Con motivo del fallecimiento del presidente Hugo Chávez se reedita la siguiente nota.
Claves nº 214 – Octubre 2012
Herramienta
política para las coyunturas
Claves nº 214 – Octubre 2012
¿Ha llegado el
momento en que Hugo Chávez Frías concrete su modelo socialista del siglo XXI? Para ello deberá reeditar -revisar o
ampliar- la propuesta sometida a referéndum a fines de 2007, ocasión en que
perdió por el 1.4 % de los votos. Aunque las constituciones en sí mismas no transforman
la realidad, si lo hace dentro de los próximos seis meses irá por todo. No
pueden desmerecerse los logros obtenidos hasta ahora en cuanto a disminución de
pobreza y aumento de la ocupación; sin embargo, ¿podrá, querrá?
Veamos
el derrotero constitucional venezolano desde principios del siglo XX, en el
cual se pueden rastrear algunas claves para desentrañar la profundidad de las
propuestas del colorado comandante.
Juan
V. Gómez Chacón -creador del Ejército Nacional- ejerció un poder omnímodo desde
1908 hasta su muerte en diciembre de 1935. Durante ese largo período adaptó la
Constitución venezolana a sus necesidades en 1909, 1914 y 1921. En julio de 1936
se volvió a retocar la Carta Magna para acomodar cargas y afrontar los tiempos
duros que se anticipaban para el país y el mundo.
Finalizada
la Segunda Guerra Mundial, la Constitución fue reformada en 1947, instituyéndose
por primera vez el voto directo y universal, el voto femenino y el de los
analfabetos, y los 18 años para ejercerlo. Con ella construyó su poder el Gral.
Marcos Pérez Jiménez hasta su derrocamiento en enero de 1958[1],
dejando en el camino a su propuesta del Nuevo
Ideal Nacional[2].
La asonada militar que lo destituyó apuró, en octubre de 1958, un acuerdo
político entre los principales partidos (AD -Acción Democrática-, COPEI -Comité
de Organización Política Electoral Independiente-, PCV -Partido Comunista
Venezolano- y la URD -Unión Republicana Democrática-), conocido como Pacto del Punto Fijo, cuya consigna fue
expresada por Rómulo Betancourt al asumir la presidencia en ese mismo año:
“Nunca más el canibalismo político en este país”. Pero la garantía de la
alternancia terminó siendo una cáscara vacía, colmando progresivamente la
paciencia social que estalló en el “caracazo” de febrero de 1989.
Betancourt
propuso en 1961 un nuevo texto constitucional producto de aquel acuerdo
político partidario. Este era el vigente cuando HCh ganó las elecciones de diciembre
de 1998. No pudo haber sido más explícito, cuando al asumir el cargo juró sobre
una “Constitución moribunda”, para él causa fuente de las frustraciones
venezolanas.
El
paso inmediato del ganador fue promover la reforma de 1999, un corpus de 350
artículos (la nuestra tiene 129). Elimina el Senado y los senadores vitalicios,
instala la Asamblea Nacional única, instituye el nombre de República
Bolivariana de Venezuela, unifica las fuerzas armadas en una Fuerza Armada
Nacional, eleva el mandato presidencial de 5 a 6 años (con reelección inmediata
y por una sola vez por igual término, conf. art. 230) y de gobernadores de 3 a
4, introduce el referéndum revocatorio[3],
abrogatorio o aprobatorio de leyes, orientado a una nueva “geometría del poder”[4]
inductora de la democracia directa superadora de la representativa, entre otras
novedades inquietantes para muchos. El art. 342 prevé la reforma constitucional
parcial por vía de revisión propuesta por la Asamblea Nacional, aprobada la
cual en 30 días debe requerirse su ratificación popular. En aquel referéndum
participó apenas el 44 % del padrón nacional, optando por el sí a favor de la
reforma el 72 % de los votos emitidos.
