24 de diciembre de 2007

Petra oleum


CLAVES Nº 166 – diciembre 2007

El mundo transita otra crisis petrolera de pronóstico reservado, parecida y a la vez diferente de las registradas en 1973, 1980, 1990. La gente la padece cuando le toca cargar combustibles para los vehículos, sacar pasajes en algún transporte o simplemente soportar indefensa la suba general de precios; es que petróleo y gas representan todavía casi el 40 % y 25 %  de la matriz energética mundial, respectivamente. Llama la atención cómo difieren las opiniones de dirigentes políticos y sociales según su posición en el arco ideológico, la ubicación geográfica y el sector de interés de pertenencia (importador o exportador, público o privado). La que sigue, entonces, es una modesta contribución a la confusión general.

De causas, ganadores y perdedores
¿Causas estrictamente políticas?, ¿económicas?, ¿naturales? Cualquier crisis que se precie por lo general no obedece a una sola causa. En los tiempos que corren las más evidentes son, en primer lugar, la monumental pulseada entre las grandes potencias industriales para asegurarse el abastecimiento de combustible y conservar las reservas propias si las tuvieran (las aventuras del lobby neoconservador que absorbe al presidente G. Bush jr. son prueba incontrastable). El agotamiento de recursos naturales y el impacto ambiental por su sobreexplotación inciden en la problemática. La crisis también abre las puertas a decisiones políticas que repercutirán, tarde o temprano, en la gobernabilidad internacional. Un ejemplo, la reconsideración de fuentes energéticas de alternativa –nuclear, biocombustibles- por parte de los países del G 8 más China e India; otra, rayana en la ciencia ficción, como la desaforada pelea por la delimitación marítima en el progresivamente descongelado Océano Ártico, en cuyo subsuelo aguardan recónditos mares de petróleo.

Para Mark Landler (“El precio del crudo afecta la carrera por la riqueza y el poder”, The New York Times – Clarín, 17/11/07, p. 5), un barril a u$ 100 genera ganadores y perdedores y dispara cimbronazos políticos imprevisibles; entre los primeros se hallan, por supuesto, los países petroleros que se están enriqueciendo en esta coyuntura. Entre los segundos sobresalen los importadores netos y de nuevo China e India, las cuales para sostener su ritmo de crecimiento actual necesitan más y más fluido al punto que el costo económico provoca costos sociales cuando aumenta el precio en surtidor. Ya está sucediendo en China, que importa la mitad de su crudo aunque PetroChina sea la mayor productora de crudo en Asia; peor la India, que carece de reservas e importa el 70 % de lo que consume. Como en la crisis de los ’70, no se advierte que tamaña riqueza esté transformando las economías de los países petroleros en vías de desarrollo, por caso en Angola, Nigeria o Venezuela. Destaca Landler que el FMI pronosticó para este año un crecimiento del PBI de Angola en 24 % pese a que 2/3 de su población apenas sobreviven con dos dólares diarios. El gobierno chino decidió conceder al gobierno de Luanda un préstamo de u$ 12.000 millones para el desarrollo de infraestructura a cambio de un suministro garantizado de petróleo. Para Venezuela mantener el litro de nafta a 0,2 centavos de dólar -contra 0,64 en EUA- requiere un subsidio anual de u$ 9.000 millones, que podrían usarse con mejor destino. La sospecha de corrupción sobrevuela sobre la dudosa eficacia de ambas decisiones políticas.

Desde luego hay que ubicar en el bando ganador a las empresas transnacionales que participan del negocio sacando muy buenas tajadas. Cabe aclarar que el panorama contemporáneo no es el que predominó en el imaginario colectivo cuando la furia vindicante setentista: ya no existen las legendarias 7 Hermanas (British Petroleum, Chevron, Exxon, Gulf, Mobil, Shell y Texaco), las cuales, para equilibrar la rotunda presencia de la OPEP tendieron a fusionarse en  conglomerados como BP-Amoco (1998), Exxon Mobil (1999) o Elf-Total Fina (1999). Y como el negocio sigue alimentándose de las vertientes exploración-explotación, refinación-acopio, transporte-comercialización, de tales monstruos derivaron “monstruitos” que funcionalmente explotaron una, dos o las tres variantes juntas. O sea, centralización por un lado y diversificación por otro es el panorama de la industria petrolera en los tiempos que corren. El dato  importa pues la acumulación de reservas y la regulación de la extracción inciden en el costo del barril y en la consiguiente pulseada con los principales países petroleros, sobre todo los de Medio Oriente, a la hora de fijar precios.



24 de noviembre de 2007

Guatemala

Claves nº 165 - noviembre 2007

Mientras el mundo aguarda impaciente algún desenlace -seguramente nefasto- del ultimátum de la Casa Blanca por el programa nuclear de Ahmadinejah, Guatemala concluyó en tensa calma su ballotage en el que se impuso el socialdemócrata Álvaro Colom, para el cual la tercera fue la vencida. Frente a la tensión con Irán, al crescendo de violencia en Myanmar y Pakistán o al sainete de Santiago de Chile… ¿qué puede importar lo que ocurra en Guatemala?

Tierra del quetzal

Guatemala es un país bioceánico de 108.890 km2 (poco más que Catamarca) que padece aún la interferencia británica en Belice, su piedra en el zapato y resabio de antiguas torpezas de la corona española, impidiéndole un acceso más franco al Atlántico. Según el Censo Nacional de 2002 (último que figura en la página oficial del Instituto Nacional de Estadísticas), a ese año tenía 11.237.196 habitantes equilibrados entre varones y mujeres; de ese número, un 53 % es población urbana y el 40% es indígena de ascendencia maya. En la actualidad la población pasó los 13 millones y lo hace el país más poblado de América Central; de ellos, un 10 % reside en los Estados Unidos. El índice de desarrollo humano de la ONU la ubica en el puesto 118; según datos del INE de 2006, el 51 % de la población se halla bajo de la línea de pobreza (70 % si se trata de indígenas) y los indicadores de educación, salud, seguridad y distribución de riqueza de los peores de Latinoamérica; el 0,5 % más rico concentra el 20 % de los ingresos (Claudio Aliscioni, “La inseguridad y otros dramas en juego”, Clarín, 5/11/07, p. 20).

24 de septiembre de 2007

Colombia: la luz y el túnel

Claves nº 163 Septiembre de 2007

Hace tiempo ya, dedicamos dos notas seguidas a la cuestión colombiana, motivadas por la presencia de Javier Calderón en Salta (“Colombia; ¿el reencuentro de la historia?”, nº 85 - nov./99, y “La vecindad de Colombia”, nº 86 - dic./99). Desde entonces se sucedieron los gobiernos y la cuestión de fondo continuó inextricable; pero Colombia es siempre noticia: en dos o tres meses hubo una sucesión de situaciones que parece converger hacia el objetivo de alumbrar un proceso de paz y concluir de una vez casi medio siglo de convulsión política y social. ¿Es algo espontáneo, una ‘acción psicológica’ o se articula en altos niveles políticos?

24 de agosto de 2007

Brasil y sus fantasmas

CLAVES nº 162 - Agosto 2007

En nuestra nota anterior (“Brasil inalcanzable”, Claves, nº 161) abordamos la posición actual de Brasil y anticipábamos ésta, en la cual referiremos a los urgentes desafíos que debe afrontar el Palacio del Planalto. Son serias amenazas que entorpecen o retrasan su proyecto de potencia mundial, dos de las cuales quizás encuentren al menos un principio de solución antes de finalizar Lula su mandato: corrupción y violencia; las restantes, la pobreza y la Amazonia, son para el mediano y largo plazos.

24 de julio de 2007

Brasil: inalcanzable...


CLAVES nº 161 - Julio 2007

El mensaje es para todo el mundo: nadie va a frenar a Brasil de cumplir con su papel histórico. No seremos sumisos para atender a los otros y no tomar en cuenta los intereses de Brasil (del presidente Da Silva, ratificando en el Centro Tecnológico de la Marina su apoyo a la construcción de un submarino nuclear, martes 10 de julio).
  
