reportaje que este diario
realizó al Sr. Cano, éste abundó en generalidades, mezclando rieles con
radares. Salvo la certeza de aquella cifra no se sabe aún cómo se financiará y distribuirá,
a qué proyectos se destinará, quién fijará las prioridades y, lo más
importante, qué incidencia tendrán las provincias destinatarias en los diseños
que se propongan desde la Casa Rosada. Dicho de otro modo, ¿subsidio o
empréstito?, ¿programas enlatados, destinados a cuestiones siempre desatendidas
(que por lo demás son de jurisdicción nacional)? ¿O se asignarán importes y las
provincias los administrarán en función de sus propios proyectos?, ¿se hará un
ranquin según superficie, población, méritos o filiación política? ¿Habrá
alguna coordinación nacional o federal?, ¿qué papel orgánico tendrá la RNGA, si
se pensó en alguno?
Estas preguntas adquieren relevancia
singular en un contexto político distinto. Siete de las diez provincias están a
cargo del FPV, cuyos gobernadores han constituido otra liga para disputar la
conducción del PJ luego de tragar muchos sapos durante los doce años del despiadado
unitarismo kirchnerista.
En suma, para que el Plan Belgrano no
quede en buenas intenciones y sea un real beneficio, Salta debe movilizarse
integralmente y promover reuniones en el marco de la RNGA. Después de muchos
años y con gran esfuerzo logramos elaborar el Plan de Desarrollo Estratégico
2030 y crear el Consejo Económico y Social. Pero las desatenciones tendenciosas
fue exclusivo asunto del matrimonio Kirchner; se trata también de nuestras
propias falencias. Tanto el Plan como el Consejo no terminan de encarnar en la
sociedad salteña, porque tampoco las dirigencias se han ocupado en instalarlos.
Los salteños tenemos objetivos geoestratégicos
que concretar, para los cuales es imprescindible un giro de 180º grados en
nuestra visión política. ¿Nos vamos a resignar a que la del Bermejo sea nomás
una utopía?, ¿Zanja del Tigre no se construirá jamás?, ¿y la prospección
hidrocarburífera? ¿Nunca tendremos petroquímica o un polo de desarrollo
tecnológico de primer nivel? ¿Viviremos siempre supeditados a los avatares de
la relación con cada gobierno central?
Seguiremos atentamente y de cerca la
evolución del Plan Belgrano, convencidos de que es una oportunidad bastante
módica que hace a nuestro destino histórico. Algo para empezar pero no para
quedarnos solo con eso.
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