5 de marzo de 2013

Hugo Chávez hasta 2019, al menos

Con motivo del fallecimiento del presidente Hugo Chávez se reedita la siguiente nota.



Claves nº 214 – Octubre 2012
  
¿Ha llegado el momento en que Hugo Chávez Frías concrete su modelo socialista del siglo XXI? Para ello deberá reeditar -revisar o ampliar- la propuesta sometida a referéndum a fines de 2007, ocasión en que perdió por el 1.4 % de los votos. Aunque las constituciones en sí mismas no transforman la realidad, si lo hace dentro de los próximos seis meses irá por todo. No pueden desmerecerse los logros obtenidos hasta ahora en cuanto a disminución de pobreza y aumento de la ocupación; sin embargo,  ¿podrá, querrá? 

Herramienta política para las coyunturas

Veamos el derrotero constitucional venezolano desde principios del siglo XX, en el cual se pueden rastrear algunas claves para desentrañar la profundidad de las propuestas del colorado comandante.

Juan V. Gómez Chacón -creador del Ejército Nacional- ejerció un poder omnímodo desde 1908 hasta su muerte en diciembre de 1935. Durante ese largo período adaptó la Constitución venezolana a sus necesidades en 1909, 1914 y 1921. En julio de 1936 se volvió a retocar la Carta Magna para acomodar cargas y afrontar los tiempos duros que se anticipaban para el país y el mundo. 

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la Constitución fue reformada en 1947, instituyéndose por primera vez el voto directo y universal, el voto femenino y el de los analfabetos, y los 18 años para ejercerlo. Con ella construyó su poder el Gral. Marcos Pérez Jiménez hasta su derrocamiento en enero de 1958[1], dejando en el camino a su propuesta del Nuevo Ideal Nacional[2]. La asonada militar que lo destituyó apuró, en octubre de 1958, un acuerdo político entre los principales partidos (AD -Acción Democrática-, COPEI -Comité de Organización Política Electoral Independiente-, PCV -Partido Comunista Venezolano- y la URD -Unión Republicana Democrática-), conocido como Pacto del Punto Fijo, cuya consigna fue expresada por Rómulo Betancourt al asumir la presidencia en ese mismo año: “Nunca más el canibalismo político en este país”. Pero la garantía de la alternancia terminó siendo una cáscara vacía, colmando progresivamente la paciencia social que estalló en el “caracazo” de febrero de 1989.

Betancourt propuso en 1961 un nuevo texto constitucional producto de aquel acuerdo político partidario. Este era el vigente cuando HCh ganó las elecciones de diciembre de 1998. No pudo haber sido más explícito, cuando al asumir el cargo juró sobre una “Constitución moribunda”, para él causa fuente de las frustraciones venezolanas. 

El paso inmediato del ganador fue promover la reforma de 1999, un corpus de 350 artículos (la nuestra tiene 129). Elimina el Senado y los senadores vitalicios, instala la Asamblea Nacional única, instituye el nombre de República Bolivariana de Venezuela, unifica las fuerzas armadas en una Fuerza Armada Nacional, eleva el mandato presidencial de 5 a 6 años (con reelección inmediata y por una sola vez por igual término, conf. art. 230) y de gobernadores de 3 a 4, introduce el referéndum revocatorio[3], abrogatorio o aprobatorio de leyes, orientado a una nueva “geometría del poder”[4] inductora de la democracia directa superadora de la representativa, entre otras novedades inquietantes para muchos. El art. 342 prevé la reforma constitucional parcial por vía de revisión propuesta por la Asamblea Nacional, aprobada la cual en 30 días debe requerirse su ratificación popular. En aquel referéndum participó apenas el 44 % del padrón nacional, optando por el sí a favor de la reforma el 72 % de los votos emitidos.  

En 2007, el 56 % del padrón concurrió al referéndum que Chávez perdió por primera vez, con el cual buscaba introducir reformas más radicales rumbo a su meta socialista[5]. La Asamblea había propuesto el cambio de 69 artículos en dos bloques, A (50,70 sí - 49,29 no) y B (51,05 sí – 48,94 no). Y allí quedó, como asignatura pendiente, pronta a ser rescatada según declamó el líder a los dos días de su reelección.

Por fin, un último retoque de cinco artículos, sometido a referéndum el 15 de febrero de 2009, habilitó la reelección indefinida de presidente, gobernadores y alcaldes usando una fórmula alambicada[6], votada a favor por el 54,85 de los votos contra un 45,14 negativos. Es, pues, la que habilitó la postulación de Chávez para la reelección de este año, superando el límite del art. 230.

Un árbol de tres raíces

Intelectuales venezolanos adherentes al régimen, al fundamentar los principios ideológicos de la revolución bolivariana, suelen mencionar las tres raíces: Simón Bolívar (1783-1830), Simón Rodríguez (1769-1854) y Ezequiel Zamora (1817-1860)[7]. En esa raigambre histórica asientan su propuesta de economía cooperativa contra la economía capitalista privada, una cultura de inclusión y la democracia participativa directa. Inimaginable en tiempos de Guerra Fría, ¿qué es el modelo socialista para el siglo XXI? 