En
2007, el 56 % del padrón concurrió al referéndum que Chávez perdió por primera
vez, con el cual buscaba introducir reformas más radicales rumbo a su meta
socialista[5].
La Asamblea había propuesto el cambio de 69 artículos en dos bloques, A (50,70
sí - 49,29 no) y B (51,05 sí – 48,94 no). Y allí quedó, como asignatura
pendiente, pronta a ser rescatada según declamó el líder a los dos días de su
reelección.
Por
fin, un último retoque de cinco artículos, sometido a referéndum el 15 de
febrero de 2009, habilitó la reelección indefinida de presidente, gobernadores
y alcaldes usando una fórmula alambicada[6],
votada a favor por el 54,85 de los votos contra un 45,14 negativos. Es, pues,
la que habilitó la postulación de Chávez para la reelección de este año, superando
el límite del art. 230.
Un árbol de tres
raíces
Intelectuales
venezolanos adherentes al régimen, al fundamentar los principios ideológicos de
la revolución bolivariana, suelen mencionar las tres raíces: Simón Bolívar
(1783-1830), Simón Rodríguez (1769-1854) y Ezequiel Zamora (1817-1860)[7].
En esa raigambre histórica asientan su propuesta de economía cooperativa contra
la economía capitalista privada, una cultura de inclusión y la democracia
participativa directa. Inimaginable en tiempos de Guerra Fría, ¿qué es el
modelo socialista para el siglo XXI?
Un
lúcido observador de la evolución de las izquierdas a partir de la Segunda
Guerra Mundial observaba ya en 1970:
“Es
probable que los revolucionarios triunfantes, aunque se titulen comunistas,
formen coaliciones laxamente organizadas de intelectuales de clase media,
oficiales jóvenes y estudiantes. […] Fannon y Boumedienne o Bolívar y Guevara,
son para estos hombres símbolos más valiosos que Marx y Mao o Marx y Lenin”[8].
Chávez
es consecuencia inevitable de la política venezolana del último medio siglo y,
no obstante su singularidad, no se trata de un caso aislado. Las democracias
iberoamericanas -desnaturalizadas tanto por recurrentes golpes militares como
por partidos institucionales o alternancias oportunistas[9]-
y las reinstaladas luego de la implosión de la Unión Soviética, aún no saldaron
deudas elementales con sus respectivos pueblos. La irrepresentatividad política
y el vaciamiento doctrinario son hoy un drama de nuestro tiempo, ocurra en
América Latina, Noráfrica o la vieja Europa.
Otro
dato imprescindible para entender Venezuela fue la aparición del Movimiento
Bolivariano Revolucionario 200 (coincidente con el bicentenario del nacimiento
de Bolívar) nacionalista y revolucionario[10],
con el cual HCh y varios de sus camaradas de armas –ubicados en los mandos
medios- se juramentaron en diciembre de 1982 construir una nueva República, con
sustento en aquellas raíces plenas de simbolismo. La propuesta se explicitó en
dos documentos redactados a fines de 1991 por el propio Chávez: un Proyecto de gobierno de transición y el Anteproyecto Nacional Simón Bolívar. En
febrero de 1992, el MBR 200 promovió el golpe de estado del 4 de febrero de
1992 contra el gobierno de la AD y un desprestigiado Carlos Andrés Pérez. El
alzamiento fue cruento y logró considerable apoyo popular. Las principales
acciones las llevaron a cabo Francisco Arias Cárdenas en Maracaibo y en Caracas
con Chávez a la cabeza. Ya se sabe el final: la asonada fue neutralizada, sus
cabecillas juzgados y condenados pero con el convencimiento de que había
llegado la hora de pasar de lleno a la acción política.
Por
lo general se sostiene que la Venezuela contemporánea se construyó a partir del
proceso iniciado en 1958. No obstante, el historiador Ysrrael Camero[11]
considera que la caída de Pérez Jiménez no implicó ningún repliegue de las
Fuerzas Armadas, las cuales siguieron siendo protagonistas de la política nacional.