Picando en punta

Tres días después, Lula no pudo inaugurar los Juegos Panamericanos en el estadio Maracaná por la silbatina ensordecedora que inesperadamente le dedicó el público carioca. Aunque ese hecho tenga explicación, Brasil es así, puro contraste. Pero motiva esta nota otra noticia, que, pese a la poca repercusión en los medios, suponemos habrá dejado al gobierno argentino más confundido que con un tres a cero en un encuentro de fútbol definitorio: el 4 de julio, en reunión bilateral celebrada en Bruselas, la Unión Europea decidió conferir categoría de socio estratégico a nuestro vecino-pesadilla. Lo peor fue que los socios del Mercosur se enteraron por los diarios y de inmediato pasaron a reclamar razones; “Eso demuestra lo mal que están las cosas en el bloque. Algunos países vinieron a pedirnos explicaciones a nosotros en vez de llamar a sus socios brasileños”, comentó no sin ironía un reservado funcionario comunitario (“Bruselas apuesta a la seducción de Brasil”, La Nación, Comercio Exterior, 03/07/07, p. 4). Este duro golpe de real politik es, en todo caso, culminación de un proceso e inicio de otro que tendrá a nuestro gigantesco vecino como  protagonista estelar.

24 de junio de 2007

Palestina: otra crisis, nueva oportunidad

CLAVES nº 160 – Junio 2007

Al Fatah

Repasemos de nuevo la historia. Yasser Arafat fundó Al Fatah en 1959, grupo político que, en su derrotero, mutó su condición originaria de insurgente y terrorista a organización política con bastante de “partido”; diez años después devino en núcleo básico de la Organización para la Liberación Palestina (OLP), compartida por distintas expresiones civiles y religiosas cuya mayor aspiración era -al igual que, en su momento, para los judíos- crear un Estado que atraiga y contenga la diáspora palestina.

El siguiente paso histórico fue la formalidad de una Autoridad Nacional Palestina (ANP), consecuencia de los acuerdos de Oslo (marzo de 1990), de la que el caudillo fue su primer presidente, electo en 1996. Desde entonces quedó pendiente un último tramo, cuando el ex presidente Clinton presionó a Arafat y al primer ministro Ehud Barak con la frustrada “hoja de ruta”, en Camp David (septiembre de 2000). Esta fórmula negociadora -una de las tantas, avalada por EUA, Rusia, la Unión Europea y la ONU- proponía un camino de tres etapas: 1º terminar con la violencia y el terrorismo, congelar los asentamientos de colonos judíos y reinstitucionalizar Palestina; 2º creación de un Estado Palestino con límites provisorios y sanción de una Constitución Nacional hasta mediados de 2003; 3º resolución definitiva del problema de los refugiados y sus asentamientos, con consolidación de las fronteras y un status para Jerusalén entre 2004 y 2005. Ninguna se cumplió por el boicot político de Hamás, entre otros des-interesados.

Las enormes dificultades para obtener un mínimo resultado dentro de esa línea se patentizan con los sucesivos retrocesos posteriores, el mayor de los cuales fue tal vez la cruenta lucha civil en Líbano durante la segunda mitad del pasado año. En estos días, el enfrentamiento entre Al Fatah y Hamás volvió a ensombrecer toda perspectiva de paz, con la salvedad de que el eterno enemigo israelí esta vez no fue directa causa eficiente; si ya es improbable un diálogo bilateral, cuanto más en un contexto semejante. Con todo, Al Fatah ha sido más proclive a aceptar y negociar con el gobierno de Tel Aviv desde los compromisos de Oslo; Hamás lisa y llanamente no lo hará oficialmente, nunca al menos en las actuales condiciones políticas internas de Palestina, aunque hayan leves aproximaciones en niveles humanitarios.

Muerto el rais el 11 de noviembre de 2004, la Ley Básica preveía que el presidente interino convocara a elecciones en sesenta días; éstas consagraron a Mahmud Abbas, hombre de confianza y segundo de Arafat. Desde entonces, el pobre rema contra la corriente con un ojo puesto en la situación de la ANP y otro en los vecinos, que tanto condicionan la solución de los problemas de fondo.

Hamás

El Movimiento de Resistencia Islámica (Harakat al-mugawama al-islamiya) apareció como tal en 1988, una rama del grupo fundante egipcio “Hermanos Musulmanes” origen de la mayoría de los movimientos islámicos. Bajo el liderazgo del sheik Ahmad Ismael Yasin (miembro de la Hermandad y fundador del Centro Islámico de Gaza, ciudad donde nació, muerto por un misil “quirúrgico” en marzo de 2004), intervino en la primera intifada de finales de 1987.

