25 de febrero de 2024

Mundo global: de Washington a Cornualles

Escribe Gustavo E. Barbarán

Profesor emérito de la UCaSal

 Diario El Tribuno - 7 de noviembre 2021.

En los monitores de la economía planetaria se encendieron luces de alarma. Los encargados de controlar sienten próxima la erupción de un volcán muy diferente. Al inesperado aumento del precio de hidrocarburos y su impacto en los costos del transporte marítimo más la caída de producción de materias primas y un desabastecimiento generalizado, se suman la inquietante inflación del 5,5% anual y un desempleo que no baja.

En el escenario pospandémico, los daños directos y colaterales pondrán en riesgo la vacilante recuperación atada a la locomotora china, que va saliendo del sofocón ocasionado por la inmobiliaria Evergrande (¿otra vez la misma historia?).

Muchos analistas consideran que el mundo nunca superó la crisis financiera de 2008, cuyas causas y efectos tampoco nunca una explicación transparente. El desfalco de B. Madoff y la estrepitosa caída de Lehman Brothers la preanunciaron; no fueron los únicos casos: quién recuerda las quiebras de WorldCom, Enron Corp., la francesa Vivendi Universal, Parmalat en Italia, las hipotecas españolas, expresiones de un capitalismo incontrolable. Los gobiernos involucrados habían prometido en adelante controles rigurosos a un sistema financiero con demasiados laberintos en citys bancarias y paraísos fiscales.

Amartya Sen denunciaba entonces los lados oscuros de la globalización económica ante “la doble presencia de una pobreza miserable y una prosperidad sin precedentes”. El Nobel de Economía bengalí señalaba que las desigualdades eran producto de la disparidad de riquezas, pero también de graves asimetrías de poder político, social y económico; y militar, agreguemos.

De hecho, la globalización en la picota ha producido grandes beneficios a la Humanidad;, no es un fenómeno desconocido, ni sólo occidental, ni malo per se.

Por suerte, después de las tormentas el sol vuelve a brillar, pero adviértase que estamos viendo la punta del iceberg. ¿Cómo esquivar las ¾ partes ocultas bajo el mar para evitar un cataclismo político, económico y social?

El Consenso de Washington

Ante la evidencia de que no iba a durar tanto la unipolaridad norteamericana luego de la Guerra del Golfo Pérsico, a inicios de 1991, y del ataque a las Torres Gemelas una década después, se repensó el esquema de seguridad internacional por un lado; por otro, examinar los basamentos económicos asentados en el Consenso de Washington (CW) y sus resultados.

La caída del Muro de Berlín, la implosión de la URSS y el conflicto del Golfo, fueron sucesos conmocionantes ocurridos en apenas un bienio. El “fin de la historia” impuso la visión globalista norteamericana asentada en tres pilares, democracia, libertad de mercados y derechos humanos, consignas que permitían diferenciar aliados de adversarios, una suerte de salvoconducto para gozar de los beneficios de un nuevo orden que EE.UU estaba decidido a liderar. El CW apuntó a una aplicación global de las políticas de los gobiernos de Thatcher y Reagan, basadas en la reducción de la presencia estatal en las economías por dos vías elementales: no interferir en la libre circulación de los capitales y disminuir la carga impositiva. Revolución conservadora, la llamó Guy Sorman.

Ese “consenso”, hilando fino, se correspondía con las bases ideológicas del sistema jurídico, político y económico negociado entre los vencedores de Hitler mediante los Acuerdos de Bretton Woods de julio de 1944 y la Carta de Naciones Unidas (abr. 1945). Tal sistema resulta insuficiente para las necesidades del mundo en este siglo oceánico y espacial. Será muy difícil una recuperación mundial incluyente si no se revisan a fondo y cambian reglas de juego con más de 70 años de uso y abuso.

Tras la unificación alemana, John Willamson –el inspirador- movilizó al establishment norteamericano en 1990 para compilar un conjunto de medidas que consolidara el capitalismo triunfante. El “consenso” logrado en la capital norteamericana involucró a personajes del staff político y económico de organismos multilaterales (FMI, BM, OMC), del Congreso de los Estados Unidos, la Reserva Federal y expertos de la burocracia de Washington.