En efecto, la mayoría de los líderes mencionados en esta nota ha sido militar
de carrera[12].
De modo que esa sería una de las patas que sustenta al régimen; la otra el
petróleo, desde luego. Pero ni con la partidocracia tradicional que el chavismo
procuró erradicar, ni con él, la estructura productiva de Venezuela está preparada
para los desafíos del mundo multipolar de esta nueva centuria. De hecho, los commodities no son autosuficientes, se
trate de hidrocarburos o de soja.
¿Modelo o proyecto?
Chávez
ganó y muy bien. Cuenta con una masa crítica convencida que oscila entre un 35
y un 40% del electorado; el resto –entre 10 y 20%- son votos cautivos,
vergonzantes u oportunistas. La
fidelidad de estos últimos se pondrá a prueba y pondrá a prueba también a la
Mesa de Unidad Democrática en las inminentes elecciones regionales de diciembre
próximo y en las municipales de abril del año próximo, segundo y tercer actos
de esta puesta en escena. De modo tal recién se sabrá la verdadera distribución
del poder territorial luego de elegirse gobernadores, alcaldes y legisladores. Hasta
entonces Chávez no tiene tiempo y sería aventurado apurar una nueva revisión
constitucional para consolidar su discutido modelo autoritario.
Y
Capriles logró algo casi inimaginable: vertebrar un acuerdo con toda la
oposición, agrupar 31 partidos, concurrir a primarias, ganarlas, y sobre todo
mantener unido semejante grupo variopinto, en el cual conviven su partido
Primero Justicia (fundado en 2000), con los tradicionales AD y COPEI. Pero el
rejunte no servirá mucho si esa oposición no contrapone una propuesta
superadora y realizable. Analizando los porcentajes de votación en elecciones
trascendentes parece claro que Venezuela está partida en dos.
Ninguna
realidad política, social y económica cambia radicalmente con su Constitución
política, pero ella constituye una base de sustentación indispensable cuando se
tiene claro lo que la dirigencia política ofrece al pueblo.
Aquí
resulta necesario diferenciar otra vez entre “modelo” y “proyecto”. Mientras el
modelo es una propuesta –un modo- que
se impone con mayor o menor rigor, el proyecto implica una construcción social
para el largo plazo y compromete a toda dirigencia no solo la política. Modelo,
en efecto, es el de Hugo Chávez o el de Cristina Fernández; proyecto, por caso,
tienen Brasil y Chile. He aquí una razón por la cual el chavismo puede implosionar por la tozudez autoritaria de su
inspirador o una mala lectura de los tiempos que corren.
Por
lo demás, ninguna experiencia nacional es transferible como un calco a otros
países. Evidentemente, en nuestra región existen varios puntos de contacto,
como debilidad institucional, corrupción estructural, concentración de riqueza
y sobre todo persistencia de los indicadores del subdesarrollo. El modelo
chavista se ha circunscripto al ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de
América, creada en La Habana en diciembre de 2004), constituido por un puñado
de países de escasa relevancia para el esquema de poder mundial que se está conformando[13].
Finalmente,
y teniendo presente que su propia salud es una incógnita y a la vez una
limitante, tal vez Chávez se esté ubicando en su realidad existencial y
política. Hay datos objetivos que inducen a pensarlo. Por lo pronto, el cambio
de trato con el gobierno de Colombia, país sustancial para Caracas. El ingreso
al Mercosur por una puerta estrecha implica el reconocimiento implícito del liderazgo
brasileño, que Chávez disputó en los inicios de la UNASUR. Por si fuera poco, sigue
enviando señales a Obama, presidente del imperio que sigue abasteciéndose con
su petróleo. Más allá de la retórica, todavía tiene tiempo para acomodar cargas
y gobernar para todos los venezolanos. Aunque su propuesta parece incompatible
con el juego democrático que implica no solo votar cada tanto sino también debe
ser republicano, tolerante y abarcador.