Se trata de una agrupación esencialmente política, que utiliza el componente religioso para captar la adhesión popular. En tal sentido posee muchos puntos de contacto con Hezbollah, la Jihad Islámica o el Frente Islámico de Salvación, aunque por eso no debe confundir su proximidad con el régimen chiíta de Irán. Asimismo dentro de Hamás conviven sectores moderados reacios al uso indiscriminado de la fuerza, con sectores radicalizados más populares e influyentes.

Entre sus objetivos está no solo la lucha total contra Israel sino también contra la dirigencia moderada de la OLP, en especial Al Fatah. Ahí reside su fuerza: Hamás creció paulatinamente en la misma proporción en que decreció el prestigio de Al Fatah. No es casual que el mayor avance de esa fracción ocurriera cuando en 1982 la OLP padeció su expulsión del Líbano: a partir de entonces, Arafat abandonó de a poco la lucha armada para pasar a una etapa de diálogo diplomático con asistencia de las grandes potencias.

El Movimiento no solo nunca digirió los acuerdos con Israel piloteados por la ANP, sino que los entorpeció con un crescendo de violencia irracional del que aún hay memoria: actos de terrorismo de todo tipo en Israel, ataques suicidas en Tel Aviv, octubre de 1994. A Arafat, entonces, no le quedó otra salida que perseguir a esos activistas y, con ello, crear otra fuente de resentimiento. Los atentados indiscriminados se sucedieron en el tiempo; pretextos no faltaron nunca, sea por la torpeza o la corrupción de la ANP, sea por la ceguera israelí metiendo presión con su política de fijación y aumento de asentamientos en tierras palestinas desde 1967.

Palestina tiene todos los componentes clásicos de una nación, o sea idioma, religión, cultura e identidad étnica; a esa Nación le falta el Estado, primordial objetivo de Hamás, que ve a la Hoja de Ruta maniobrada por EUA contraria a los intereses históricos del pueblo palestino. El objetivo entonces es captar la volunta de las poblaciones de Gaza y Cisjordania para imponer un nuevo ritmo y un nuevo rumbo a las conversaciones multilaterales. En ese marco, dice L. Hernández Polledo, “los postulados religiosos vienen en respaldo de esa política y funcionan como catalizadores y legitimadores de intereses políticos”.
Control de Gaza y fin de la coalición
La gobernabilidad palestina, luego de la muerte del mítico Abu Ammar, se procuró a través de un pacto de gobernabilidad entre Al Fatah, con Mahmud Abas en la presidencia, e Ismail Haniya primer ministro de Hamás. Duró lo que un lirio. La pulseada se expresó en estos días en la franja de Gaza, mediante una operación de las milicias de “Issadim al Kassam”, el brazo armado de Hamás, precipitando el estado de emergencia en toda Palestina. Como siempre, paga los platos rotos la población civil (116 muertos y 550 heridos), que se agolpa en los retenes de control para salir a Egipto principalmente.

De inmediato Al Fatah cortó el diálogo con Hamás, luego que el presidente de la ANP formara un gobierno de emergencia instalándose en Ramallah, Cisjordania, designando nuevo primer ministro a Salam Fayyad, un moderado que se desempeñaba como ministro de finanzas. Abbas recibió de inmediato el respaldo del “Cuarteto para Oriente Próximo”, es decir, los países de la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, más Naciones Unidas, sostenes de la Hoja de Ruta. Marcando nuevamente las diferencias, Jaled Mechaal, actual jefe de Hamás, les responsabilizó de la nueva crisis palestina pero -al contrario de sus oponentes internos- dejó abierta la posibilidad de formar otra coalición gubernamental.

En una urgente entrevista en Washington, G. Bush y Ehud Olmert convinieron liberar fondos que Israel retiene a la ANP en concepto de impuestos, gesto tardío hacia Abbas, pues uno de sus dramas y también motivo de su impopularidad es precisamente el ahogo económico al que lo vienen sometiendo. Aislar a Hamás en Gaza y asfixiarlo financieramente será otra locura pues la víctima será otra vez la sociedad civil. Sería insensato sostener en estas condiciones una política de dividir al contrario. Y peligroso a más de insensato.