Conviene recordar algunas de las coincidencias, que siguen dando vueltas y generando controversias: disciplina y reforma fiscal; tasas de interés positivas determinadas por el mercado; tipos de cambio competitivos; liberalización comercial; apertura a inversiones extranjeras directas; privatización de empresas estatales; desregulación económica. Tales medidas tampoco eran intrínsecamente perversas, tratándose de instrumentos que cualquier gobierno sensato considera según las coyunturas y en función de sus intereses nacionales. La prevención, proviene, en todo caso, de la escasa apertura de juego para debatirlas y por supuesto acordarlas.

El fracaso posterior de tales medidas fue analizado del derecho y del revés por el establishment mismo, debido a las perjudiciales consecuencias sociales sobrevinientes a la aplicación en países emergentes de ese recetario por el FMI, avalado de hecho por el G7. Resultado: devaluación del peso mexicano en 1994; la crisis financiera asiática de 1997 (que empezó con la devaluación de Tailandia y después las de Malasia, Indonesia y Filipinas); la rusa de 1998 y de Brasil en ese mismo año; la hecatombe argentina de 2001. Las economías en vías de desarrollo quedaron enmarañadas en la especulación financiera, dependiendo de capitales volátiles ajenos a requerimientos productivos, mientras crecían al infinito sus deudas públicas. Eso no exime de responsabilidad a las dirigencias nacionales por su imprevisión, falta de idoneidad y corrupción.

Los “disensos” de Washington

Por aquellos años, el economista Josep M. Serrano SJ apuntó su análisis a tres direcciones: 1 - reorientar  el gasto público hacia lo social; 2 - encarar “tres grupos de problemas teóricos”: a) imprecisiones respecto de “consenso” y “Washington”, e imparcialidad de sus reglas, b) qué hacer ante la falta de consenso, c) analizar por qué los países que aplicaron el paquete completo del FMI no crecieron a mediano plazo; 3) establecer criterios razonables de implementación, considerando por separado los distintos casos. Esta percepción se fue reproduciendo en ámbitos políticos y académicos críticos.

En esa misma línea, la Fundación Carnegie había elaborado un informe (sept. 2000) titulado “Políticas económicas para la equidad social en América Latina”, y proponía estas medidas alternativas paliativas: disciplina fiscal basada en normas y procedimientos claros; atemperar las variaciones del mercado financiero; implementar redes de protección social; acceso a la educación de los sectores postergados; aumento de la carga tributaria a los sectores de mayores ingresos; reforzar derechos laborales; eliminar obstáculos a la pequeña y mediana empresa; competitividad de los mercados rurales y reforma agraria efectiva; protección de los consumidores. Tantas propuestas y advertencias terminarían ingresando a la nueva agenda económica internacional.

En septiembre de 2004 se realizó el Fórum de Barcelona, desde una infaltable perspectiva de izquierda, que propuso una “Agenda del Desarrollo” de la que nadie se acuerda, siendo Rodrigo Rato director gerente del Fondo. Abunda bibliografía respecto de los varios “disensos” de Washington, disponible en Internet.

La primera cumbre del G 20 poscrisis financiera, celebrada en Washington (nov. 2008), fue un fracaso. “Le laissez faire cést fini”, reprendió Sarkozy en la ocasión y sin ponerse colorado. En la siguiente cita (Londres, abr. 2009), el ex premier británico Gordon Brown decretó la muerte del CW y, por aquello de “muerto el rey…” anunció su remplazo por un “Consenso de Londres”, que duró tanto como su mandato: “La época del Consenso de Washington ha terminado -dijo entusiasmado- y crearemos un Nuevo Orden Mundial con cooperación internacional”. Otra vez, ¿quiénes y cómo?