Habrá
advertido el lector que no hemos cedido a la tentación de trazar paralelismos
con la Argentina. Fue a propósito.
[1] Caso
singular el de Pérez Jiménez. Luego de su primer refugio en Rep. Dominicana,
Betancourt lo extraditó de Estados Unidos. Juzgado y sentenciado a 5 años de
prisión, mantuvo la condición de caudillo popular. Cumplida la condena fue
electo senador en 1968 por el Distrito Federal con amplio margen de votos, pero
lo impugnó la Corte Suprema. Chávez lo invitó a su asunción presidencial, pero
no asistió. Murió en Alicante en septiembre de 2001.
[2] Getulio
Vargas y su Estado Novo, Carlos Ibañez del Campo en Chile y Perón en Argentina,
fueron variaciones sobre el mismo tema, en una época que daba para el populismo
nacionalista. La influencia de los tres se extiende hasta hoy.
[3] Chávez
se sometió a él en agosto de 2004. Concurrió el 70% del padrón y el 59,10 de
los votantes se opuso a su desplazamiento.
[4] El
Título II de la Constitución de 1999 (“Del espacio geográfico y de la división
política”) pasa a denominarse en la frustrada propuesta de 2007: “Del espacio
geográfico y la geometría del poder”.
[5] Nos
referimos a eso en “El referéndum de Chávez”, semanario Redacción, 08/12/07.
[6] La
pregunta fue: “¿Aprueba usted la enmienda de los arts. 160,
162, 164, 194 y 230 de la Constitución de la República, tramitada por la
Asamblea Nacional, que amplía los derechos políticos del pueblo con el fin de
permitir que cualquier ciudadano o ciudadana, en ejercicio de un cargo de
elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata,
para el mismo cargo por el tiempo establecido constitucionalmente, dependiendo
su posible elección exclusivamente del voto popular?”.
[7]
Rodríguez fue educador, tutor y mentor del Libertador. Zamora, otro militar,
tuvo un papel preponderante en la Guerra Federal de 1859; organizador del
federalismo, impulsó una reforma agraria en beneficio del campesinado más
pobre.
[8]
Zbigniew Brzezinski, La era tecnotrónica,
cap. XII “El comunismo sectario”. Paidós, Buenos Aires, 1973.
[9] AD –
COPEI en Venezuela, Liberales y Conservadores en Colombia y Ecuador, Blancos y
Colorados en Uruguay, PJ en Argentina, PRI en Méjico, Partido Colorado en
Paraguay, APRA en Perú, todos tuvieron debacles y resurgimientos cuando la
lucha por el poder se hizo un fin en sí mismo produciendo un inexorable
desgajamiento y formación de nuevas agrupaciones, cuando no su desaparición.
[10] El
sociólogo José Miguens escribió una nota para La Nación (25/10/07) “Marx odiaba a Bolívar”, presuponiendo el
autor que el chavismo arraiga en el marxismo; si así fuese, tendría una
limitante ideológica. Quizás la observación de Brzezinski esté más cerca de la realidad.
[11] Y. Camero, El
puntofijismo, en http://www.analitica.com/va/politica/opinion/2966108.asp.
En esa nota sostiene también que no todas
las tendencias que derribaron a Pérez Jiménez se inclinaban por un régimen
representativo democrático. Chávez se inscribe en las experiencias de Juan José
Torres en Bolivia, Juan Velasco Alvarado en Perú y Omar Torrijos en Panamá:
nacionalismo y populismo.
[12] La
incidencia del componente militar fue presentada por Jorge Castañeda en “¿Qué
pasó en Venezuela?”, El País,
15/12/07, a propósito del referéndum de 2007.
[13]
La base es Venezuela, e incluye Cuba, Ecuador y Nicaragua, y varias islas
caribeñas.
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