Lo cierto es que la acción de Hamás no solo ha perjudicado el proceso de gobernabilidad interna, sino que aleja toda posibilidad de buscar la paz con Israel. La disputa interna de poder abre un gran debate. Por lo pronto es evidente de que a ninguno de los dos le conviene una Palestina territorialmente fragmentada, del mismo modo no les conviene desprestigiarse por los sufrimientos que padece en demasía la sociedad palestina. Si todo este pesar favorece un reacomodamiento político para iniciar una nueva etapa, la crisis nuevamente habrá dado paso a otra oportunidad.

Bibliografía consultada:
Lucas D. Hernández Polledo, Hamas: ¿Religión o Política?
Pedro Brieger, ¿Guerra Santa o Lucha Política?, Ed. Biblos.
Gustavo E. Barbarán, La muerte de Yasser Arafat, CLAVES nº 133, noviembre 2004.
Gustavo E. Barbarán, Líbano: insensato y brutal, CLAVES Nº 151, agosto de 2006.

24 de mayo de 2007

La Vª Conferencia del CELAM

CLAVES nº 159  mayo de 2007

La reciente visita de S.S. Benedicto XVI a Brasil ha sido presentada por cierta prensa de manera elemental y acaso maniquea: un anciano reaccionario desafiando las evidencias de la razón, ciego a los cambios portentosos  que vienen de su mano. Sin embargo, ese viaje tuvo sentido de inaugural de un nuevo tiempo. Como en las ocasiones anteriores, las conclusiones de esta Vª Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) han de repercutir en la conducta de millones de personas en nuestras sociedades latinoamericanas. No sería de extrañar que entre los prelados presentes en Aparecida se halle el futuro Papa que reemplazará, cuando Dios disponga, al Papa teólogo.

Continente de Siete Colores.

En una nota publicada en El País (“La Batalla por América Latina”, 06/03/07), J. Castañeda decía un tanto apocalípticamente: “La batalla por América Latina ha comenzado. Después de escaramuzas, tragedias y caricaturas todo parece indicar que ahora sí, por primera vez desde principios de los años ’60, y de manera más trascendente, la región se convierte en el escenario de un verdadero combate cuerpo a cuerpo ideológico, político, económico”. El escenario que el mexicano describía por esos días, se verificaba poco después en la Cumbre de Presidentes sudamericanos, realizada a fines de abril último en la Isla Margarita, donde campeó la confusión y el desencuentro (D. Muchnik, “Sabor amargo en la cumbre de Chávez, Lula y Kirchner”, Clarín, 23/4707, p. 13).

Lo avizorado por Castañeda es percibido por cualquier ciudadano medianamente informado: nuestros países, complicados por los problemas de esta época, se van alineando y desalineando espasmódicamente con la Casa Blanca, que -mal les pese a los distintos protagonistas- sigue siendo el astro alrededor del cual giran los gobiernos. Uno de esos “planetas”, el más grande de todos en superficie y población, tiene hoy su órbita próxima a Washington y fuerza de gravedad propia para alinear satélites (¿Mercosur?); otros -el nuestro, entre ellos- están en una elipse de escapada.

En ese apremiante contexto que implica nuevos desafíos, el Papa realizó una visita de estado a Brasil del 9 al 14 de mayo, la primera como tal a un país latinoamericano, con el objetivo primordial de inaugurar la Vª Conferencia General del CELAM, presidida por el cardenal chileno Francisco Errázuris. El periplo diplomático del Papa tenía además un eje popular en la canonización del primer santo brasileño, el monje franciscano Antonio de Sant’Anna Galvao (1739-1822), antesala de su presencia en el santuario mariano de Aparecida, a 167 km de San Pablo. Brasil es el país del mundo con más católicos; más del 70 % de sus habitantes está bautizado en esa fe, aunque no la practique con dedicación. Para el Papa Ratzinger, quizás en adelante Brasil sea para él lo que Méjico fue para Juan Pablo II.

La importancia de Brasil en el equilibrio político continental, su vasta extensión territorial y sus 180 millones de personas, se tuvo en cuenta para decidir esta primera visita papal a América, al igual que la preocupación por la pérdida de espacios de la Iglesia Católica frente al avance de cultos sectarios, en especial aquellos basados en la “teología de la prosperidad”. Según una investigación de Folha de Sao Paulo, en la última década el número de católicos descendió un 10 % aunque el 97 % de los brasileños afirma creer en Dios. Otro informe, de la Fundación Getulio Vargas, indica que el 73,7 % de católicos recauda apenas el 30,9 % de las donaciones del país, mientras los pentecostales (17,9 % de la población) reciben el 66,7 % del total (“La perdida de fieles, un desafío en Brasil que espera al Papa”, La Nación, 6/5/07). 

Benedicto XVI no dejó de reafirmar en todos sus discursos la línea vaticana ortodoxa en temas sensibles. En su mensaje el día de la ceremonia de canonización, no dejó margen para la duda cuando recordó a sus feligreses los difíciles tiempos por los que atraviesa la Iglesia y las tribulaciones de sus hijos: “El mundo necesita vidas limpias, almas claras, inteligencias simples que rechacen ser consideradas criaturas objetos de placer”. No hay flexibilidad posible en este terreno porque también existen voces opositoras entre los fieles y los sacerdotes mismos. El debate sigue abierto.

El Consejo Episcopal Latinoamericano.

La iglesia latinoamericana afronta en estos momentos el desafío de interpretar bien los signos de estos tiempos, aprovechando las enseñanzas  de las cuatro conferencias generales predecesoras, a inicios del siglo XXI, ante la evidencia del avance incontenible del relativismo moral, del materialismo hedonista y el secularismo radical. Hacia esa dirección debiera orientarse, pues, una lectura atenta y más objetiva del proceso que  inicia Aparecida.

Por la calidad de sus asistentes y la naturaleza de estas conferencias, se trata de acontecimientos de esencia eclesial, que se proyectan luego a la vida interna de las iglesias particulares en primer término, pero también hacia el comportamiento cotidiano de los católicos en cada sociedad nacional. Si bien su impronta es netamente latinoamericana, el apoyo y aliento de la Santa Sede es evidente.

Hasta fines de los años ’30 las iglesias nacionales latinoamericanas se habían comportado como islas sin mayor vinculación entre sí, pese a los problemas comunes que padece la gente en el subcontinente. Se adjudica a la lucidez del recordado cardenal Antonio Samoré, siendo nuncio en Colombia, haber avizorado la necesidad de tender puentes entre los distintos episcopados nacionales. Esa percepción fue apoyada rápidamente por el Papa Pío XII, allanando caminos para institucionalizar la relación entre las iglesias criollas.

El Consejo Episcopal Latinoamericano nació precisamente en la Conferencia General, Río de Janeiro julio-agosto de 1955, para aglutinar a los obispos de América Latina, el Caribe y las Antillas, estableciendo su sede en Bogotá. El tema central de esa convocatoria, producto del contexto histórico de la primera parte de la Guerra Fría, estaba referido a “los puntos fundamentales y urgentes del problema religioso en América Latina, bajo el doble aspecto de la defensa de la Fe y la conquista apostólica”, prestando particular atención a la escasez de sacerdotes.

Una de las principales consecuencias de la creación del CELAM fue la consiguiente aparición de las Conferencias Episcopales nacionales y, con ellas, una dinámica de relacionamiento en todos los niveles y una dimensión continental inesperada. En un recomendable y lúcido análisis, que se puede leer en la página web del CELAM, el Dr. Guzmán Carriquiry (Lima, 17/5/05) precisa que el impulso final al Consejo lo da el Concilio Vaticano II (1962-1965). Por primera vez el Episcopado latinoamericano (22 % de los obispos presentes) se reconoce y actúa como tal, pese a que su incidencia en los documentos finales fue modesta comparado con el protagonismo de las iglesias del “eje renano”. Con todo, a Roma había llegado una “Iglesia del Silencio” y se retiró otra más abierta al compromiso entre sí y con sus pueblos.