Signo de época, en esa ocasión los “acuerdos” habían apuntado al control de los fondos de riesgo (hedge funds), de los paraísos fiscales, de las calificadoras de riesgo y honorarios de banqueros; conclusión de la Ronda de Doha y freno al proteccionismo; triplicar los recursos del FMI hasta u$ 750.000 millones. Realista, pero insuficiente para superar crisis y desigualdades. La única verdad es la realidad: el 85 % de la riqueza mundial se concentraba en el 10% más rico y el 50% de los más pobres solo participaba del 1% del PBM. Estos porcentajes se mantienen con escasas variaciones y por eso exigen respuestas cualitativamente distintas.

Para no extender demasiado este trabajo, cabría destacar la Declaración de Pittsburgh (sept. 2009), en el marco de la décima cumbre del G20 (disponible en https://www.ituc-csi.org/IMG/ pdf/No_59_-_La_economia_mundial_en_crisis_AnexoII.pdf), un análisis de situación con mucho de diagnóstico anticipatorio y propuestas concretas, tendientes a reformar el mandato, la misión y la gobernanza del FMI y de bancos de desarrollo. Como se aprecia, primaba de nuevo la cuestión financiera, a la vez que convocaba a todas las naciones a encarar la problemática energética y del cambio climático.

Ahora Cornualles: ¿salto cualitativo o vuelta de tuerca?

A fines del corto siglo XX, el Grupo de los Siete (G8, mientras se pudo contener a Rusia) advirtió que los complicados sucesos de aquellos años lo desbordaban. Así, en ejercicio de realpolitik, nació en 1999 del Grupo de los 20, un foro de veinte países industrializados y emergentes que representan el 85% del PBM y el 65% de la población mundial. Esta es desde entonces la mesa grande, que -a más de Argentina, Brasil y México- incluye también a China, Corea del Sur, India, Sudáfrica y Turquía. Pero la mesa chica -el G7- sigue en los mandos más allá de la retórica anodina usual al concluir sus cumbres.

Esos países -más Corea del Sur, India, Sudáfrica y la UE, como invitados especiales- se reunieron a mediados de junio pasado en Carbis Bay, pintoresco pueblo costero del condado de Cornualles. El motivo de esta cita se centraba en tres temas centrales: el envío de mil millones de vacunas al sistema COVAX; un acuerdo marco para impedir futuras pandemias; aporte de 100.00 millones dólares hasta el año 2025 para reducir emisiones de carbono en países emergentes.         

Al finalizar la cumbre, se conoció un memorándum fechado el 13 de junio, cuya bajada de línea impulsa la “reinvención” de la economía mundial pos pandemia. ¿Cómo?: dejando atrás el paradigma del CW, corregir las desigualdades y aplicar impuestos a las grandes corporaciones (y que las más grandes tributen allí donde venden sus productos), entre otras medidas ¿novedosas? que luego quedan en su anuncio. El presidente Biden impulsa estos cambios, que alagarían a Tancredi, el joven sobrino del príncipe Fabrizio Salina, cuando en verdad se trata de marcarle la cancha a China, sobre todo.

La reconocida -y promovida- economista ítaloamericana Mariana Mazzucato, autora de El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado (2013), en el cual procuró constatar que el Estado está mucho más presente que el sector privado en sectores de alto riesgo (tecnologías limpias, biotecnolgía, farmacia). Ella representó a Italia en el Panel de Resiliencia Económica del G7 que elaboró un informe que promueve una relación “radicalmente diferente entre los sectores públicos  y privado para crear una economía sostenible, equitativa y resiliente... Abogamos por una reorientación radical en nuestra forma de pensar sobre el desarrollo económico, pasando de medir el crecimiento en términos de PIB, VAB (valor agregado bruto) o rendimientos financieros a evaluar el éxito sobre la base de si logramos objetivos comunes ambiciosos”. Y así viene la mano.

Los ministros de finanzas del G7 ya habían aprobado un 15% de impuesto mínimo universal a las grandes empresas y sus propietarios, que en Argentina aportarían como monotributistas. La propia OCDE se puso en campaña y ya sumó a 136 países en la lista de los que apoyan esa medida a partir de 2023.