Un lúcido observador de la evolución de las izquierdas a partir de la Segunda Guerra Mundial observaba ya en 1970: 

“Es probable que los revolucionarios triunfantes, aunque se titulen comunistas, formen coaliciones laxamente organizadas de intelectuales de clase media, oficiales jóvenes y estudiantes. […] Fannon y Boumedienne o Bolívar y Guevara, son para estos hombres símbolos más valiosos que Marx y Mao o Marx y Lenin”[8].

Chávez es consecuencia inevitable de la política venezolana del último medio siglo y, no obstante su singularidad, no se trata de un caso aislado. Las democracias iberoamericanas -desnaturalizadas tanto por recurrentes golpes militares como por partidos institucionales o alternancias oportunistas[9]- y las reinstaladas luego de la implosión de la Unión Soviética, aún no saldaron deudas elementales con sus respectivos pueblos. La irrepresentatividad política y el vaciamiento doctrinario son hoy un drama de nuestro tiempo, ocurra en América Latina, Noráfrica o la vieja Europa. 

Otro dato imprescindible para entender Venezuela fue la aparición del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (coincidente con el bicentenario del nacimiento de Bolívar) nacionalista y revolucionario[10], con el cual HCh y varios de sus camaradas de armas –ubicados en los mandos medios- se juramentaron en diciembre de 1982 construir una nueva República, con sustento en aquellas raíces plenas de simbolismo. La propuesta se explicitó en dos documentos redactados a fines de 1991 por el propio Chávez: un Proyecto de gobierno de transición y el Anteproyecto Nacional Simón Bolívar. En febrero de 1992, el MBR 200 promovió el golpe de estado del 4 de febrero de 1992 contra el gobierno de la AD y un desprestigiado Carlos Andrés Pérez. El alzamiento fue cruento y logró considerable apoyo popular. Las principales acciones las llevaron a cabo Francisco Arias Cárdenas en Maracaibo y en Caracas con Chávez a la cabeza. Ya se sabe el final: la asonada fue neutralizada, sus cabecillas juzgados y condenados pero con el convencimiento de que había llegado la hora de pasar de lleno a la acción política.

Por lo general se sostiene que la Venezuela contemporánea se construyó a partir del proceso iniciado en 1958. No obstante, el historiador Ysrrael Camero[11] considera que la caída de Pérez Jiménez no implicó ningún repliegue de las Fuerzas Armadas, las cuales siguieron siendo protagonistas de la política nacional. En efecto, la mayoría de los líderes mencionados en esta nota ha sido militar de carrera[12]. De modo que esa sería una de las patas que sustenta al régimen; la otra el petróleo, desde luego. Pero ni con la partidocracia tradicional que el chavismo procuró erradicar, ni con él, la estructura productiva de Venezuela está preparada para los desafíos del mundo multipolar de esta nueva centuria. De hecho, los commodities no son autosuficientes, se trate de hidrocarburos o de soja.

¿Modelo o proyecto?

Chávez ganó y muy bien. Cuenta con una masa crítica convencida que oscila entre un 35 y un 40% del electorado; el resto –entre 10 y 20%- son votos cautivos, vergonzantes u oportunistas.  La fidelidad de estos últimos se pondrá a prueba y pondrá a prueba también a la Mesa de Unidad Democrática en las inminentes elecciones regionales de diciembre próximo y en las municipales de abril del año próximo, segundo y tercer actos de esta puesta en escena. De modo tal recién se sabrá la verdadera distribución del poder territorial luego de elegirse gobernadores, alcaldes y legisladores. Hasta entonces Chávez no tiene tiempo y sería aventurado apurar una nueva revisión constitucional para consolidar su discutido modelo autoritario.

Y Capriles logró algo casi inimaginable: vertebrar un acuerdo con toda la oposición, agrupar 31 partidos, concurrir a primarias, ganarlas, y sobre todo mantener unido semejante grupo variopinto, en el cual conviven su partido Primero Justicia (fundado en 2000), con los tradicionales AD y COPEI. Pero el rejunte no servirá mucho si esa oposición no contrapone una propuesta superadora y realizable. Analizando los porcentajes de votación en elecciones trascendentes parece claro que Venezuela está partida en dos. 

Ninguna realidad política, social y económica cambia radicalmente con su Constitución política, pero ella constituye una base de sustentación indispensable cuando se tiene claro lo que la dirigencia política ofrece al pueblo. 

Aquí resulta necesario diferenciar otra vez entre “modelo” y “proyecto”. Mientras el modelo es una propuesta –un modo- que se impone con mayor o menor rigor, el proyecto implica una construcción social para el largo plazo y compromete a toda dirigencia no solo la política. Modelo, en efecto, es el de Hugo Chávez o el de Cristina Fernández; proyecto, por caso, tienen Brasil y Chile. He aquí una razón por la cual el chavismo puede implosionar por la tozudez autoritaria de su inspirador o una mala lectura de los tiempos que corren. 