El CELAM es una organización intereclesial que ha generado a través de sus 52 años un complejo de asambleas ordinarias y extraordinarias, sínodos de obispos, comisiones episcopales, departamentos y secciones para los cuales nada de lo que suceda en América Latina en los planos confesional o político pasa por alto (el organigrama funcional se puede consultar en su sitio oficial). La periodicidad de sus reuniones les permite igualmente a esos foros estar actualizados de los problemas que se suscitan  en el continente. Como se ha dicho, el Consejo no es un “Vaticanito”, ya que jamás discutió la autoridad papal ni el carácter ecuménico del catolicismo. Antes bien, se acomoda al sello que cada Papa imprime a su pontificado. Si Medellín recogió las frescas enseñanzas del Concilio Vaticano II y más las perspectivas de Juan XXIII y Pablo VI, Puebla y Santo Domingo tienen el sello de Juan Pablo II, también dentro de tales directrices pero siempre en clave latinoamericana. De hecho en cada conferencia se plantearon relecturas, revalorizaciones, acomodamientos y vueltas de tuerca, pero nunca un alejamiento definitivo de aquellas líneas conciliares.

Las cinco Conferencias Generales

Uno de los inevitables efectos del Vaticano II fue la “bajada” secular de sus directivas, que politizó la Iglesia latinoamericana en general, coincidiendo justo con las “luchas de liberación” en lo que empezaba a identificarse como Tercer Mundo.

En ese estado de cosas se llegó a la IIª Conferencia General de Medellín,  agosto-septiembre 1968, cuyo tema central apuntaba obviamente a las transformaciones de la América Latina post Concilio. El contexto de esta reunión estuvo influenciado por una asamblea extraordinaria realizada en Mar del Plata, en octubre de 1966, en la cual la discusión se había centrado en el tema “Iglesia e integración latinoamericana”. Los resultados de la IIª Conferencia, sostiene Gutiérrez Carriquiry, están imbuidos de las enseñanzas sociales de Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963), de allí la fuerza de la línea pastoral resultante.

El afianzamiento de la revolución cubana, la fuerza centrípeta del mayo del ’68 parisino, el triunfo de Allende en Chile, el populismo nacionalista ascendente de Torrijos, Cámpora, Velazco Alvarado y Juan José Torres, las muertes de Camilo Torres y del Che, acompañaron en ámbitos eclesiales y laicales una inflexible lectura de la realidad expresada en la “teología de la liberación”. La polarización ideológica llevó la situación al extremo que el propio Pablo VI describió como un síntoma de autodestrucción, a la vez que en nuestros países la doctrina de la seguridad nacional poco a poco fue imponiéndose a las experiencias políticas progresistas. Como expresión de ese clima interno, las reducciones al estado laical (167 en 1967) entre Medellín y Puebla pasaron a 2.263 en 1968 y 3.800 en 1970 (v. Gutiérrez Carriquiry, 2005).

Dice este experto que la IIIª Conferencia General, realizada en Puebla enero-febrero 1979, tiene su base doctrinaria en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975), de Pablo VI. Muerto éste y advenido a la silla apostólica Juan Pablo II, comenzó una etapa de relectura de las enseñanzas del Vaticano II. Por tal motivo, el tema de Puebla fue “la evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”, en lo que se entendió como un lento retorno a la “afirmación de la identidad cristiana, eclesial y latinoamericana”. A partir de entonces se sucedieron las visitas del Papa a los países latinoamericanos, tanto para trabajar en la consolidación de la identidad desdibujada cuanto para desactivar conflictos como el argentino-chileno por las islas del Beagle o para reconfortarnos a los argentinos luego de la derrota en Malvinas. El Papa polaco obviamente tenía otras ideas en la cabeza, con el objetivo central de cerrar definitivamente ad intra la influencia del socialismo marxista y su metodología de lucha de clases. 

Sería injusto calificar de intrascendente a la IVª Conferencia General de Santo Domingo, octubre 1992, aunque es cierto que ésta no despertó el entusiasmo y movilización de sus antecesoras. El tema -recurrente- de la “nueva evangelización” se justificaba por la coincidencia con el V° Centenario del Descubrimiento de América y el nuevo contexto internacional. Para ese año todos los países latinoamericanos habían recuperado la democracia, aunque se presentaban problemas novedosos que inquietaban a la Iglesia: la problemática aborigen, el control de la natalidad, los derechos humanos, la cuestión ambiental y las deudas externas; todo ello implicó revalorizar la Doctrina Social de la Iglesia.