El “Consenso de Cornualles” será girado al G20, que debe reunirse en Roma los últimos días de octubre, para hablar de pandemia, cambio climático, desigualdades y fragilidad económica. Dato no menor: China y Rusia pegarán el faltazo, de modo que salir de un consenso y entrar a otro sin ellos suena a guasa.

El clima de época impacta en el manejo y control de los organismos multilaterales, en especial FMI. Estado de cosas que se expresó en el sofocón de Kristalina Giorgieva, a quien Janet Yellen, la todopoderosa Secretaria del Tesoro norteamericano, salvó de su defenestración. Como en la década de los ‘90, arrecian -y duro- las críticas contra el FMI. Y de paso ligan el Banco Mundial y la OMC. Pero la cuestión va más allá, según Jayati Ghosh, profesora de la Universidad de Massachussets Amherst, más allá de la posible inconducta de Georgieva cuando asesoraba al BM, se trata de las dos visiones cósmicas que siempre han chocado respecto de para que está el Fondo.

Para Ghosh no es nueva la crisis de confianza actual hacia las instituciones de Bretton Woods, de nuevo en jaque, cuyos problemas reales son para ella “el poder desproporcionado de Estados Unidos, el enfoque profundamente procíclico del FMI y la falta de voluntad de las economías del G7 para permitir que los organismos multilaterales aborden los problemas globales”.

La industrialización ha sido fundamental para reducir la pobreza históricamente. Pero el contexto mundial y tecnológico actual implica que el crecimiento económico en los países en desarrollo ahora solo es posible aumentando la productividad en empresas informales más pequeñas que emplean a la mayor parte de las clases pobres y medias bajas.

Cuántos “consensos” más han de pasar hasta que se entienda que el nuevo orden mundial -solidario y responsable- está vinculado al derrotero del capitalismo, a la eficacia procedimental del multilateralismo, basculando entre la tendencia globalista del G7 hacia un gobierno mundial y la coexistencia multipolar que debemos construir.

Ni qué decir del sufrimiento de la economía argentina, atascada desde hace décadas en dos modelos que operan como caras de una misma moneda: el populista y el neoliberal, cada cual con su maniquea receta de redistribución de la riqueza.

En este contexto, argentinos, la visión geopolítica –o su ausencia- acerca de dónde nos hemos de parar juega un papel decisivo. Y la República Argentina necesita asumir la suya antes que sea demasiado tarde.

Enlaces de referencia:

- https://gebarbaran.blogspot.com/2001/11/el-consenso-de-washington-y-las.html.

-https://www.elblogsalmon.com/mercados-financieros/y-londres-dijo-yes-we-can.

-https://www.ituc-csi.org/IMG/pdf/No_59_-_La_economia_mundial_en_crisis_AnexoII.pdf.

-https://www.propublica.org/article/the-secret-irs-files-trove-of-never-before-seen-records-reveal-how-the-wealthiest-avoid-income-tax.

-https://www.france24.com/es/europa/20210613-cumbre-g7-conclusiones-vacunas-covid19-cambio-climatico.

-https://www.project-syndicate.org/commentary/cornwall-consensus-rebuilding-global-governance-by-mariana-mazzucato-2021-10?utm_source=Project+Syndicate+Newsletter&utm_campaign=aab7329410-sunday_newsletter_10_17_2021&utm_medium=email&utm_term=0_73bad5b7d8-aab7329410-107136089&mc_cid=aab7329410&mc_eid=3b158b31ae.

-https://www.project-syndicate.org/commentary/doing-business-scandal-highlights-deep-imf-problems-by-jayati-ghosh-2021-10?utm_source=Project+Syndicate+Newsletter&utm_campaign=8a7d40a0a9-covid_newsletter_10_14_2021&utm_medium=email&utm_term=0_73bad5b7d8-8a7d40a0a9-107136089&mc_cid=8a7d40a0a9&mc_eid=3b158b31ae.

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