Por lo demás, ninguna experiencia nacional es transferible como un calco a otros países. Evidentemente, en nuestra región existen varios puntos de contacto, como debilidad institucional, corrupción estructural, concentración de riqueza y sobre todo persistencia de los indicadores del subdesarrollo. El modelo chavista se ha circunscripto al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América, creada en La Habana en diciembre de 2004), constituido por un puñado de países de escasa relevancia para el esquema de poder mundial que se está conformando[13]

Finalmente, y teniendo presente que su propia salud es una incógnita y a la vez una limitante, tal vez Chávez se esté ubicando en su realidad existencial y política. Hay datos objetivos que inducen a pensarlo. Por lo pronto, el cambio de trato con el gobierno de Colombia, país sustancial para Caracas. El ingreso al Mercosur por una puerta estrecha implica el reconocimiento implícito del liderazgo brasileño, que Chávez disputó en los inicios de la UNASUR. Por si fuera poco, sigue enviando señales a Obama, presidente del imperio que sigue abasteciéndose con su petróleo. Más allá de la retórica, todavía tiene tiempo para acomodar cargas y gobernar para todos los venezolanos. Aunque su propuesta parece incompatible con el juego democrático que implica no solo votar cada tanto sino también debe ser republicano, tolerante y abarcador. 

Habrá advertido el lector que no hemos cedido a la tentación de trazar paralelismos con la Argentina. Fue a propósito.


[1] Caso singular el de Pérez Jiménez. Luego de su primer refugio en Rep. Dominicana, Betancourt lo extraditó de Estados Unidos. Juzgado y sentenciado a 5 años de prisión, mantuvo la condición de caudillo popular. Cumplida la condena fue electo senador en 1968 por el Distrito Federal con amplio margen de votos, pero lo impugnó la Corte Suprema. Chávez lo invitó a su asunción presidencial, pero no asistió. Murió en Alicante en septiembre de 2001.
[2] Getulio Vargas y su Estado Novo, Carlos Ibañez del Campo en Chile y Perón en Argentina, fueron variaciones sobre el mismo tema, en una época que daba para el populismo nacionalista. La influencia de los tres se extiende hasta hoy.
[3] Chávez se sometió a él en agosto de 2004. Concurrió el 70% del padrón y el 59,10 de los votantes se opuso a su desplazamiento.
[4] El Título II de la Constitución de 1999 (“Del espacio geográfico y de la división política”) pasa a denominarse en la frustrada propuesta de 2007: “Del espacio geográfico y la geometría del poder”.
[5] Nos referimos a eso en “El referéndum de Chávez”, semanario Redacción, 08/12/07.
[6] La pregunta fue: “¿Aprueba usted la enmienda de los arts. 160, 162, 164, 194 y 230 de la Constitución de la República, tramitada por la Asamblea Nacional, que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata, para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente, dependiendo su posible elección exclusivamente del voto popular?”. 
[7] Rodríguez fue educador, tutor y mentor del Libertador. Zamora, otro militar, tuvo un papel preponderante en la Guerra Federal de 1859; organizador del federalismo, impulsó una reforma agraria en beneficio del campesinado más pobre.
[8] Zbigniew Brzezinski, La era tecnotrónica, cap. XII “El comunismo sectario”. Paidós, Buenos Aires, 1973.
[9] AD – COPEI en Venezuela, Liberales y Conservadores en Colombia y Ecuador, Blancos y Colorados en Uruguay, PJ en Argentina, PRI en Méjico, Partido Colorado en Paraguay, APRA en Perú, todos tuvieron debacles y resurgimientos cuando la lucha por el poder se hizo un fin en sí mismo produciendo un inexorable desgajamiento y formación de nuevas agrupaciones, cuando no su desaparición.
[10] El sociólogo José Miguens escribió una nota para La Nación (25/10/07) “Marx odiaba a Bolívar”, presuponiendo el autor que el chavismo arraiga en el marxismo; si así fuese, tendría una limitante ideológica. Quizás la observación de Brzezinski esté más cerca de la realidad. 
[11] Y. Camero, El puntofijismo, en http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2966108.asp. En esa nota sostiene también que no todas las tendencias que derribaron a Pérez Jiménez se inclinaban por un régimen representativo democrático. Chávez se inscribe en las experiencias de Juan José Torres en Bolivia, Juan Velasco Alvarado en Perú y Omar Torrijos en Panamá: nacionalismo y populismo.
[12] La incidencia del componente militar fue presentada por Jorge Castañeda en “¿Qué pasó en Venezuela?”, El País, 15/12/07, a propósito del referéndum de 2007.
[13] La base es Venezuela, e incluye Cuba, Ecuador y Nicaragua, y varias islas caribeñas.

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