El tiempo transcurrido entre Puebla y la Conferencia General posee la marca indeleble de Juan Pablo II. Antes que la teología de la liberación, la preocupación se centró en las consecuencias de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética. Las cuestiones que enfrentaban a conservadores con progresistas, ya no eran políticas sino morales, derivadas del trastrocamiento de valores expresado en la confrontación vida - libertad.

Quedó atrás el mundo del ’68 y releyendo la literatura que nos proporcionaba en plena juventud el Centro Editor de América Latina, por caso Cristianismo: doctrina social y revolución (Buenos Aires, 1972), resultan tragicómicos los pronósticos desgranados en la Introducción por Marta Cavilliotti. Hoy la teología de la liberación ha virado más módicamente hacia la defensa de las comunidades aborígenes originarias y la armonía con la naturaleza: “Necesitamos ahora un catolicismo de rostro indio-negro-latinoamericano que no esté en contra del romano, sino en comunión con él”, concedía recientemente Leonardo Boff (“Los silencios reveladores de Benedicto XVI”, La Nación, 18/5/07, p. 25).

Este trabajo se escribió desarrollándose la reunión en Aparecida y antes de conocerse el documento final, pero teniendo a la vista la síntesis del extenso documento oficial para el debate. Sin embargo resulta casi obvio, sin perjuicio de un análisis más detallado de las conclusiones, que una de las consecuencias prácticas será el redoble militante de los católicos. Tanto candidato que anda en campaña por estos días, tendría que estar atento a las necesidades, preferencias y convicciones de  millones de católicos.

24 de marzo de 2007

La generación iPod

CLAVES nº 157 – marzo 2007
MP3 es un programa electrónico utilizado para acopiar música con  asombrosa capacidad de almacenamiento. El reproductor de MP3, del tamaño de una barra de chocolate, puede también conectarse a una computadora y cumplir funciones que traspasan la usual reproducción musical. Diríamos sin exagerar que representa  la quinta esencia de la globalización tecnológica, una especie de aleph en donde convergen todas las melodías del universo. Una de las marcas más conocidas es la que provee la empresa Apple iPod.


24 de febrero de 2007

Estados Unidos: otra vuelta de tuerca

Revista CLAVES Nº 156 – Febrero 2007

Sin la atrapante intriga de esa joya de H. James, el triunfo demócrata en los comicios de renovación legislativa y de gobernadores del 7 de noviembre último, apuró otra vuelta de tuerca en la política norteamericana en una instancia ciertamente complicada para el gobierno de G. W. Bush, que empieza a recorrer la etapa final de su segundo mandato. Ya se sabe que, tratándose de la ‘República Imperial’, los cambios se proyectarán -y con suspenso- al plano internacional en los próximos meses.

No causó demasiada sorpresa que el Partido Republicano (PR) perdiera aquella elección. Tal vez no estaba en los cálculos el drástico cambio de manos en el Congreso, ahora de mayoría demócrata. Esto ocurrió en buena medida por el atolladero de Irak, que incluso se fagocitó a un obtuso secretario de defensa[1]. Rápido de reflejos, Bush no tardó en reconocer la contundente victoria del rival y de inmediato convocó a los nuevos líderes del Capitolio[2]. La popularidad y aceptación de este presidente no se compara al ápice de un par de meses después del 11 S (de un 75 % a un 30 %, aproximadamente). Pero no sólo la difícil coyuntura externa ha incidido en la derrota. Sin perjuicio de los vaivenes propios de cada electorado, venía in crescendo un sentimiento antiglobalismo en la sociedad norteamericana. Como el Partido Demócrata (PD) es preferido por los sectores progresistas, sus candidatos aprovecharon también aquel feeling impulsado de nuevo -tal sucediera con Vietnam- por la necesidad del repliegue, de una vuelta a casa. Es la histórica puja entre la dirigencia norteamericana desde fines del siglo XIX: vivir tranquilos dentro de un país-continente que lo tiene todo o salir al mundo y unificarlo tras las consignas liminares de democracia, derechos humanos y libre mercado. “Históricamente -dice Philip H. Gordon- la política exterior de Estados Unidos ha estado marcada por los habituales y a veces violentos vaivenes entre el internacionalismo y el aislacionismo”[3].