25 de febrero de 2024

Una frustración

“La muerte de Güemes”


Escribe Gustavo Barbarán

Gran expectativa y a la vez frustración me produjo la noticia publicada el 1 de febrero: “Colgarán el cuadro de Güemes en el recinto” (con pocos y selectos participantes, probablemente). Frustración por comprobar que, de hecho, en ninguna instancia gubernamental se haya considerado la posibilidad -siquiera temporal- de ofrecerlo a la comunidad, considerando por un lado que restaurar y trasladar una obra pictórica es tarea compleja y onerosa; por otro, una suerte de cierre del Bicentenario del heroico final de nuestro prócer mayor.

El cuadro en cuestión es “La muerte de Güemes” (incluido desde 1980 en el Inventario del Patrimonio Artístico Nacional), un imponente óleo de 397 por 240 centímetros del renombrado artista plástico porteño Antonio Alice. Pintado en 1910, fue premiado ese mismo año con medalla de oro en la Exposición Internacional de Arte del Centenario, realizada en Buenos Aires. A fines de 1911, el gobernador Avelino Figueroa lo adquirió por $ 12.000, instalándolo en el Palacio Legislativo donde en ese tiempo triscaban los tres poderes del Estado.

Esos y otros datos expuse en “Tres notables pinturas para el disfrute popular” (El Tribuno, 19/ 04/ 2015), refiriéndome además al estado y situación de otros dos hermosos óleos: “La Batalla de Salta” de Aristene Papi (pintado en 1908) igualmente ubicado en el recinto legislativo, pared sur; y el “Güemes” de Lorenzo Gigli (pintado entre 1943 y 1948), por cuyo tamaño apenas pudo apoyarse en una pared de la Casa de Hernández, trasladado allí en 1994 desde el Centro Cultural América. Contemplarlo en este caso es más fácil; los otros dos son hasta hoy para el disfrute exclusivo de los legisladores que están y vendrán.

Aparte de sus enormes valores artísticos, el de Alice posee una simbología excelsa: el espectador se transporta en el tiempo y es un gaucho más contemplando azorado el inexorable fin de su jefe y la angustiosa incógnita sobre la suerte de la guerra en curso.

En aquella nota precedente comenté asimismo el deterioro que padecían los tres cuadros, en particular el de Alice. Para entonces, los de Papi y Gigli habían sido restaurados o estaban en eso. La buena noticia es que, debidamente restaurado, se lo ubicará pues el martes 8 –aniversario de su natalicio- donde estaba: la desapercibida pared norte del recinto.

[Cada cuadro y sus autores tienen ricas historias de vida por detrás. Quien desee más información, puede recurrir a este enlace.

No obstante, será cuestión de tiempo: tarde o temprano los cuadros de Alice y Papi se estropearán, inexorablemente, por dos básicas razones: 1 – cada vez que enciendan aire acondicionado o calefacción, los lienzos se comportarán como esponjas; 2 – ese lugar -¡córcholis!- no es el adecuado. Para eso están los museos y la Legislatura provincial no lo es ni tiene una sala que haga las veces.

Así las cosas, desde que algún cagatintas con chapa lo inventarió como al resto de los muebles de la augusta sede, el gran público tiene inhabilitado el acceso ágil y gratuito para disfrutarlo las veces que quiera en horas propias de museo. 

Esos óleos inventariados son en verdad del pueblo salteño que los debe participar al pueblo argentino y al mundo entero: No hay justificativos para sustraerlos de la apreciación masiva. Y en cuanto a la obra de Alice, con lo que costó darle a Güemes proyección nacional, en un museo enseñaría tanto o más que los libros. Tampoco se piense solo en oferta turística (siendo válido considerarla) sino fundamentalmente como enseñanza de otra Historia, más creíble, que tanta falta hace en tiempos confusos.

Salta -Capital y Provincia- posee una de las mejores ofertas museísticas del país (quien esto escribe ansía la apertura de la Casa Leguizamón). Tenemos museos no aprovechados integralmente por razones presupuestarias o falta de políticas de mediano y largo plazos en el rubro.

Siendo delicado trasladar un cuadro, desde luego no es imposible. Y si habría que definir el sitio adecuado no es otro, a mi criterio, que el Museo Provincial de Bellas Artes. Éste tiene espacios para cobijarlo e universalizar “La muerte de Güemes”, y represente para el arte nacional algo parecido a “La muerte de Viriato” o “El entierro del Conde de Orgaz”. ¿Por qué no?

Salta, provincia fundante de la Nación Argentina, dejó jirones para construirla y sostenerla en el tiempo. Quien la visita percibe en el aire la herencia hispana y la condición belgraniana y güemesiana, que nos distingue y trasunta su geografía.

El arte depura el alma y fortifica identidades, pero para aprovecharlo hay que exhibir, representar y publicar las valiosas obras que nos identifican. Frente a ese objetivo superior, ¿qué hacer para revertir tanta miope apatía? ¿Clamar por un destello de sentido común o acaso una consulta popular?  

No hay comentarios: